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Copa de la República y desmemoria democrática

7/10/2022 - 

VALÈNCIA. Quizá el senador Mulet tiene razón al afirmar que la cámara alta y sus representantes no están de adorno; que el Senado tenía pleno derecho a reabrir el melón de la Ley de memoria democrática para enmendarla y devolverla al Congreso, incluyendo entre otras muchas cosas el reconocimiento de la Copa que ganó el Llevant en Sarrià en el 37. Yo no tengo tan claro que el Senado sirva para algo, pero eso es arena de otro costal. En todo caso, antes de la votación del miércoles 5/10/22, Carles Mulet sabía que Joan Baldoví, su compañero de Compromís, votó en su día a favor de la aprobación de la ley en el Congreso (sin el reconocimiento de la Copa) y, sobre todo, sabía que ninguno de los firmantes quería su retorno al Congreso; nadie quería reabrir debates sobre una norma compleja, llena de aristas y cogida con hilos como pocas. La votación, por tanto, estaba perdida de antemano, pero Mulet alertó al levantinismo y apuntó al PSOE como responsable. Y no es exactamente así: la responsabilidad, en todo caso, es compartida plenamente con Podemos. Y Compromís tampoco ha estado fino. 

En abril de 2021, tras el funeral del gran Toni Calpe, tuve ocasión de conversar con Quico Catalán y García Nieves sobre la pretensión de Baldoví de puentear a la RFEF y abrir una nueva vía para el reconocimiento de la Copa de la España Libre a través de la Ley de memoria democrática. Ernesto Calpe nos ilustró, una vez más, sobre el significado de aquel trofeo para quienes lo conquistaron. Su padre, entre ellos, siempre se sintió campeón de Copa. En la intimidad, claro. El régimen no quería ni oir hablar de que hubo fútbol durante la contienda, en la España republicana. Este era el nivel. Y aún hoy. Así pues, Baldoví alzaba la bandera de la histórica reivindicación levantina. Tras la iniciativa estaba su compañero de partido y diputado de Cultura Xavi Rius, el mismo que en 2007, a través de Isaura Navarro, consiguió que el Congreso, por unanimidad, reconociera el título e instara a la RFEF a incluirlo en su palmarés. ¿Por qué esta vez no sucedió? 

La voz cantante en la comisión fue para Podemos y PSOE. Ninguno de los relatores de los partidos en el gobierno de España consideró introducir el reconocimiento de la Copa. ¿Por qué razón, si era un tema amable, de un simbolismo potente? No debió existir ninguna sugerencia al respecto desde las filas valencianas de ambos partidos. Y tampoco, por supuesto, entre los contrarios a la propia ley (PP, Ciudadanos, Vox, etc). Es obvio que la iniciativa, que Baldoví había hecho pública y defendió desde la tribuna del Congreso, no captó la empatía de Podemos ni PSOE. ¿Dejadez? ¿Desinterés? Aún así, ¿pudo Baldoví negociar con mayor énfasis para que incluyeran el reconocimiento? La ley se aprobó por una diferencia de 14 votos a favor, los mismos que abstenciones, algo que dejaba a Compromís en una buena posición para forzar la inclusión del tema en la ley. Sin embargo, Baldoví votó a favor sin que se validara ninguna de las enmiedas que presentó.

Probablemente, la Copa se consideró un asunto menor por parte de todos en medio de una negociación a muchas bandas. Y no se incluyó porque los valencianos, así en general, del equipo que sean, no pintamos un pimiento ni en este ni en ningún otro asunto en Madrid. Se ha especulado con la posibilidad de que la RFEF presionara para sacar el tema de la ecuación. Lo desconozco. No creo. ¡Qué vergüenza, en todo caso (una más) que la RFEF de Rubiales siga desoyendo el mandato del Congreso de 2007!

Tengo más preguntas: ¿por qué Baldoví anunció a bombo y platillo que trabajaría por el reconocimiento de la Copa del 37 si a la hora de la verdad no lo peleó con la determinación suficiente? Ya lo explicará al levantinismo, si quiere. ¿Podemos? ¿El PSOE? La posición ahora de algunos miembros del PSOE es que, con la ley aprobada, podrá tramitarse el reconocimiento a través del Ministerio de Cultura y, de hecho, ya ha habido contactos con el club en este sentido. Desde luego, hubiese sido mucho más sencillo y eficaz introducirlo en la ley. Se les pasó. O no lo consideraron bastante importante. Si son capaces de hacerlo ahora, por fin, seré el primero en aplaudirles.

El senador Mulet sabía que no existía ninguna opción de sacar adelante el reconocimiento de la Copa del 37 en el Senado pero avivó la llama para evidenciar que Compromís había abanderado el tema (aunque de forma, a todas luces, insuficiente), en contraposición al PSOE, y para culpar a los socialistas del fracaso, en clave preelectoral. Mulet está en su derecho. Lo cierto es que ni Podemos ni PSOE han estado a la altura. Y que a Compromís, entre bastidores, que es donde se cocinan estas cosas para que salgan bien, le faltó nervio, picardía, quizá convicción.

¿Es esta una bala malgastada en el tortuoso camino del reconocimiento oficial del título? Desde luego que sí. En un mundo ideal, Baldoví se sienta con los dos mismos partidos con que gobierna la Generalitat, pacta la inclusión del reconocimiento de la Copa en la ley y los tres explican el plan al Llevant y a la RFEF. Algo bien urdido, como en 2007. 

“La Copa és nostra, ho vullga o no Madrid” cantaba Lliure. Y la letra está más vigente que nunca. Pero no perdamos de vista que la falta de reconocimiento de la Copa del 37 no es un problema sólo de levantinistas; es una actitud irrespetuosa con todo el fútbol valenciano. Y por supuesto con la memoria democrática que se quiere rescatar con esta ley, con la memoria de los ganadores del 37, que fue borrada durante cuatro décadas de dictadura y que sigue ultrajada durante cuatro más de democracia.

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