VALENCIA. Desde que acabó la victoria del Valencia CF en Balaídos, jugando muy bien al fútbol por momentos y goleando al equipo revelación en su propio estadio, me he cansado de leer análisis de com se había logrado ese gran triunfo en tierras gallegas.
Desde la versión que habla de una conjura que comenzó en el hotel del equipo, hasta subida de la línea de presión del equipo, todas las teorías me parecen interesantes. Sin embargo, yo de aquella tarde en Vigo, que la presencié en directo, me quedo con una cosa: los futbolistas se negaron a repetir el ridículo que habían hecho 72 horas antes en Gante. La goleada fue para disfrutarla y sirvió para calmar el tenso ambiente que se vivía en Valencia.
Sin embargo, error grave comete el que piense que la naturaleza da saltos y que un equipo que no ha jugado a nada en los primeros quince partidos oficiales de la temporada está totalmente recuperado por una goleada.
Los que conocen el día a día de la entidad saben bien que eso no es así. Las cosas siguen muy raras en el vestuario y el entrenador sigue sin tener la confianza del bloque. Eso es así, se diga lo que se diga y lo de Vigo no lo ha borrado.
El próximo sábado llega a Mestalla la Unión Deportiva Las Palmas, en lo que será el preludio de una semana durísima para el equipo con tres partidos de máxima intensidad y rivales top. Sevilla, Zenit y Barcelona se enfrentarán a los de Nuno en apenas ocho días.
Ahí se medirá realmente la mejora del equipo. Esa es la semana en la que deben conjurarse futbolistas y entrenador y que aparezca esa comunicación que ahora algunos venden como el maná bendito en el desierto.
Esa semana es la que se debe demostrar que este equipo se parece al del año pasado y que como dice el entrenador en esas entrevistas a la carta que ahora concede para ser más humano, para eso ya es demasiado tarde, el bloque es mejor que el del año pasado.
PD: Negredo ha dado un rendimiento mucho peor del que todos esperábamos. De hecho, ha sido un fracaso. Sin embargo, la actitud de Nuno ha sido la de entrenador caprichoso y rico que jamás debería ser.