GRUPO PLAZA

innovadores

Quibim, El ‘radiólogo automático’ que nació en València

La solución creada por Ángel Alberich y Luis Martí Bonmatí ayuda a los profesionales a extraer la información oculta de las imágenes médicas

| 20/04/2017 | 8 min, 28 seg

VALÈNCIA.- Quibim es una empresa tecnológica que, en este preciso instante, podría tener su sede en Boston. Pero no, el castellonense Ángel Alberich decidió apostar por València para desarrollar una técnica que, según dice, será «la radiología del futuro». Tras ser nombrado en 2015 por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) como uno de los mejores jóvenes innovadores de España, se le abrió la puerta para llevarse al extranjero el desarrollo de la compañía. 

Se trata de una solución computacional que permite analizar imágenes médicas con precisión a partir de biomarcadores. «A día de hoy, el radiólogo y el médico nuclear utilizan principalmente un sistema cualitativo cuando se enfrentan al estudio de imágenes, tanto radiografías como resonancias magnéticas o PET. Su informe suele expresarse como una opinión del tipo ‘atrofia cerebral moderada’. Aunque existen algunas escalas, esta aproximación es muy subjetiva e imprecisa, estando totalmente basada en la experiencia del médico. No es objetiva ni consistente. No es como una muestra de sangre donde el resultado está muy bien definido y puede estar dentro o fuera de unos rangos de normalidad», explica. 

Lea Plaza al completo en su dispositivo iOS o Android con nuestra app

Alberich es ingeniero de Telecomunicaciones y máster en Ingeniería Biomédica por la Universidad Politécnica de València. Empezó la carrera en 2002, pero recuerda que en tercero no le gustaba demasiado hacia dónde se dirigían sus estudios. «El tema de móviles y satélites era algo que me gustaba cuando entré pero no me acababa de encajar en ese momento. Mi novia estudiaba medicina y veía que tenía más impacto en la sociedad», añade. Con la biología en mente, a mitad de carrera decidió irse a un curso becado en la Universidad Complutense de Madrid sobre ingeniería en salud.

Ese fue el momento clave en el que decidió redirigirse y en el inicio de su nuevo camino se encontró con su actual socio, Luis Martí Bonmatí, director del Área Clínica de Imagen Médica del Hospital Universitario La Fe de València y Jefe de Servicio de Radiología de Quirónsalud de València, miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, a quien escogió para dirigir su proyecto final de carrera. «Buscaba una metodología para analizar el hueso y los problemas asociados con la osteoporosis. Aunque no tenía ese conocimiento, sabía mucho de procesamiento de imagen». Empezó su proyecto final de carrera con Martí Bonmatí desarrollando varios algoritmos que al final de la tesis, ya pasados dos años, pudo aplicar en su carrera profesional.

«Yo diría que la ventaja competitiva de Quibim es que la medicina y la ingeniería se han juntado en una misma empresa»

Iniciaron este proceso en Quirón, donde ofrecían los servicios de análisis, pero Alberich creyó que era posible hacerlo más grande y llegar a más gente enfocándose internacionalmente. «Vi que crear una empresa tenía sentido. En La Fe buscaban a un post doc para una plataforma de Radiología Experimental a tiempo parcial y pensé que podía complementarlo con Quibim». Con treinta años le apetecía probar a ser emprendedor y junto a su equipo pensó que Lanzadera sería una buena opción para el despegue definitivo, un punto de inflexión para pisar el acelerador.

Pero ¿cómo ofrecer su servicio de una radiología de precisión y objetiva por todo el mundo? La intención es hacer el proceso a través de una plataforma en la nube para que sea posible acceder desde cualquier hospital. Las imágenes se suben a sus servidores, donde se analizan ya sea de forma automática con sus algoritmos o semiautomática con la intervención de un ingeniero a través del análisis individualizado de los píxeles. Después, la información generada vuelve al médico para mejorar el diagnóstico del paciente, con un tiempo de cómputo siempre inferior a las ocho horas, actualmente en reducción ya que su inversión en I+D pasa por acortar estos registros de ejecución.

La intención es que sea posible bien acceder al grado y porcentaje exacto de afectación que puede tener un órgano o bien al conocimiento sobre el estado preciso de una enfermedad. Para Alberich, tiene otras aplicaciones interesantes para la industria farmacéutica, como evaluar la respuesta a un tratamiento innovador en un ensayo clínico. «En lugar de esperar meses para saber si la quimioterapia concreta tiene efectos positivos, con un biomarcador de Quibim se puede estimar si el paciente está respondiendo o no al tratamiento tan pronto como a los siete días o incluso antes».

