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La ciudad y sus vicios

Comboi pop-up: ¿con qué idea práctica mejoraría usted València?

Espacios para la construcción colectiva. Porque la reinvención urbana no se practica solo en plena campaña electoral. Arquitectos, urbanistas y gestores de ciudad aportan sus ideas

14/10/2017 - 

VALÈNCIA. Una València con cápsulas físicas en las que se capten opiniones prácticas para mejorar la ciutat. Cuando el alcalde Di Blasio tomó la vara de mando de Nueva York puso en marcha la campaña Talking Transition con la que, online y por las calles, a través de espacios, físicos, palpaba las ideas urbanas de los habitantes hasta conformar una maraña colectiva expuesta tiempo después, con centenares de horas de grabación. 

Todo muy idílico. El propósito, canalizar la visión popular para poder aplicarla de manera práctica. En una ciudad, la nuestra, atravesada por un estado de opinión casi único en torno al carril bici (ni que estuviéramos en los años noventa) se echa de menos hacer de esta transición entre épocas urbanas un verdadero acto continuado de (re)invención. 

Como en una convención puntual en un punto de ideas en mitad de la ciudad se propone a algunos arquitectos, urbanistas, gestores de ciudad y viceversa que expresen sus ideas (más o menos) concretas para mejorar València. Porque la tormenta de ideas públicas no vive solo en campaña electoral.

Portones abiertos

Eva Sanjuán y Ana Beltrán, impulsoras de Estudio Correoviejo (“Arquitectura y mucho más”): “Abrir los grandes portones de los zaguanes de los edificios históricos privados y públicos para uso del ciudadano. Exposiciones, talleres, reuniones de vecinos, presentación de nuevas ideas… Sobre todo los que estén en desuso, adecuarlos mínimamente y realizar las medidas de seguridad necesarias, para poder darle un uso semanal o mensual, y de esta manera relacionar y conectar al vecino de la ciudad con su barrio de ciutat vella. Ampliar los límites de la ciudad antigua. Conseguir esa línea quebrada que se introduzca dentro de los zaguanes de los edificios, y cree una línea difusa, permeable, entre el espacio público y esos edificios. Para la conservación de la arquitectura histórica, proponemos proteger zaguanes y patios, y darlos a conocer a los vecinos. Serían nuevos puntos de encuentro donde la historia de los edificios y su entorno se daría a conocer. Podrían formar parte de rutas históricas. Contemos la historia de nuestros orígenes para poner en valor nuestro centro histórico. Y qué mejor manera que mezclando esa información con el uso cotidiano de los vecinos, para sus necesidades. Unir historia y vida cotidiana para que los ciudadanos saboreen sus antepasados en un entorno especial”.

Correo Viejo (Foto: PAVLA VANICKA)

Recuperación de emblemas colectivos

Chema Segovia, arquitecto y especialista en gestión fe ciudades: “Para mí, una de las grandes asignaturas pendientes que tiene València es componer una imagen de sí misma rica y diversa. Rita Barberá construyó una estampa de la ciudad potentísima y su principal éxito fue lograr que una gran parte de la ciudadanía se reconociese en el espejo que les ofreció. Pero mirando desde el presente, se pone en evidencia que esa representación fue fuertemente personalista y totalizante. Para entender esto mejor, basta con revisar la campaña "Valencia, increíble pero cierta", que era un retrato de la ciudad elaborado en base a la sucesión de grandes proyectos impulsados por el Partido Popular, sin sitio para nada más. El reverso de esta estrategia fueron el montón de símbolos que se dejaron al margen y se obviaron: Ciutat Vella irregularmente recuperada, la elusión de la memoria del Jardín del Turia como conquista colectiva, la huerta sustituida por bloques de viviendas, el patrimonio marinero convertido en boxes para la Fórmula 1 y abandonado... Creo que esos y otros tantos elementos maltratados necesitan ser reincorporados al imaginario de la ciudad. No estoy pensando en laboriosas rehabilitaciones porque en muchos casos ni las necesitan. Se trata más bien de darles visibilidad, de explicarlos, de incentivar que la gente se reapropie de ellos, de devolverles su significado. Estamos viendo esfuerzos iniciales en esa línea, pero la tarea necesita ser lenta y sostenida. Hasta que esa restitución no se consolide, València cargará con el lastre de una comprensión estrecha de sí misma, que significa desaprovechar potencialidades propias y cerrarse vías para avanzar”. 

