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/ OPINIÓN

The road to hell

2/10/2021 - 

VALÈNCIA. “…estoy de pie junto a un río pero el agua no fluye. Hierve con todos los venenos que puedas imaginar..”. Así arranca una magnífica canción ‘ochentera’ que Chris Rea concibió atrapado en un atasco de tráfico en su Reino Unido natal y que me vino a la cabeza, de forma inmediata, al recibir la noticia del Fair play financiero y es que La Liga ha desnudado definitivamente a los ineptos que gobiernan el Valencia y que los están convirtiendo en un Club pequeño en el que brilla por su ausencia la audacia y el atrevimiento necesarios para trascender en un mundo que no está hecho para mediocres. Aunque es por todos sabido, y no me perece criticable porque al fin y al cabo se trata de una afición y no un oficio, que la gran mayoría de aficionados se fijan poco en la trastienda de la entidad y su devoción se limita a que esta tarde entre la ‘pelotita’, el desplome del Valencia CF en el ranking del límite salarial de forma absolutamente directa al asunto de la ‘pelotita’: no se trata de si el Club podrá atender o no a un vencimiento, si vendemos más o menos ‘tokens’ o si el presidente ha ‘reventado’ la banda magnética de la VISA ORO del Club. Se trata, nada más y nada menos que de la capacidad del Valencia CF para invertir en lo que, fundamentalmente, ocupa a la gran mayoría de aficionado: la plantilla y cuerpo técnico. Capacidad que se va a ver drásticamente reducida debido a una gestión calamitosa que el tiempo y los tribunales dirán si es fruto de la ineptitud, de la mala fe o… de las dos cosas y que , salvo milagro deportivo o ampliación de capital verdaderamente ambiciosa, obligará al Valencia a recortar, todavía más, una plantilla que ya ha venido siendo mermada en los últimos años. 

Aquella mayor transacción del fútbol mundial se ha quedado en el timo del ‘tocomocho’ y, mientras desde la oficialidad filtran falsas excusas y pocas soluciones, la verdad es que el Club que durante tantos años se ha venido ganando un hueco importante en el corazoncito de tantos valencianos y no valencianos; Un Club que ha sido grande y se ha paseado por Europa con orgullo… ahora es un Club menor que mantiene la grandeza sentimental que le confiere su incondicional aficionado pero cuyos gestores están jibarizando hasta no se sabe, todavía, dónde. Ya lo dijo el propio Peter Lim: "Me despierto y soy dueño de un club de fútbol, pero no sé nada más". No hay plan ninguno que vaya más allá del azar de la improvisación y, si algún día hubo una intención de apuesta por el crecimiento, hoy se ha esfumado en una huida desesperada que permita ‘salvar los muebles’, que el daño sea el menor posible y que la sociedad esté más o menos presentable para poder vender cuando llegue el momento aunque haya quedado absolutamente desprovista de las expectativas deportivas que son indisociables de la cultura e historia valencianista.

Es el camino hacia la nada o… como decía la canción: “Esto no es una autopista ascendente. Este es el camino al infierno…”

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