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Menores adictos a los juegos de azar

| 21/02/2024 | 12 min, 49 seg

VALÈNCIA. Tiene quince años y va a un instituto de la Hoya de Buñol. 'Movidas' lleva coqueteando con los juegos de azar desde hace unos meses. Como muchos de su pandilla, la primera vez que probó suerte fue en la máquina tragaperras de un bar del pueblo. Sabe que siendo menor de edad eso no le está permitido, pero siempre hay vías para sortear el impedimento. «El otro día le pedimos a un tío del bar que echara por nosotros y nos tocaron doce euros —comenta—, le dimos dos euros al pavo y los otros diez nos los quedamos», explica. Fue el primer paso, luego llegó el juego online. Este joven pertenece al grupo de población que el Ministerio de Consumo define como «especialmente vulnerable» en su último Estudio de prevalencia de juego 2022-2023, en el que se señala que las máquinas tragaperras (52%) y la ruleta (32%) son las que mayores síntomas de problemas generan cuando se juegan en línea.  Jugar es una de las actividades más habituales en el ocio de los españoles. Según el estudio de Juego y Sociedad 2023 de Cejuego, la asociación empresarial que representa mayoritariamente al sector privado del juego en España, el 17,9% de españoles jugó a algún juego de entretenimiento durante 2022 y el comportamiento racional de los clientes es el usual. Los datos de prevalencia globales pueden dar una imagen distorsionada del problema de la adicción al juego, ya que hay enormes diferencias en función del tipo de juego. «Así, aunque las loterías y quinielas son los juegos en los que la población en general participa más, tienen un potencial adictivo mucho menor que el que tienen los juegos electrónicos (máquinas tragaperras o de apuestas), el juego online o incluso el bingo», señala Mariano Chóliz, catedrático de Psicología Básica de la Universitat de València y miembro de la Comisión del Juego de la Generalitat Valenciana.

«La mayoría de problemas de adicción se deben a estos juegos electrónicos u online, sobre todo en jóvenes, que muestran mayor preferencia por el juego online, si lo comparamos con adultos». Chóliz es director de la Unidad de Investigación: Juego y adicciones tecnológicas. Su equipo ha realizado una macroencuesta en la Comunitat, cuyos datos reportan que el 62% de los jóvenes menores de dieciocho reconoce haber jugado apostando dinero, y el 37,7% de estos adolescentes que apuestan tienen problemas con el juego. Chóliz señala, además, que cuando hablamos del juego presencial, en la Comunitat hay instaladas 18.591 máquinas tragaperras en hostelería, y es el melón que aún no han abierto las autoridades. La cifra supone «tres veces más que todas las máquinas instaladas en la totalidad de salones de juego, casas de apuestas, bingos y casinos. Es decir: el juego más adictivo distribuido por todo el territorio, en locales que no tienen ningún tipo de control de acceso, ni al local, ni a las propias máquinas y al que accede cualquiera, también menores», indica. Si bien este problema no solamente afecta a la Comunitat, «son los gobiernos autonómicos quienes tienen competencia y podrían hacer algo para solucionarlo. Por ejemplo, sacarlas de una vez de los bares», añade. 