Pasillos entre núcleos divididos 

Nazaret (Foto: KIKE TABERNER)

Pablo Camarasa y Maria Masià, arquitectos del estudio Fran Silvestre: “Como indicaba Manuel de Solà-Morales, la construcción de la ciudad se lleva a cabo a partir de parcelación + urbanización + edificación, aunque estos puntos no son simultáneos ni se relacionan siempre de la misma forma. De hecho, de la variedad de combinaciones tanto en el tiempo como en el espacio, surge la riqueza morfológica de cualquier ciudad. En el caso de Valencia -como en muchas otras-, habría que añadir otra variable, que es la de la absorción; la asimilación de pequeños núcleos poblacionales situados en las proximidades de la ciudad. Algunos de estos se situaban en la costa, cosa que ha conducido a que la ciudad no esté planteada de cara al mar. Desde hace un tiempo, se han propuesto distintos proyectos de apertura al mediterráneo, algunos muy agresivos con respecto a determinadas zonas o barrios. Otros quizá sí sean más adecuados. La prolongación del viejo cauce del río para establecer una comunicación con el puerto -tal y como planteó Jean Nouvel- resulta muy interesante. También, la apertura de la ciudad por la zona de Nazaret, revitalizándola y eliminando las barreras existentes, me parece un avance en esta dirección. Establecer una comunicación más directa entre este tramo de playa, Nazaret, respetando su idiosincrasia, y el centro de la ciudad, tomando como referencia el proyecto de HafenCity de Hamburgo, sería beneficioso para Valencia”.

Mobiliario urbano coordinado

Ramón Esteve, arquitecto: “El paisaje urbano está configurado por la arquitectura principalmente. Influyen de la misma forma, aunque sin tanto protagonismo, los viales y aceras, el mobiliario urbano conformado por elementos como farolas, bancos, contenedores de residuos y elementos de regulación de tráfico. La nueva arquitectura debe por supuesto mejorar y se debe actuar sobre la que está construida, aunque sea una labor más costosa. Sin embargo, todos estos elementos de menor escala que componen el mobiliario urbano, sí se podrían diseñar de una forma coordinada y armónica, respondiendo a un patrón reconocible. De esta forma se podría conseguir una lectura continua y que contribuya a crear la imagen de "identidad" de la propia ciudad, tal y como sucede en París, Amsterdam y sin duda en Londres. Ciudades en las que sólo viendo estos elementos, que por otra parte son funcionales, podemos reconocer de qué ciudad se trata”. 

Accesos a Ciutat Vella

Ciutat Vella (Foto: EVA MÁÑEZ)

Merxe Navarro, arquitecta y divulgadora en ‘Brutalment valencià’: “Transformar los accesos a zonas como Ciutat Vella para que únicamente vecinos y carga y descarga con un control de accesos como sucede en otras ciudades españolas. Hacer desaparecer los bolardos, si convertimos las zonas en semipeatonales y no se puede ir tranquilo ni por la acera ni por la calzada, deja de tener mucho sentido. Hasta llegar al civismo que nos correspondería como ciudad, para el aparcamiento descontrolado podría haber mayor control policial, además de aumentar las zonas de carga y descarga. Una frase mítica, el civismo de las ciudades se mide por la altura de sus bolardos. El horario de estas zonas de carga y descarga fuera durante todo el día y la noche y así hubiera zonas en las que poder estacionar de forma puntual a cualquier hora. Esta idea la promueve José Luis Gisbert. Mayor control en la velocidad del tráfico, diversas calles sigue siendo potencialmente peligroso circular con la bici por la calzada debido a la poca concienciación de los conductores de coches y autobuses. Limitación de las terrazas de los locales, muchas veces su coexistencia con viales de tráfico rodado convierten el paso en una amalgama de ruidos difícil de digerir”. 

