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opinión / 13 de noviembre

Brotes verdes

12/11/2019 - 

VALÈNCIA. Aunque no soy de conformarme con nada por adelantado, reconozco que hubiera firmado con sangre si el más optimista del lugar me hubiera asegurado que el Levante sumaría seis de los últimos nueve puntos después de verle las orejas al lobo tras caer en casa contra el Espanyol de Machín. Un rival además en apuros y que desde que conquistara el Ciutat no ha sumado nada más. Lástima que la derrota en San Mamés haya frenado la locura de esos siete minutos para la historia ante el Barcelona. 17 puntos de 39, sin agobios clasificatorios y más cerca de la zona europea (a 3) que del precipicio (con 8 de colchón). Un buen bagaje para un equipo con distintas caras, con resultados e interpretaciones de todos los colores y  que es capaz de pasar del pesimismo a la euforia en un abrir y cerrar de ojos. El descanso internacional de noviembre llega en el momento que Paco López ha conseguido dar continuidad al once inicial. En San Sebastián dio una vuelta de tuerca, se apoyó de los jugadores que más encajan en su credo futbolístico e insistió con los mismos elegidos de partida en las dos siguientes reválidas. 

El aficionado tenía ganas de empezar a aprenderse una alineación de carrerilla. Hay una ley no escrita que dice que lo que funciona no se toca y el vestuario lo entiende. No existía una necesidad imperiosa, pero ese es el camino más recto al éxito. Desde el equilibrio, sin la asfixia que supondría dar un nuevo volantazo como sucedió tras la imagen desconocida frente a los pericos, hay que mirar hacia delante. Esa premisa es clave, como también es incuestionable que con intensidad se suma con más facilidad de tres en tres y que cualquiera te pinta la cara si no la reflejas con continuidad en el terreno de juego. Basta con echar una mirada a los últimos para contemplar sendas caras de la moneda y entender que ese es un factor esencial y un impulso para potenciar las virtudes de una plantilla con brotes verdes y margen de mejora.

Aitor Fernández es el protagonista de estas 13 primeras ‘batallas’. En una selección  absoluta sin guardametas de LaLiga (Kepa y De Gea juegan en Inglaterra y Pau López es el arquero de la Roma), el Levante tiene al mejor. Pinchó en el 1-1 de Muniain, pero hasta ese momento, antes del gol de Postigo, sostuvo al equipo como en las restantes doce jornadas. En lo colectivo, no es una buena noticia que haya sido el mejor casi todas las veces, aunque en su día también lo fue Keylor Navas y el objetivo final se consiguió. Sin embargo, aquella versión con el ‘tico’ entre palos, más oscura y sin apenas argumentos de brillo, dista mucho de la propuesta actual, con más talento y calidad. Me quedo con el ADN de Paco y su libreta valiente. Personalidad y balón son esas señas de identidad que impregnó a fuego desde que debutara en el Coliseum en marzo de 2018. El proyecto está en buenas manos y ya llegará el momento para anunciar a bombo y platillo que es el líder por muchos años más. 

“Es importante hacer más cosas con balón”, se lamentó el míster de Silla, consciente de que en San Mamés se pudo hacer algo más ante un Athletic que somete a cualquiera en su campo. Fue más constante la obligación de tener que achicar agua que de sacar la cabeza y amenazar a Unai Simón. Pese a que los números muestran que el Levante solamente remató dos veces a puerta (por 10 de los leones), Campaña tuvo el 0-2 y Morales rozó el 1-2, aunque los vascos acabaron decantando la balanza a su favor por esa intensidad en su juego directo. Esa fe que tuvo Capa para enganchar un centro imposible y luego encañonar a Aitor y vestirse de superhéroe. Antes de la remontada, Muniain marcó a placer ya que entre Miramón, Postigo, que cumplía cien partidos de azulgrana (60 en Primera, 36 en Segunda y 4 en Copa del Rey) y el propio guardameta de Arrasate no lograron referenciar. Ese tanto aglutinó las líneas maestras de un adversario sin tanto ‘jugón’, pero que exprime el escudo al máximo a base de una intensidad extrema, convirtiendo el encuentro en la tan repetida ruleta rusa que le mola tanto al espectador neutral y que pone de los nervios a los que sienten cada camiseta. 

Fue una derrota que dejó un sabor amargo por haber acariciado premio sin apenas brillo. De tantos golpes que fue encajando acabó en noqueado. La realidad es que el Levante se vio devorado por un rival que creyó más y que se mostró más incisivo, sobre todo para generar esas constantes segundas jugadas. A partir de ahí faltó la agresividad necesaria para hacer valer el resultado ante un escollo de la exigencia física que plasman Iñaki Williams, Raúl García y compañía. Muchos factores evitables que dejaron inservible el tanto de ‘Posti’, al igual que los otros dos que había materializado antes en la máxima categoría en sendas derrotas contra el Valladolid de la pasada temporada (2-1), que luego propició el cambio de dibujo a tres centrales, y en el Derbi de Mestalla de la 2017/2018 (3-1), el de la diana de Coke incomprensiblemente anulada. Para siempre, el central madrileño será recordado como el autor del gol del ascenso en el Ciutat contra el Oviedo (1-0).

El Levante se toma un respiro con Aitor, Miramón, Vezo, Postigo, Clerc, Radoja, Melero, Campaña, Bardhi, Morales y Borja Mayoral al frente de la resistencia. Un once y un dibujo que no acababa de encontrar Paco por distintos factores. Curioso que de tanto debate externo que reclamaba dar continuidad a una apuesta a alinear en tres partidos seguidos el mismo once por primera vez desde que diera el salto desde el filial. El vestuario es consciente de que debe sobreponerse a cualquier escenario y aceptar esos roles individuales que durante toda la temporada van cambiado. Todos deben estar preparados para convivir con esos momentos de idas y venidas sin perder la perspectiva. Después de los triunfos en casa de la Real y contra el líder, el cuerpo técnico priorizó los estados de ánimo por encima de las características del rival y la recompensa se evaporó en el último suspiro. En estas 13 reválidas, está claro que el plan pasa por ser fieles a la idea de fútbol que el entrenador ha pregonado desde su primera vez: la de un equipo en el que el protagonismo recae en el balón y que desde esa base ganará partidos. 

El pasado solamente sirve para pulir los defectos e insistir en las virtudes. Hay deberes en estos días de tregua hasta la cita del próximo viernes 22 ante un Mallorca fuera del descenso, con el refuerzo anímico de su triunfo ante el Villarreal (3-1), que fuera de casa cuenta sus encuentros por derrotas (Valencia, Getafe, Alavés, Leganés y Valladolid) y que solamente ha anotado dos goles de forastero (los de Budimir en el 4-2 en el Coliseum Alfonso Pérez). Tres puntos con un valor añadido ante un adversario de la teórica ‘Liga por la permanencia’. En estos guiones, un resbalón escuece más de lo normal, no fallar se antoja primordial y cumplir no se festeja con la misma efusividad, aunque sí habría que hacerlo.

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