La «suerte de principiante» le reportó los cien primeros euros a 'Movidas', lo que para sus amigos «es lo peor que le pudo haber pasado, porque desde entonces sus notas han caído en picado, hace trapicheos con su paga, robó a su madre, se pelea con los amigos y no entra en razón». El hijo de Laura (nombre ficticio) también se inició en el juego a los quince años y también con sus amigos, pero el enganche se produjo en los salones o casas de apuestas. Siendo menor de edad tampoco tuvo gran problema de acceso a este tipo de locales, donde la entrada a menores está prohibida. «Cuando empezaron a pedirle el DNI estaba su amigo mayor de dieciocho años para enseñarlo y, más tarde, ni siquiera hizo falta que les acompañara, les dejaba su DNI, y entraban sin problema» explica esta madre alicantina que lleva lidiando con la adicción de su hijo desde hace tres años. «Lo importante es tener un carné, ahora, quién es el titular no es tan prioritario», prosigue. Laura estima que pasaron apenas unos meses desde que su hijo empezó a jugar en las casas de apuestas hasta que ella vio las primeras señales del problema, como cambios en las rutinas a la hora de irse a dormir, no tenía apetito, tenía más prisa y sobre todo un movimiento de que le acabó delatando. «Una vez que me confesó que jugaba, pensé que lo mejor era alejarle de ese ambiente y lo mandé a casa de sus abuelos. Acabó robándoles y yo me di cuenta de la magnitud del problema», comenta. A partir de ahí empezó un proceso tortuoso. La familia no apoyó a Laura a la hora de buscar ayuda profesional. «Mientras ellos lo vieron como un arrebato de un crío malcriado, yo enseguida acudí a una entidad especializada, en este caso Vida Libre, y con él fui muy firme, porque no se iba a solucionar dándole oportunidades sino cortando con el hábito de raíz», comenta. «Es una adicción que convierte a tu hijo en un monstruo, igual que las drogas», relata. «He sufrido gritos, chantaje emocional, amenazas físicas. Tuve que cambiar de casa para alejarlo de aquellas amistades, dejé de trabajar y me convertí en su sombra: si él iba al gimnasio, yo estaba en la puerta, si iba a casa de su padre, yo lo acompañaba hasta la puerta y así constantemente», prosigue. Laura ha tenido que costear las consultas psicológicas, los viajes de ida y vuelta al centro de día y el cambio de vida. Hoy, con dieciocho años, su hijo ha podido terminar un curso de formación y trabaja. «Creo que esta experiencia le ha dejado mella psicológica, porque lo veo muy vulnerable a las cosas que le pasan y yo, pues, aún no me creo todo lo que hemos pasado [sonríe], si no hubiera sido tan joven, creo que me hubiera costado entender esta realidad», concluye.

Enmiendas al interés del menor

La última encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España del Ministerio de Sanidad señala que los adolescentes que prueban el juego tienen el triple de riesgo de convertirse en ludópatas. «Es un concepto evolutivo, en cuanto que el cerebro del menor está en constitución porque está inmaduro y es un cerebro de alta vulnerabilidad al impacto sensorial y eso hace que las nuevas tecnologías, en las que incluimos el juego y las apuestas, puede convertirse en algo repetitivo e incontrolable. No en todo el mundo, porque no estamos demonizando el juego, sino que hablamos de personas vulnerables, a quienes esa exposición les desarrolla adicciones comportamentales y en una fotografía de este cerebro no sabríamos diferenciar si el estímulo es el juego o una sustancia química», explica el doctor Augusto Zafra, responsable de la Unidad de Desintoxicación del Hospital Vithas Aguas Vivas, y añade «es por ello que la ludopatía es una enfermedad y no un ‘vicio’». 

Con una dimensión de salud pública se diseñó la Ley 1/2020 de la Comunidad Valenciana de regulación del juego y prevención de la ludopatía, aprobada por el anterior Gobierno. La ley contemplaba un perímetro sanitario que prohibía que ninguna casa de apuestas se pudiera ubicar a menos de ochocientos cincuenta metros de un centro escolar o centro de salud y una distancia de quinientos metros entre estos locales, e iba acompañada de una disposición transitoria que fijaba una moratoria por un período máximo de cinco años para que los locales se adaptasen a la normativa, si bien, tanto casinos y bingos como hostelería con máquinas tragaperras quedaron exentos. A finales de 2023, como ya adelantó Valencia Plaza, PP y Vox introdujeron, a través de la ley de Medidas Fiscales —la conocida como ley de Acompañamiento necesaria para que salgan adelante los Presupuestos de 2024— y justo antes de la moratoria, la posibilidad de renovar las licencias de los locales que incumplan con la distancia. La ley ya fue recurrida por varias asociaciones de juego y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat elevó una consulta ante el Tribunal de Justicia Europeo sobre si las distancias marcadas entraban en colisión con la libertad de empresas contempladas por la propia normativa europea.

Las comunidades autónomas no tienen competencias de la regulación del juego online que se juega en móviles y ordenadores, sino en los juegos que se llevan a cabo en establecimientos (salones de juego, casinos, bingos o bares), donde la patronal indica que la ley es demasiado restrictiva y les estaba abocando a la destrucción del empleo. «En lo que se refiere al efecto de la Ley, no ha podido tener ninguno, porque las principales medidas preventivas aún no se han podido ejecutar, porque los salones que actualmente están ubicados cerca de los colegios no se han cerrado todavía, ya que hay que esperar a que finalice el periodo de autorización que tienen concedido», explica Chóliz. Además, remarca que las máquinas de apuestas deportivas en la mayoría de comunidades autónomas se encuentran ubicadas en salones de juego y salas de apuesta, mientras que en la Comunitat también las encontramos en bares, al lado de las tragaperras. «Esto es un factor de riesgo para el inicio al juego online en menores de edad, ya que pueden acceder a este juego sin ningún tipo de control y, de hecho, los jóvenes y menores de edad de la Comunitat Valenciana juegan más (y tienen más problemas de adicción a estos juegos) que los de Cantabria o Aragón, que no tienen estas máquinas de apuesta en bares».

