Considerado por algunos críticos alicantinos como el mejor pintor de nuestra tierra de la primera mitad del siglo XX, no era dado a relaciones públicas ni a promocionar su obra como debe hacer todo artista. En este caso, un pintor como Emilio Varela Isabel nacido en Alicante el 6 de noviembre de 1887 y siendo adolescente, ingresó en la academia del pintor Lorenzo Casanova y tras su muerte 1900, le sucedió Lorenzo Pericás (el cual después fue sucedido por Adelardo Parrilla como profesor).
Cuando a primeros de siglo Sorolla llega a Alicante, admiró la capacidad de Varela para ver el color y llegó a decir: “Ese Varelita ve el color mejor que yo… Tiene demasiados progresos y me está robando el color” (José Moratinos). Velera aceptó la invitación de formarse en el estudio madrileño del maestro junto a otros discípulos en el Estudio Sorolla, donde permaneció desde 1904 a 1907. Durante este periodo, Valera fue distinguido con una mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes por su óleo “Gitanas” (1906).
Posteriormente, a finales de 1918 y primeros del año siguiente, estuvo unos meses en la terreta para pintar el cuadro titulado “El Palmeral de Eche” para la Hispanic Society, acompañado por Heliodoro y Varela. Esta estancia afianzó la amistad entre nuestros dos pintores y justificó la correspondencia adjunta.
La dirección estética y cromática hacia el “luminismo” de Sorolla fue sin duda el mayor de los bagajes de Emilio Varela, que según Eduardo Lastre lo convierte en el más destacado pintor alicantino del primer tercio del siglo XX. Valera, con el apoyo y dirección del maestro, estaba destinado a sucederle; sin embargo, el 17 de junio de 1920, mientras Sorolla pintaba un retrato de Mabel Rick, la mujer de Pérez de Ayala, sufrió un ataque de hemiplejia que lo dejó invalidado para la pintura, y fallió en Cercedilla el 10 agosto de 1923.
“La timidez y la taciturnez de Emilio Varela -como escribiera Adrián Espí Valdés (1974:24)- no le dejarán a lo largo de su vida el semáforo abierto para lanzarse a la conquista del mundo del arte”. Hubiera podido ser una primera firma en el concierto plástico de España y de Europa. Estuvo unas semanas en París en 1928, invitado por el compositor Oscar Esplá. Sin embargo, no fue capaz de quedarse por falta se seguridad en sí mismo.