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13 DE NOVIEMBRE / OPINIÓN

Menos mal que esto ya se acaba

11/05/2021 - 

VALÈNCIA. Me ha costado un mundo ponerme delante del portátil y desgranar mis sensaciones en clave granota. De primeras, lo que más me apetece es despotricar tras ver como el peor Valencia que recuerdo ya está por delante en la clasificación. Es desesperante y merecido. Que no aparezca ahora algún iluminado que tenga las narices de decir que no pasa nada, que se han ganado al derecho a que la historia no cambie y el vecino siga dominando en la ciudad. Sí, ya sé que la semana pasada dije que no iba a entrar en la espiral destructiva que se respira. Perdón, pero las emociones mandan muchas veces sobre el raciocinio. 

Esta película está durando demasiado y se está haciendo muy pesada. Menos mal que quedan solamente dos semanas y tres partidos para acabar de la mejor posible (aunque la herida aún costará de cicatrizar), tomar decisiones para acometer un reciclaje necesario dentro de los condicionantes económicos y exigir responsabilidades. Ojo que lo del yugo financiero está para todos los clubes, no solamente en Orriols. Hay que  currar y buscar fórmulas para emprender la reconstrucción. Una autocrítica en todos los escalones de la pirámide. Lo que sí compro, comparto y entiendo como un factor desestabilizador, como he dicho muchas veces, es la sucesión de problemas físicos en puestos clave (Vukcevic, Radoja, Campaña y Melero) sin un ‘plan B’ de la suficiente garantía para mantener el listón y no descarrilar.

Cada jornada lleva consigo un paso atrás en la clasificación y una pérdida importante en los ingresos de los derechos de televisión. En la visita en el Villamarín, el Levante era noveno, a cinco puntos de la séptima plaza que ocupaba el Villarreal (la que da acceso a la Conference League) y a siete del Real Betis, que era sexto por aquel entonces. A partir de ahí (19 de marzo), la inercia negativa se ha traducido en una caída libre, sin freno, con una victoria (Eibar), un empate (Alavés) y seis derrotas (Betis, Huesca, Villarreal, Sevilla, Elche y Celta). En otro escenario, el partido de hoy ante el Barcelona sería la leche, con el recuerdo de aquel inolvidable 5-4 del 13 de mayo de 2018 y la posibilidad de ser jueces de la Liga, pero hace unas cuantas semanas que el Levante está fuera de combate, en una historia interminable, sin sellar matemáticamente la permanencia y generando una desafección con secuelas preocupantes para el próximo proyecto que hay que erradicar como sea para no arrancar con un panorama viciado.

Ante Celta y Alavés, Paco López, con sus decisiones deportivas (la consolidación de Cárdenas y la irrupción de Cantero son una bendición), ha intentado solucionar el estropicio, reducir la sangría, pero no está siendo suficiente por el desequilibrio en las áreas. Si el potencial ofensivo choca contra la fragilidad defensiva, los deberes se quedan a medias. Y está claro que si los de arriba flaquean, el desenlace aún es peor como ha quedado demostrado, con números de descenso. En Vitoria, el equipo volvió a marcar después de tres partidos de sequía (llevaba 339 minutos, más prolongaciones), sumó tras cuatro derrotas seguidas mordiendo el polvo, y Morales se reactivó con un doblete sin premio por una nueva demostración de fragilidad defensiva, focalizada esta vez en Róber Pier (por partida doble) y en una falta innecesaria cometida por Son que dio pie al empate definitivo de Joselu y generó un extra de sufrimiento secundado por una prolongación incomprensible. Me parece alucinante el criterio arbitral en la toma de decisiones.

Con un mínimo de contundencia, el equipo hubiera vuelto de Mendizorroza con los tres puntos. El Levante acabó hundido en el área (sin un ‘9’ puro) y a merced del juego directo y vertical de un rival necesitado que aglutinó todo el poderío físico y ofensivo posible para rescatar un punto y aferrarse a la vida. Una solución que se encontró el Alavés, sin ser un asedio ante la portería de Cárdenas, y con la sensación de que las fuerzas no dieron para más que defender una victoria que se resiste desde hace más de un mes. Una fórmula muy parecida a la de Ipurua, la del Paco más ‘barraquero’, para calcar el desenlace, amarrar el triunfo y afrontar las últimas tres jornadas con la confirmación de la continuidad un año más entre los mejores del panorama nacional. Todavía no lo es porque Elche y Huesca, ambos a nueve puntos faltando esos mismos, tienen el golaveraje ganado con los granotas.

La permanencia matemática debió llevar el sello de Morales. El Comandante no veía puerta desde el 6 de febrero ante el Granada cuando anotó los dos tantos de otro 2-2, pero en el Ciutat. Como en el ‘banquillazo’ en La Cerámica, que fue el preludio de su explosión, de su mejor tramo de la temporada y el impulso para cerrar una renovación merecida y que se estaba prolongado más de lo normal, el ‘11’ canalizó la suplencia de Balaídos “como un verdadero capitán” y ocho días después lideró la reacción tras el 1-0 de Pere Pons en una recta final de primera parte que se echaba de menos. En lo personal, el madrileño logró igualar sus mejores registros goleadores en Liga (los 12 tantos de las temporadas 2017-18 y 2018-19). Fue un Levante sin especular, vertical, explosivo y en el que Cantero tuvo participación en ambas dianas. Maestro y alumno compartiendo once por primera vez. Con todo merecimiento, el nuevo de la clase se ha hecho con un hueco entre los elegidos y que siga así ante Barcelona, Getafe y Cádiz. Carácter, personalidad y una tranquilidad inusual para llevar solamente dos partidos en la máxima categoría. Acabó agotado por el trabajazo y el tremendo calor que obligó a acordar que hubiera pausa de hidratación fuera de los plazos habituales de competición. Más Canteros por favor. Su aire fresco es oxígeno en vena. 

Las lesiones, la autocomplacencia y la falta de ambición han provocado una sucesión de reacciones adversas. Ahora respiro en el levantinismo la peor sensación de todas: la indiferencia. ¿Hay remedio? Claro que sí, pero hay que ponerse las pilas y dejarse de excusas. Con un empate (el del pasado sábado) en los últimos cinco partidos y siete puntos en los diez encuentros desde la eliminación en las semifinales de Copa del Rey, que el Valencia estaría en estos momentos por delante de la clasificación (con los mismos 39) se veía venir. Ese aliciente se ha complicado (al vecino le queda medirse al Sevilla, Eibar y Huesca) como lo de acabar entre el Top Ten y ya ni hablo de superar los 49 puntos de la temporada pasada y llegar a los 50 porque es matemáticamente imposible. De ahora en adelante, más incluso que lo que hay en juego numéricamente hablando, es trascendental seguir construyendo el futuro proyecto y dar continuidad a la mini revolución de los últimos enfrentamientos (o como lo queráis llamar). Cárdenas, Cantero y nueve más… y que cada uno complete el once como le mole más, aunque creo que es unánime quiénes no merecen ese protagonismo.

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