Notable alto

VALÈNCIA. Cuando era pequeño, que lo fui, llevábamos a nuestros padres las notas a final de cada evaluación para que firmasen el ‘enterado’ -pido disculpas de antemano por no utilizar un lenguaje más inclusivo pero es que en aquella España de los 70 el que se tenía que enterar era el padre-. Huelga comentar el acongojo que llevabas camino a casa cuando la calabaza no se había convertido en carroza y seguía siendo una p... calabaza y cómo ibas de tranquilo si habías obtenido, como Anil Murthy, un 8 sobre 10. Vamos... un notable alto. Pero el presidente ha hecho algo de trampa porque la nota se la ha puesto él mismo y es evidente que no tiene abuela. También puede ser que la nota sea mucho mayor a ojos de su amo porque lo que no se le puede discutir al presidente del Valencia es que es tan grande su capacidad para despreciar a quienes él entiende como súbditos como su sonrojante servilismo hacia el jefe y si quien tiene que firmarle las notas es el que vive en Singapur, seguramente estará orgulloso de su aventajado discípulo. 

Más allá de las calificaciones obtenidas, esta semana, el presidente no ha descubierto nada: más bien ha hecho que el amanuense requerido para divulgar sus virtudes en ese mundo anglosajón que tanto les gusta ponga negro sobre blanco lo que los paletos de por aquí ya sabíamos. Quiere entrenadores que “ejecuten como hace un funcionario las directrices de Lim”. Nada nuevo bajo el sol. Lo que sucede es que, como no respetan nada ni a nadie, queriendo con esa declaración mandar un dardo a Marcelino lo que hace es rebajar a la altura del betún las capacidades de Albert Celades y de todos los profesionales que trabajan en el Valencia como si su iniciativa fuese igual a cero y sólo fueran marionetas manejadas por el magnate. Creo que, al margen de los cuatro ‘pelotillas’ que se han atrincherado en el ‘Gabinete del Presidente’ -que esos sí que no están capacitados para nada que vaya más allá de dar la ‘cabotá’-, el club tiene, empezando por Celades, un buen número de profesionales capacitados para desempañar sus cometidos con un éxito notable y lo que ha hecho Murthy, una vez más y ya van muchas, es faltarles al respeto igual que hizo con los aficionados cuando los hizo callar en Mestalla. Acto seguido, cada vez que protagoniza un episodio de este tipo, pone a todo el personal a su cargo a ‘cocinar’ matizaciones que no son sino excusas de mal pagador. Tras su indignante actuación en el palco en el encuentro ante el Alavés es que estaba nervioso porque recibía amenazas y ahora resulta que es la transcripción, que ha sido mala y la traducción... peor. Él se queda más ancho que largo, mueve sus fichas en las RRSS y en algún que otro medio para que salgan a su rescate los cuatro paniaguados de turno y esboza esa permanente sonrisa que traducida -no sé si mal o bien- al idioma del sentido común significa algo así como: ‘no sabéis cómo me la peláis todos’.

No soy de los que abominan las jerarquías. Entiendo perfectamente que en una empresa debe haber unos protocolos claros y bien marcados por los que el de abajo rinde cuentas al de arriba sin saltarse la cadena de mando. Pero entiendo que cuando tienes la reiterada necesidad de ir recordando permanentemente que eres el que manda es porque nunca has demostrado tu capacidad para hacerlo y no has sabido ganar ni el respeto ni mucho menos la admiración de quien tienes por debajo. Ese: ‘ejecutar como un funcionario las directrices de Lim’ encierra un mensaje de derrota. Obedéceme porque soy el amo y no porque haya demostrado que estoy capacitado para serlo. No creo que nadie albergue dudas sobre sus dotes empresariales en otras facetas porque, de no tenerlas, difícilmente hubiera podido amasar una fortuna como la que tiene y si se ha querido comprar un club de fútbol lo manejará como le parezca oportuno, pero de ahí a que estén capacitados para marcar las directrices de un club media un abismo.... se pongan un 8, un 10 o una Matrícula de Honor.