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OPINIÓN

2017: El año taronja

Es cierto que el retorno a la Euroliga no ha sido como se esperaba, pero no podemos olvidar que este equipo, pues la mayor parte de los jugadores estaba la pasada temporada, ha hecho lo que en 30 años de historia nunca había conseguido Valencia Basket

31/12/2017 - 

VALÈNCIA. Llegado el 31 de diciembre es imposible no hacer balance. Y con Valencia Basket es inevitable no sonreír al recordar. El club taronja indudablemente ha consumado el mejor año de su historia. Llegó a las cuatro finales de las cuatro competiciones que disputó: Copa del Rey, Eurocup, Liga Endesa y Supercopa. Y ganó las dos más difíciles. Superó en cuartos y semifinales del playoff liguero a dos equipos Euroliga como Barça y Baskonia. Se sobrepuso a la primera derrota en la final en el Wizink Center frente al Real Madrid y le pasó por encima con tres victorias seguidas que supusieron la primera Liga Endesa en la historia de Valencia Basket.

Todo ello después de caer contra los blancos en la final de la Copa del Rey y el terrible golpe que supuso la remontada de Unicaja en la final de la Eurocup que estaba casi ganada. Recuerdo ese momento como si fuera ayer. Toda la Fonteta con el corazón en un puño, incrédulos ante lo que acababan de presenciar sus ojos. Los jugadores, profundamente dolidos. La sensación era de que algo se acababa de romper y que ya no había nada por lo que luchar. Pero el equipo nos dio una lección a todos.

El punto de inflexión fue el tercer partido de cuartos del playoff contra el Barça. La victoria in extremis que catapultaba a Valencia Basket a las semifinales. Un triunfo que supuso una auténtica catarsis que acabó con un Dubljevic entregado a su público, a su casa, con su “Freed from desire” ante una Fonteta con sobredosis de esperanzas. A partir de ahí el conjunto taronja solo tuvo que creer y luchar. Levantarse como se levantó y ganar la liga como se ganó fue todo un ejemplo de superación y de trabajo en equipo en una temporada en la que las lesiones también habían sido una dura losa. Ese día también lo recuerdo como si fuera ayer y quedará grabado para siempre en la retina de todos los que vivimos aquel día. Muchos preferirán recordar solo ese día y no el de la final de la Eurocup. No es mi caso. Porque Valencia Basket necesitó saber lo que era el infierno para después poder tocar el cielo

Y entonces llegó la marcha de Pedro Martínez y el fichaje de Txus Vidorreta. Cuando por fin se había encontrado la sintonía entre jugadores y entrenador, el hombre que había llevado a Valencia Basket a la gloria ya no seguiría dirigiendo su banquillo. Con algunas salidas y entradas de jugadores y un nuevo técnico al mando, pocos podían imaginar que el culmen a la mejor temporada de Valencia Basket sería ganando la Supercopa Endesa.

Tenemos la memoria muy corta. Es cierto que el retorno a la Euroliga no ha sido como se esperaba, pero no podemos olvidar que este equipo, pues la mayor parte de los jugadores estaba la pasada temporada, ha hecho lo que en 30 años de historia nunca había conseguido Valencia Basket. No les demos por muertos antes de tiempo y no dudemos de que se van a dejar la piel por la camiseta taronja a pesar de las adversidades. Porque sí, Txus Vidorreta se ha equivocado en varias ocasiones, pero la plaga de lesiones es imposible que no afecten al equipo en una competición tan física como la Euroliga. Démosle un poco más de tiempo, que recupere jugadores.

Hoy es un día para olvidar las once derrotas en la competición europea. Recordar la victoria frente a Panathinaikos con seis bajas y todo en contra y la buena posición en Liga Endesa, consolidada en un fin de año glorioso frente al Joventut. Valorar el esfuerzo que realizó Alberto Abalde, que jugó con 39 de fiebre para ayudar a su equipo necesitado, y los meses que ha estado Guillem Vives forzando su lesión hasta que se ha roto definitivamente. La capacidad de recomponerse todo un equipo sumido en un pozo de derrotas para regalarle un triunfo a una afición que necesitaba ver levantarse a su Valencia. Los jugadores son conscientes de la responsabilidad que supone llevar la camiseta taronja, la cultura del esfuerzo y el sacrificio por el grupo.

Todavía tiene mucho que mejorar, sí. Pero este es el Valencia Basket con el que me quedo este año. De lo malo ya hablaremos en otra ocasión.


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