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Bombeja Agustinet! / OPINIÓN

¿Cambio de rumbo?

4/12/2020 - 

VALÈNCIA. La temporada 18-19 fue muy irregular para el Llevant. Comenzó bien, pero, tras una sonora victoria en Vigo (1-4), los granota empalmaron nueve partidos sin ganar, con cuatro empates y cinco derrotas. Paco López hacía jugar a la escuadra de Orriols casi como en los años 20, con tres centrales, dos carrileros, tres volantes ofensivos y dos puntas. Aparte de los resultados, un fútbol sin nervio ni ideas, indolente por momentos y un tanto suicida acongojó al levantinismo. El míster, sin embargo, insistía en esa idea domingo tras domingo, mientras el abismo se cernía sobre el equipo. ¿Les suena?

El noveno de esos partidos fue un 2-2 frente al Espanyol en Orriols. El poste y Aitor salvaron el punto y Rochina fue expulsado. A la semana siguiente, ante el Betis y forzado por las circunstancias, López metió a Vukcevic en la medular. El Llevant truncó la racha, endosó un 4-0 a los andaluces y, además, doce partidos después, volvió a dejar la portería a cero. El cambio de sistema, tímidamente defensivo, y el montengrino fueron clave. También para tener al Barça contra las cuerdas pese a la derrota (1-0), golear al Rayo (4-1) y sentenciar la permanencia en Girona (1-2). Después de sacar cuatro puntos de 27 posibles con un sistema ultraofensivo, un Llevant más equilibrado ganó tres partidos, sólo perdió en el Camp Nou, marcó 10 goles y recibió tres.

Nadie en Orriols se explica por qué López se empecina en sistemas que no le dan un resultado óptimo. Ni yo mismo, uno de sus más firmes valedores. Insiste en no repetir el esquema con que se jugó el mejor partido y se consiguió la única victoria, en el Sadar. Es cierto que también se usó ante Sevilla y Madrid y se perdió, pero entraba dentro de la lógica y además el Llevant tuvo sus opciones hasta el último suspiro. En Bilbao se regresó, con un partido nefasto, al sistema de Mestalla, al de la alegría ofensiva sin definición y la fragilidad defensiva, al de los últimos seis partidos, tras ocho sin ganar. Con Malsa en el rol de herramienta multiusos, Radoja y Vukcevic defenestrados sin razón aparente, y unos cuantos intocables con un rendimiento que roza el sonrojo.

La inesperada baja de Campaña por lesión obliga a Paco López a un cambio de planes que podría incorporar en el once a futbolistas que den equilibrio a un sistema defensivo que hace aguas de forma flagrante desde hace tiempo. Y, pese a ello, el Llevant merece bastantes más puntos de los que suma en su casillero.

Un refrán marinero dice que si se mantiene un rumbo de colisión el naufragio es seguro. López cree firmemente en sus conceptos futbolísticos y eso es una virtud, pero también lo es ser flexible para adaptarse a las cambiantes circunstancias que irrumpen en el día a día de un equipo. Por ejemplo: Bardhi está lesionado; los centrales, excepto Vezo, no dan el nivel esperado; Campaña vive su peor momento en Orriols; falta acierto en el último pase y de cara a gol. Ante esta situación y la reiteración de malos resultados lo más sensato parece modificar algunas variables. López, sin embargo, piensa: hemos estado a punto de conseguirlo. Deberíamos tener más puntos. Más pronto o más tarde llegará, si seguimos así. Y ¿quién puede afirmar que no es razonable su punto de vista o que no es tan razonable al menos como el otro?

Probablemente López nunca hubiese tomado la decisión de sentar a Campaña, pero el destino le empuja a optar por las opciones a que se resistía. Como el año de la salvación en Girona, cuando la inesperada baja de Rochina, permitió entrar a Vukcevic en el once y el montenegrino aportó el equilibrio que el equipo necesitaba como revulsivo para encadenar victorias. Es fútbol ficción saber si, siguiendo en sus trece y con Campaña al mando, el Llevant hubiera dado al fin el golpe de timón contra el Getafe para empezar a escapar del naufragio. Es algo que nunca sabremos. Si, con el previsible cambio táctico y la reincorporación a la causa del poder balcánico, se consigue al fin la reacción, López será el primero en alegrarse, pero tendrá que soportar que le digamos que su obstinación nos ha hecho perder un tiempo precioso y un montón de jornadas para que este equipo, con este entrenador –sí, con este entrenador–, esté mucho más arriba en la tabla.


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