Dilapidar el patrimonio familiar 

Francisco (nombre ficticio) atiende este reportaje desde el Centro Terapéutico de Los Granados, que tiene la entidad Patim en Castellón. Esta asociación presta una respuesta integral al fenómeno de las adicciones desde hace más de tres décadas. Francisco es usuario desde los diecisiete años y en la actualidad tiene veintiocho. Su última recaída ha sido hace solo unas semanas, después de lograr mantenerse alejado del juego desde 2020. Su historia es similar a la de los jóvenes que participan en este reportaje. Se inició en las apuestas siendo menor de edad y ha acumulado unas pérdidas de más de 180.000 euros, pero, sobre todo, deudas a las que ahora hace frente. «Igual de fácil que es burlar los controles de acceso al juego cuando eres menor, lo es obtener un microcrédito vía internet. Con un DNI puedes pedir diez préstamos inmediatos de trescientos euros que te son concedidos en apenas unos minutos. Yo pedí un préstamo a nombre de mi hermano, con su DNI, y tenía unos intereses abusivos. Es solo un ejemplo de lo que he hecho en momentos de desesperación», recuerda. Su tratamiento ha sido largo y ha conseguido retomar las riendas de su vida y mantener un trabajo, aunque es consciente de que las adicciones son una enfermedad crónica. 

«La deuda es el principal negocio del siglo XXI», añade Carolina de Mingo, asesora jurídica de Patim. «La bola se hace tan grande porque a golpe de un click consigues un préstamo con intereses que triplican los de la cantidad solicitada». Sobre el caso de Francisco recuerda cómo tuvieron que demostrar que había cometido usurpación de identidad y hacer una reclamación judicial para defender que su préstamo no era de quien figuraba, sino de una persona que tenía un problema de adicción. «Posteriormente, realizamos un plan de pago que Francisco cuidadosamente va devolviendo todos los meses», explica. «Nos encontramos con muchas familias que quieren ayudar a sus hijos, pero estos dilapidan el patrimonio familiar. En 2021, se ponía fin además a la figura de prodigalidad que, hasta ahora, era una herramienta para intentar evitar esta situación. Las casuísticas son muchas y diversas, pero los casos mayoritarios que efectuamos son reordenación de deuda». 


El psicólogo de la entidad Saúl D’Oleo apunta al peligro de la normalización que supone desandar la Ley del Juego. «Que los chavales y la sociedad normalicemos que las casas de apuestas estén al lado de los centros educativos significa que lo estamos banalizando, especialmente en el caso de menores, donde el desarrollo de una conducta es muy rápido. Si hay una casa de apuestas en frente del instituto es probable que los chavales acudan a estos lugares, comiencen a jugar y se pueda generar un problema». Desde su perspectiva de psiquiatra, Zafra remarca que «la ludopatía no puede estar sometida a un discurso de libertades de la población como única dimensión para tener en cuenta. Es algo más allá de lo cultural, lo social y lo político; hablamos de una enfermedad que será un compañero de viaje que solo desparecerá cuando la persona muera». Las asociaciones de madres y padres de alumnos (AMPA) apelan al interés superior del menor. Rubén Pacheco, presidente de la AMPA Gonzalo Anaya de València que ha pedido la retirada de las enmiendas de Partido Popular y Vox señala que «la Comunitat era pionera en proteger al menor y no hay nada que justifique estas enmiendas. No nos queda otra que pensar que ha habido presiones del lobby del juego que han prevalecido sobre el interés de los niños y de las niñas», comenta para este reportaje. 

Mientras que la ley del Juego se encuentra recurrida en altas instancias judiciales europeas, a miles de kilómetros de su sede en Luxemburgo, en un instituto de València, eso sí, de un barrio acomodado, donde también es habitual salir a la hora del recreo para comprar el bocadillo y la bebida energética en el supermercado de al lado, la conversación en la caja es sobre los planes de la semana. «Tengo quince euros de la paga para apostar», se jacta el joven de dieciséis años. Lejos de causarles sorpresa, sus amigos asienten con naturalidad a algo que parece rutinario.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 112 (febrero 2024) de la revista Plaza

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