Es posible también saber cuál es la densidad de neuronas de un paciente en su corteza cerebral y compararla con la normalidad, un hecho que está relacionado con la enfermedad de Alzheimer. «Podemos extraer información sobre el hígado y sus enfermedades, como si tiene depósitos de grasa o hierro, anemias, diabetes y obesidad, con una técnica que llamamos biopsia virtual, porque proporciona medidas incluso más objetivas.» También hacen mediciones en oncología, en el pulmón o en el sistema musculoesquelético, donde pueden averiguar, por ejemplo, la probabilidad de que un hueso se rompa. «Esto lo llamamos el paso hacia la medicina de precisión», explica Alberich.

Crearon la plataforma pero por el camino se encontraron con la situación legal. «En España los hospitales no pueden subir datos de pacientes, así que fragmentamos el negocio en dos. Uno es el modelo de hospitales, donde colocamos un servidor para el hospital para que los datos queden ahí; y otro modelo es el estudio en la nube, donde investigadores, farmacéuticas y médicos de cualquier país que tengan el consentimiento del paciente para realizar el análisis de nuestra plataforma pueden subir los datos».

A nivel mundial reconocen que existen empresas que derivan de ‘compañeros profesionales’ que han montado iniciativas similares en Bélgica o Israel pero no son más de seis o siete empresas en todo el mundo. «Yo diría que la ventaja competitiva de Quibim es que la medicina y la ingeniería se han juntado en una misma empresa». Les llegan peticiones de servicio desde EEUU, Chile, India, Rusia, Portugal y también de España. 

En la red pública de la Comunitat Valenciana solo es una realidad por ahora en La Fe, donde todo lo que desarrollan lo instalan de forma prioritaria. «La situación ideal para nosotros es que se ponga en marcha la Plataforma o Red de Imagen Médica de la Comunitat Valenciana», explica. Se trata de hacer un sistema de gestión y repositorio único de imágenes médicas en el que si te haces un TAC en Vinaròs lo puedan ver directamente en cualquier otro hospital. Con esa arquitectura, Quibim daría su servicio en toda la Comunitat. 

Recientemente, Quibim cerró una ronda de financiación por un valor de 550.000 euros de la mano de Tech Transfer UPV, AYCE Capital, Bioinfogate y los propios promotores de la compañía. En 2018 quieren llegar a tener rentabilidad, incrementar la facturación y olvidarse de buscar inversores aunque reconoce que su competidor de Israel consiguió levantar doce millones de capital sin facturar nada. Asegura que en València hay capital suficiente para invertir, pero falta atrevimiento del inversor en proyectos biotecnológicos. «No conoces sus bases y además tienes que estudiarte muy bien los proyectos para invertir», explica, y asegura que han tenido una media de veinte reuniones con cada inversor. «Salen sabiendo qué es un biomarcador de imagen».

Existen iniciativas similares en Bélgica o Israel pero no son más de seis o siete empresas de este tipo en el mundo

«Estuve en Boston viendo el negocio con la aceleradora del MIT. Su mensaje es: ven, monta la empresa y no te ponemos lo que pidas, sino mucho más», explica Alberich. La opción se barajó, pero decidieron permanecer en València manteniendo su vinculación con un gran hospital de referencia como es La Fe, de cuyo Instituto de Investigación son spin off. Reconoce que el premio del MIT ayuda a dar mucha visibilidad a los proyectos y admira su transversalidad. «Aunque seamos una pequeña startup, el hecho de conocer al director de la aceleradora permite escribirle y que concierte una reunión con el CEO de una compañía en Chicago. Si intentáramos construir desde aquí esas relaciones sería más complicado», apunta.

Señala que València es tierra de empresas de salud. «A nivel biotecnológico, nos hemos ido mirando con Barcelona y Madrid aunque en algunos casos en densidad de startups por población València está por delante». Cree que el éxito se debe a la promoción de este tipo de empresas en la Comunitat, porque las universidades han implantado el grado de Ingeniería Biomédica y llegaron nuevas titulaciones como Biotecnología. También reconoce la labor de técnicos del Ayuntamiento de Valencia al frente de Vit Salud. «Han sabido reunirnos y generar una serie de sinergias entre nosotros con emprendedores con experiencia como los TEI Bio impulsados por Manuel Pérez Alonso. El enfoque es atractivo para todos, especialmente para los estudiantes que quieran ser emprendedores», concluye Alberich.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 30 de la revista Plaza

next