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opinión

Un verano para dormir a pierna suelta

7/06/2019 - 

VALÈNCIA. Hubo un tiempo no muy lejano en que el Valencia CF era mucho ruido y pocas nueces. Ahora, ese ciclo se ha invertido: después de una exhibición de madurez de Mestalla, el clima dentro del club es positivo y tanto en los despachos como en el césped, el VCF ahora mismo responde a una ecuación que, en el fútbol y en la vida, suele conducir al éxito: poco ruido y muchas nueces. El matrimonio ideal que forman Mateu Alemany y Marcelino García Toral, la “doble M”, lleva tiempo planificando el presente y futuro del equipo. Y la hoja de ruta es clara: 1) En el capítulo de altas, tendrá que existir consenso entre lo mejor para el equipo y lo mejor para el club; y 2) en el apartado de bajas, será el club el que marque los tiempos y el que estudie, medite o valore las ofertas que lleguen por los jugadores. Un discurso sencillo, directo y conciso: el mercado delimitará el radio de acción del club, no se estirará la manga más que el brazo y las ventas acabarán por dimensionar qué tipo de piezas, qué tipo de precios y qué tipo de nombres acaben llegando a un club que ha llegado a la elite, que ha conquistado un título y que tiene la aspiración de mantenerse, que es más difícil que llegar.

Una autopista de doble sentido para equilibrar el Valencia CF del próximo curso, con dos premisas clave: que los fichajes mejoren o potencien el nivel que ya se tiene y que no se tenga miedo a vender para poder sostener el crecimiento. Poco ruido y muchas nueces, el Valencia CF ya se está moviendo en diferentes direcciones. Más allá de la llegada de posibles complementos -quién sabe si un lateral diestro-, si surgen oportunidades de mercado, las prioridades están claras: Se busca un portero de nivel, un lateral izquierdo para dar relevos de Gaya, un volante para el centro del campo y con toda probabilidad, dos delanteros, uno posicional que aumente la efectividad de cara a gol y otro que vaya bien al espacio, característica vital para un equipo de espíritu claramente contragolpeador.  Unos cinco o seis nuevos cromos. No más. Rumores, nombres y especulaciones al margen, el VCF sabe, mejor que cualquier otro verano, qué es lo que busca. Pablo Longoria está al pie del cañón, tiene una buena agenda, está en perfecta sintonía con Marcelino y de propina, Alemany es un lince en cuestiones negociadoras. Como antes de entrar habrá que dejar salir, por las famosas cuestiones presupuestarias, el club está aclarando el panorama con diferentes jugadores. Y lo tiene muy claro. No hay una necesidad imperiosa de desprenderse de talento, pero sí existe el convencimiento de que si llegan buenas ofertas, deben utilizarse para crecer exponencialmente reinvirtiendo ese dinero en captar más talento. Si hay que vender, se venderá. Y sin miedo. A nadie le temblará el pulso.

¿Nombres propios que podrían estar en la puerta giratoria? Matiz arriba, matiz abajo, son conocidos. Neto, que ha hecho una fantástica temporada – y eso que nada más llegar se llegó a decir que era un capricho incompresible del entrenador-, desea salir y tiene dos buenas ofertas de la Premier. Rodrigo, que es feliz en Valencia pero sabe del interés de otros clubes, está en la rampa de salida si ese interés se concreta en una oferta que supere los 60 millones. Mina, que no es un virtuoso pero siempre se ha entregado en Mestalla, tiene ofertas y el club valorará su destino. Paulista, que ha estado sensacional, podría sentarse con el club, porque el año pasado tuvo una oferta extraordinaria, con un sueldo mucho mejor, y decidió quedarse, por lo que ahora no sería descabellado que reclamase una pequeña mejora. Y Chery, que siempre que jugó ofreció un buen rendimiento, espera un movimiento firme del club para saber si sigue o si regresa. En las llegadas se habla de Darmian, de Maxi Gómez, de Pedro Porro, de Cillessen y de mil nombres más. Pero más allá de nombres, existe una sensación casi novedosa en el seno del club: lo que suceda, convendrá. Ahora mismo, son muchos los jugadores que quieren venir al Valencia y muy pocos los que quieren irse. Este es un proyecto sólido, ganador y con margen de crecimiento. Lo que el Valencia CF siempre fue, lo que nunca debió dejar de ser y lo que tiene que seguir siendo. Un club que venda o compre, sea realmente competitivo. Este verano será clave para crecer. Y uno, que no es del Valencia CF pero lo siente cercano, tiene claro que el club está en buenas manos. Y que, se venda o compre, se vaya quien se vaya y llegue quien llegue, el valencianismo puede dormir a pierna suelta: Marcelino y Mateu saben muy bien lo que se hacen.

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