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Dificultades, avances y metas a alcanzar

La música clásica también fue escrita por ellas: presente y futuro de un legado "masculinizado"

30/12/2019 - 

CASTELLÓ. ¿Qué lugar ocupan las mujeres en la historia de la música? A finales de los 70 y 80 hubo en los Estados Unidos un resurgir. Empezó a 'contagiarse' la necesidad de recolectar el nombre de todas esas artistas que la sociedad desconocía. La gente se preguntaba desde cuántas piezas se compusieron, qué decían sus letras y de qué género eran, hasta cuál había sido su formación y posteriormente su vida musical. Un activismo que valió para recopilar grandes nombres de la historia como son Clara Schumann (1819-1896), Alma Mahler (1879-1964) o Nadia Boulanger (1887-1979). Sin embargo, aunque esas dos décadas sirvieron para rescatar a muchas mujeres, todavía hoy muchas siguen en la sombra. 

"Tras entrevistar a varias compositoras, directoras, e incluso por mi propia experiencia como musicóloga, me di cuenta de que en el conservatorio no hay casi referentes femeninos y eso desanima a las mujeres a tomar otros caminos. La invisibilidad también se perpetúa al no programar la obra de estas profesionales o al no hacer que futuros músicos toquen sus piezas en clase", asegura Sandra Soler Campo, autora del libro Mujeres músicas. Dificultades, avances y metas a alcanzar en el siglo XXI, perteneciente a la colección de obras de la UJI. En él, la profesional acerca algunas de estas creaciones, profundizando en el momento en el que se crearon. E igualmente describe los diferentes mecanismos que están favoreciendo su lenta, pero constante, inclusión en la sociedad actual.

Parece ser que el movimiento feminista no ha dejado campo por reivindicar y también en el ámbito musical ha habido una agitación que ha marcado estos últimos años. "Los mismos maestros están más sensibilizados con esta problemática y van introduciendo cada vez a más mujeres en sus temarios. Es un proceso largo, pero esperemos que dentro de 20 años haya manuales que hablen de muchas mujeres y que no sean una excepción", manifiesta Soler. Además, paralelamente, se han originado agrupaciones instrumentales -como Almaclara en Sevilla- que se dedican plenamente a visibilizar o interpretar piezas compuestas solo por mujeres. "Hay sectores de la población que las ven como muy segregacionistas, pero independientemente de que esté bien o mal visto, este hecho musical es una de las metas a seguir. Es decir, ya en términos generales, es bueno discriminar entre buena o mala música, independientemente del género, porque se está dando visibilidad a obras que nunca se han escuchado", explica la autora. 

Además, la aportación femenina ha sido especialmente fuerte en el ámbito de la composición. Por eso, al igual que ocurre con los hombres, se crearon obras clásicas maestras. Más aún con el renacimiento, momento en el que se creó la imprenta de Gutemberng y las mujeres empezaron a comunicarse con mayor facilidad. "Sin embargo, aun así sus obras quedaban en un plano doméstico, ya que no estaba bien visto que compusieran para acontecimientos de gran envergadura, pese a que se demostró que estaban capacitadas. No fue hasta que tuvieron acceso a los estudios del conservatorio superior que pudieron demostrar al mundo que eran igual de capaces", indice la musicóloga.

Sea como sea, parece que ahora las mujeres cuando finalizan sus estudios y se miran en el espejo, piensan en los grandes logros que una vez alcanzaron otras artistas como ellas. Mientras que antes, sus únicas referencias eran masculinas. En su caso, para el análisis del libro, Soler ha hablado con grandes compositoras de nuestro país como son Mariona Vila (Barcelona, 1958), Mercedes Zavala (Madrid, 1963) o Leonora Mila (Villanueva y Geltrú, 1942). "La sociedad en sí mismo debe abrirse mucho más. No debe sorprender ver a una mujer dirigiendo una orquestas, pero ni a la audiencia ni a los músicos. Y es que dentro del mismo gremio hay hombres que no se sienten tampoco a gusto dirigidos por mujeres. Por eso, la paridad es una meta alcanzar y en el ámbito musical es más que evidente que cualquier persona puede, independientemente de sexo, hacer cualquier actividad en cualquier momento", sostiene la profesional.

"Estaba mal visto que una mujer tocara la trompeta, porque se le podía 'deformar' la cara"

Lo cierto es que según asegura la misma, han estado estereotipados hasta los instrumentos. Lo más comunes para ellas serían el piano o el violín, mientras que los instrumentos de viento metal eran excepcionales. "Socialmente estaba muy mal visto que una mujer tocara la trompeta, porque se le podían hinchar los pulmones o 'deformar' de alguna manera la cara. Fue muy complicado introducirles estos instrumentos", asevera Soler. Aunque eso sí, la musicóloga afirma que precisamente en pueblos pequeños de Castellón y València la tradición de tocar en bandas ha permitido que más mujeres se abran camino en todo tipo de 'artefactos' musicales. "La música clásica ha arrastrado siempre un legado muy masculinizado, por una herencia patriarcal. Pero quién sabe si algún día la presencia de las mujeres sea tan poderosa como lo es otros géneros como el pop, el cual está lleno de cantantes empoderadas".

Un género que peca de elitista 

Así pues, otra urgencia que tiene el sector, y que en este caso afecta a ambos sexos, es el de abrir mucho más el repertorio de los auditorios. Sandra Soler expone que la mayoría de músicos, tras finalizar sus estudios, no lo tienen nada fácil para incorporarse en el mundo laboral. Sencillamente porque "estos espacios programan las mismas obras que hace 30 años". "Hay todo un conjunto de piezas, denominado canon musical, que aglutina grandes piezas de la historia de la música. Pues bien, los programadores recurren a ellas constantemente porque el público está muy acostumbrado a escucharlas. Hablamos obviamente de Beethoven, Mozart... Los organizadores saben que con estos nombres llenarán las salas y así lo hacen año tras año. Pero esto es un círculo vicioso y una lástima, ya que ha habido muchas piezas posteriores al siglo XIX y es muy difícil programarla", concluye Soler. 

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