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opinión

Marcelino, renovación

Marcelino ha hecho mejor al Valencia CF y ha revalorizado a la mayoría del equipo. El club lo sabe y su renovación no sólo será un acto de justicia, sino un mensaje de dos direcciones: un alivio para el valencianismo y una mala noticia para los rivales del Valencia CF...

21/03/2018 - 

VALÈNCIA. “La mayor satisfacción que existe para un entrenador no consiste en ganar títulos, sino en hacer mejores a sus futbolistas”. Diego Pablo Simeone sabe, mejor que nadie, de qué va esto. Heredó un muerto y devolvió un campeón, fomentó la competencia interna del grupo, elevó al Atleti hasta un ático en el que vivir, al lado de la elite millonaria europea, por encima de las reales posibilidades del club y además de levantar cinco trofeos en estos años, logró revalorizar y prestigiar a la mayor parte de sus jugadores. Marcelino García Toral, que no es Simeone pero que, en su etapa como técnico en la capital del Turia, empieza a ser el alma gemela del argentino, ha puesto la primera piedra para convertirse en la autoridad moral número uno del Valencia CF. Exigente, trabajador, metódico y perfeccionista, Marcelino recibió un VCF instalado en la mediocridad y lo devolvió al lugar que, por historia, le pertenece, la zona noble. Despertó del letargo a un gigante dormido, lo hizo a pesar de una economía de guerra que todavía estrangula al club y le ha colocado en rampa de salida para acercarse aún más a los gigantes europeos. Si el Valencia CF, que ha dejado de ser la casa de los líos para empezar a ser un club serio y solvente, quiere seguir dando pasos hacia un futuro estable y brillante, acometerá esta semana los primeros pasos para sentar las bases de la renovación de Marcelino. Es feliz en Valencia, se ha metido a Mestalla en el bolsillo y el vestuario le está devolviendo la confianza y el trabajo con toneladas de rendimiento y compromiso. Alemany, excelente gestor, sabe que su matrimonio con Marcelino debe basarse en un amor incondicional, en la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, hasta que los resultados les separen. Y así va a seguir siendo. 

No hay un solo directivo del Valencia, de mayor o menor rango, que no tenga claro que la obligación del club pasa por ampliar, mejorar y blindar el contrato del entrenador y de su cuerpo técnico, que está demostrando una capacidad de trabajo encomiable. Renovar a Marcelino y su guardia pretoriana no es urgente, es un acto de justicia. Asumido y procesado, el club se pondrá manos a la obra. Si Mestalla ha recuperado la sonrisa que jamás debió perder ha sido gracias a Marcelino. Es la hora del club: debe hacer todo lo posible para seguir con él, para reforzar su liderazgo, para darle estabilidad e incluso para ampliar su autonomía y poder de decisión. Y en el verano, más recursos humanos y más armas deportivas para seguir acercándose a Barça, Madrid y Atleti. Ese es el camino. 

En caso de duda, conviene mirar la clasificación. O tener memoria y saber dónde está el VCF y de dónde venía. O mejor, aplicar el criterio de Simeone. El Cholo dice que no hay un título mejor para un entrenador que hacer mejores a sus jugadores. Y en el caso de Marcelino, su capacidad para revalorizar la plantilla roza la dote milagrera. A los recién llegados les ha sacado un rendimiento impecable y a los que ya estaban y no parecían valer, les ha pegado un chute de autoestima hasta convertirles en referentes para el vestuario e ídolos para la grada. Neto llegó suscitando dudas y se ha instalado entre los mejores porteros de la Liga. Vezo iba a salir porque no daba la talla y ahora, cada vez que tiene que jugar, demuestra compromiso e implicación. Paulista llegaba de pasar más tiempo en la enfermería que en el campo y con Marcelino, es un puntal que nunca se esconde. Gayà parecía haber perdido su brillo estos dos últimos años y ahora regresa a la selección Sub-21 y tiene varias novias. 

Hay mucho más. Parejo era carne de traspaso y era un jugador discutidísimo, con más aptitud que actitud, y ahora es la brújula del equipo, uno de los mejores pasadores y ladrones de la Liga, y ha vuelto a la selección. Kondogbia suscitaba dudas cuando llegó, se creía que su fichaje era un riesgo y que no alcanzaría el nivel de otras campañas, pero hoy es el amo y señor del equipo y con la venia – atención, herejía-, es el mejor fichaje calidad-rendimiento- precio de la Liga. Gonçalo Guedes era una promesa sin lugar en la élite y hoy es un futbolista al que persigue media Europa. Santi Mina era poco menos que una ruina antes de la llegada de Marcelino y ahora, a base de bemoles, casta y superación, se ha revalorizado siendo uno de los futbolistas con mejor ratio de goles por minuto jugado. Zaza pasó con más pena que gloria aquel año de plomo con Prandelli y compañía, mientras que hoy es un activo que tiene mejor cartel con Marcelino que sin él. Y qué decir de Rodrigo, en verano prescindible y ahora insustituible, que ha pasado de desecho de tienta y de fichaje inflado a delantero letal e icono de la mayoría de Mestalla. Marcelino ha hecho mejor al Valencia CF y ha revalorizado a la mayoría del equipo. El club lo sabe y su renovación no sólo será un acto de justicia, sino un mensaje de dos direcciones: un alivio para el valencianismo y una mala noticia para los rivales del Valencia CF. Se trata de un acto de justicia, madurez y puro sentido común.

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