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La maldición del Valencia

2/10/2015 - 

VALENCIA. Más que un juego oliendo a desbarajuste, más que unas maneras deportivas confusas (ayer Layhoon las resolvió muy clarividente: los fichajes son cosa de Nuno, Lim y yo; no sé qué es peor si eso o que el encargado sea Mendes, ¿no puede ocuparse una dirección deportiva al uso?), más que todo eso, en los últimos días ha habido una frustración mucho mayor. Pongamos que hablo del retorno al Valencia de los fantasmas más negros, como unas gaviotas que se acercan al pescado descompuesto.

La maldición del Valencia y sus fantasmas. Un sino trágico de este club que no logra desembarazarse de sus peores pesadillas, regresando en formato paranormal. ¿De verdad toda la alternativa fiscalizadora a Lim es Miguel Zorío?, ¿de verdad alguien que contribuyó con inacción y mentiras, en cuyo mandato se pretendió regalar el club a una organización paradeportiva en cuya web se alojaba una página de bragas (verídico), está en condición de dar lecciones?

Quien pierde con el regreso de criaturas de ultratumba no es Lim, al que por otra parte sí le hace mucha falta tener cerca o en frente a valencianistas que le desencripten Valenciastán ante sus ojos y le hagan ver que todo no vale, que un funcionamiento tal que una red de colegas no cuela en el relato de club serio y profesionalizado.

El que pierde, sobre todo, es el Valencia, abocado a volver a ver en el vecindario a habitantes de Puerto Hurraco. No sois creíbles, no podéis apropiaros de ninguna oposición porque estáis profundamente desprestigiados. El que pierde es el Valencia porque necesita personajes limpios que expresen civilizadamente sus dudas (las hay y es bien sano plantearlas), pero no a históricos fichados, protagonistas de un pasado aciago. Qué valor volver para postularse como defensores del pueblo.

Zorío con su denuncia ha hecho más daño a Lim que cualquier pitada. La prensa europea ha recogido las dudas sobre Meriton, sus presuntas irregularidades. Porque la carnaza contra los magnates vende y prende, también porque el Valencia como corporación parece instalado sobre una atalaya, moviéndose más lento que un ministerio de la burocracia, encapsulado en una urna de cristal, no vaya a ser que dé latidos y parezca vivo. Cuando los Lim quisieron salir de ofrenda y anunciar el riego por capitalización, las dudas europeas sobre su gestión ya estaban más que instaladas. ¿Qué ocurre cuando no tienes voz? Que otros la ponen por ti.

La maldición. ¡Que quienes le regalaban el club a Dalport y engañaron folio en mano nos lleguen para denunciar una gestión desleal! ¿No había otros, demonios? Es turno de tipos responsables, pero no de buscadores de minutos de gloria. Es turno de una réplica a meses de delirio deportivo, pero no de que el pasado más oscuro quiera escribir los renglones del futuro. Vuestra oportunidad, felizmente, pasó.

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