Filomena ha dejado en descubierto una vez más la vulnerabilidad que viven algunas personas en nuestras propias ciudades, los “sin techo”. Y al mismo tiempo ha evidenciado el gran trabajo que algunas ONG hacen para cubrir el vacío que los servicios públicos no alcanzan
No se puede vivir de espaldas al sentido común, porque sino una nevada o un virus te devuelven a la cruda realidad contundentemente
2021 como apenas medio mes de enero ha puesto a prueba a los ciudadanos y a sus gestores. La borrasca Filomena de nuevo ha demostrado las carencias de una sociedad ya golpeada por la covid-19. No hay que olvidar que debajo del hielo está el virus y que el cansancio pandémico es real. Vamos camino de un nuevo confinamiento o como se quiera llamar
Es el título de una novela que luego se llevó al cine, película donde actúa uno de mis actores preferidos, David Niven. Pero para mí, es una pequeña declaración de intenciones en este año que sólo nos trae más muerte, más paro y más censura
Los aportes científicos de la ciudadanía caen bien cuando los alojan las grandes instituciones, pero la salud deviene terreno pantanoso más cuando el prestigio de la ciencia se las ve y se las desea con la gestión política de la pandemia
Mal hemos empezado el año, con frío en los pies, abatimiento y sin poder pisar los bares por la tarde. La peste sigue sin dar tregua; los hospitales se colapsan y las empresas cierran o se vacían de trabajadores. China, origen del mal, hace caja con el dolor del mundo. Sus gobernantes se merecen otro Núremberg