El bajón de los pesos pesados

VALÈNCIA. En el desesperante Valencia que conduce Javi Gracia por el lodazal de la tabla es alarmante el momento de juego que marca la plantilla. A nivel grupal el rendimiento es bajo y decepcionante, pese a todas las coartadas a las que puede agarrarse el entrenador respecto a la desastrosa planificación deportiva y a la poda de talento que el máximo accionista del club llevó a cabo en verano. 

La cuestión es preocupante en los futbolistas llamados a liderar el vestuario. Jaume, Gayà, Gabriel Paulista, Carlos Soler, Guedes o Maxi Gómez, llamados a ser diferenciales en el terreno de juego, emiten señales gestuales y de productividad alarmantes. Javi Gracia, como sucede con el resto del vestuario, no ha sido capaz todavía de sacar el máximo provecho de sus indiscutibles. Y el liderazgo que estos habían de asumir para enganchar al resto del grupo todavía está verde.

Jaume no ofrece seguridad

El debate sobre el cambio en la portería sigue latente. Jaume es tan irregular con el equipo. Ante el Real Madrid encajó un gol parecido al que le hizo el mismo jugador, Benzema, en el partido de Mestalla. Con Jaume bajo palos, la consigna de los entrenadores rivales parece ser la de disparar a puerta desde fuera del área. El meta no alcanza el rendimiento adecuado para transmitir tranquilidad al grupo, pero con Cillessen lesionado no ha tenido competencia ni contrincante en la plantilla que le obligará a mejorar y a abandonar su zona de confort. Su compromiso con el escudo, su ascendencia sobre el grupo, y su comportamiento, muy profesional, lo sostienen en la portería. Con la vuelta de Cillessen veremos qué decisión toma Gracia.

Paulista no es el mismo

Gabriel Paulista, desde que regresó de su última lesión, no es el mismo jugador. El central brasileño, que siempre ha tenido un gran rendimiento en los duelos con los puntas rivales por su agresividad, no es el líder que necesita la defensa del Valencia, huérfana de un central de jerarquía. Paulista tiene dificultades en la salida de balón y, a veces, se perfila mal para defender. Sin su habitual garra, la defensa se resiente. Su periodo de baja por lesión, la inestabilidad en esa zona, expuesta por las bajas de Diakhaby o Guillamón, es probable que le pasen factura en su rendimiento al no tener un compañero estable a su lado. Sin un mediocentro defensivo que acuda en su ayuda y con el anárquico Correia a su lado en el flanco derecho, Paulista tampoco tiene un buen entorno para estar tranquilo.

Maxi, protestón y seco

Maxi Gómez vive alterado. El uruguayo, desde su salida del equipo en Granada por una decisión técnica, está más protestón. Su lenguaje gestual indica que no está cómodo. Su gol ante el Cádiz, el último que ha hecho, parece una anécdota. Lleva cinco dianas esta temporada. Esta protestón y seco ante la portería contraria.

En los últimos duelos abandona el área más que de costumbre. Aparece en el centro del campo a enganchar con los mediocentros o cae a una banda para centrar. Parece que busca el balón, cansado de que no le llegue, pero eso provoca que, muchas veces, no esté donde más daño hace. La indefinición en el juego del equipo, que se mete muy atrás pero tampoco es directo en fase ofensiva, le perjudica. Da la impresión de que Maxi necesita a su lado un segunda punta que enlace con el centro del campo, como puede ser Kang In. Para complementarse precisa, tal vez, de un perfil como el de Rodrigo, y Kang In es el que más se le parece, aunque no tiene continuidad en el equipo. El uruguayo está más cómodo con el surcoreano que con Gameiro o Manu Vallejo. 

Guedes, un problema

Gonçalo Guedes, el jugador que siempre promete el paraíso pero pocas veces te lo da, no rinde conforme a su talento. Apático y anárquico, el portugués ni es regular ni desequilibra duelos por talento. Su condición de jugador franquicia no es decisiva en el campo. No está cómodo con Javi Gracia, que le exige trabajo, y no acaba de encontrarle la posición. El portugués, suplente de Cheryshev, está jugando desde que el ruso está lesionado. Guedes sabe que no cuenta con la confianza absoluta de su entrenador y en el campo apenas resulta trascendente. Su rendimiento lo ha devaluado y supone un problema deportivo y económico grave para el club dado que faltan 20 millones por amortizar de su fichaje. Peter Lim tiene que decidir si recurre a Mendes este verano para ponerlo en el mercado y sacarlo del equipo. Su historial de decepciones es tremendo.

Gayà es un espejo

El rostro de José Luis Gayà es un espejo. Su cara refleja toda la tensión que vive por la situación clasificatoria del equipo, y su discurso explica su impotencia como capitán para tirar de todo el vestuario hacia el juego que los saque del cuarto trastero de la tabla. El capitán ha dejado de percutir por la banda izquierda y, lejos de ser una forma de dosificarse para evitar problemas musculares, esta decisión esconde la falta de confianza en Guedes y en el sistema defensivo del colectivo. El portugués defiende mal cuando tiene que hacer la cobertura al lateral y deja vendido el costado cuando el capitán sube por la banda. Su falta de intensidad defensiva penaliza al lateral, por eso el titular estaba siendo Cheryshev con el que Gayà está más protegido. Durante un tramo de temporada, Gayà y Maxi fueron las dos grandes bazas ofensivas del equipo. Hoy, los dos están desesperados porque la mayoría del vestuario no acompaña.

Carlos Soler, lejos del área

A Carlos Soler le sucede algo parecido a lo que le pasa a Gayà, aunque es el que menos ha bajado en su rendimiento de este grupo de jugadores. Se ha encogido en las últimas semanas. El planteamiento temeroso del equipo, la falta de un mediocentro que sostenga el centro del campo para que lo libere de obligaciones defensivas y lo acerque al área, y jugar en paralelo a Racic, con el que se reparte los roles de mediocentro defensivo y creador en la medular, castra su talento. Con el equipo jugando en bloque bajo y haciéndose muy largo, Soler tiene problemas para ser más definitivo. Lleva varios partidos sin batir líneas en conducción.