Bancos peatonales

Sonia Rayos, cofundadora de Arquilecturas: “Creo que debemos repensar el urbanismo situando como eje a las personas y su socialización, teniendo en cuenta la diversidad de los que habitan las ciudades. Sin duda la ciudad sería mucho más bonita si sus ciudadanos se pudieran apropiar de ella; especialmente la infancia, y todo lo que supone el cuidado de la misma en el día a día. No, no me refiero únicamente a zonas de recreo infantil. Hablo de peatonalizar las calles para colocar bancos donde madres y padres puedan sentarse a leer con sus hijos, a dar pecho o un biberón, o donde cualquiera pueda reunirse con vecinos y socializar. La ciudad para los ciudadanos. Pero para que esto funcione, no podemos dejar de cubrir las necesidades de quienes necesitan el vehículo para su día a día. Peatonalizar sin prever espacios para estacionar los coches, o sin incrementar el servicio de los transportes públicos, no puede funcionar sin perjuicio de una gran parte de la población”.

Plantas bajas de uso comunitario

Pablo Camarasa y Maria Masià, arquitectos del estudio Fran Silvestre: “Por otra parte, y centrándonos en lo construido, sería útil la apertura de espacios en planta baja, tal y como planteaba Le Corbusier, dejando en algunas construcciones la planta libre, para uso y disfrute del ciudadano, ayudando a oxigenar muchos espacios en donde hoy se concentra una alta densidad y creando nuevos espacios peatonales frente a los muchos planteados para el tráfico rodado”.

Microactos culturales

Teresa Juan, gestora cultural y artista: “La cultura ya está haciendo muchas cosas por el urbanismo, por hacer la ciudad más habitable, desde una escala pequeña e íntima y de forma invisible. Creo que lo mejor que podemos hacer es dejar que esos acontecimientos secretos sigan sucediendo, ayudar a que nazcan sin espectacularizarlos. La cultura está en el mundo. Existe en gerundio. La única idea práctica y urgente que me surge es la de dejar suceder, la de posibilitar que ocurra lo pequeño, lo que tiene escala humana, que es lo que genera un intersticio. Por eso creo que el campo de la cultura debería estar lleno de microactos de celebración de lo nimio, de lo que no genera un producto concreto, localizable, exacto. No estoy en contra de los festivales pero no creo en hacer un festival de cada cosa, por eso creo que el campo de la cultura debe ocuparse de su gerundio para lograr que su devenir esté incluido en el devenir ciudadano. Pasear es un acto de cultura que mejora la ciudad. Practicar la plaza pequeña o generar un evento pequeño sin pretensiones de nada, con perseverancia y compromiso. Creo que los actos culturales que celebran desde lo micro, desde lo pequeño, practican la ciudad desde ese mismo sitio, desde el punto del ciudadano común y diverso (que somos todos) e impulsan a un lugar más habitable y complejo (de celebración y no censura de todas sus partes). Creo en legitimar las multiplicidades culturales desde lo pequeño para entender que lo único que mejora ese espacio común es la celebración de la diferencia, la celebración del rizoma. En resumen, mi idea práctica desde la cultura es posibilitar que suceda el acontecimiento pequeño, sin ánimo de evento, sin centro o periferia, y legitimarlo. Hacerlo importante porque es edificante. Como nuestros Jueves de Poesía: practicamos una frontera olvidada y dotamos de sentido un lugar poniendo en marcha su gerundio y sin un propósito, nos da igual cuánto público, nos importa que las personas incorporn a su vida. La cultura debe ayudar a incorporar”.

Espacios de ocio para la València sur

Pablo Camarasa y Maria Masià, arquitectos del estudio Fran Silvestre:“Aprovechando las obras del Parque Central parece interesante señalar que, en el momento en que finalicen estas -tanto de soterramiento como de ajardinamiento-, los distritos situados al sur de la ciudad estarán mejor vertebrados, desde el punto de vista del peatón, en relación al centro. Creo que sería un buen momento para dotar a algunos de estos de nuevos espacios culturales y de ocio, aprovechando, por ejemplo, las naves de MACOSA y la fábrica de Harinas Berenguer, inspirándose en proyectos como el del Museumsquartier de Viena, en donde se rehabilitaron las antiguas caballerizas de Francisco José I y se creó un gran complejo cultural con museos, cafeterías, librerías y una biblioteca de arquitectura. La proximidad al Parque Central y el espacio disponible en ese lugar invitan a pensar en un proyecto de estas características que se sume a la descentralización cultural iniciada con Rambleta y continuada con Bombas Gens”.

Continuará. 

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