VALÈNCIA. Hoy los chicos de Alessio tienen una nueva oportunidad de servir al escudo blaugrana. Lógicamente existe una cierta inclinación a mirar la tabla y ver al equipo aproximándose, de forma tímida, al milagro, pero ese camino debe estar adoquinado de realismo: no se pueden ganar todos los partidos (y el de San Mamés era uno de los que tenía una cierta lógica perder) ni se deben achacar las derrotas siempre a la falta de actitud. A veces el rival sencillamente es mejor. El Athletic lo fue, de forma indiscutible, ante un Llevant que no ofreció su mejor versión, con un mal partido de algunos integrantes del once que lastraron la propuesta táctica del míster, que tampoco fue la mejor. Muchas veces hemos insistido en que, en partidos muy igualados, las lagunas en el equipo, por localizadas que sean, pueden devenir decisivas y que este equipo (y prácticamente todos los de la Liga) apenas tienen opciones de victoria si todos, además de ir a una, no encuentran cierta dosis de inspiración.
No miramos más allá del Espanyol. En teoría. Sin embargo va a ser muy difícil, que no imposible, convertir Orriols, en este tramo final de temporada, en un fortín. Por allí pasarán, además: Villarreal, Barça, Sevilla, Real Sociedad y Alavés. Además de porque es el próximo rival, y esa es la filosofía, hay que ganar sí o sí al team perico porque es, con el Glorioso, el más asequible. Este Llevant puede derrotar a cualquiera pero, racionalmente y en perspectiva, si finalmente se obra el milagro, parece que será más verosímil sumando fuera (Pamplona, Granada, Mestalla, Bernabéu, Vallecas) que en casa. Sí, ya sé que tenemos prohibido y con razón especular porque ahora mismo el Llevant ni siquiera está aún en las apuestas por la permanencia; todavía no es ni candidato… pero supongo que es inevitable. Estar en la pomada dependerá del partido de hoy y del próximo en el Sadar. Dos victorias lo cambiarían todo, además de representar un subidón de autoestima. Para conseguir este mínimo objetivo que alimentaría la esperanza todo pasa por el triunfo de hoy. Y eso depende, como siempre machacamos, del grado de implicación de los futbolistas –soberbio en la gran mayoría, en los últimos cuatro partidos– y también de su acierto. Actitud y aptitud. El equipo necesita a todos sus miembros al máximo de actitud. Aptitud hay. Calidad y capacidad. De sobra. Si vemos sobre el césped lo uno y lo otro, el sábado a las 4 seguiremos vivos y, seguramente, con licencia para soñar.