Algo serio en '13 Rue del Percebe'

VALÈNCIA. El otro día, un buen amigo me preguntó por qué, siendo del Atleti, estaba tan preocupado por la situación del Valencia CF. Me dijo que si se lo explicaba. Le dije que no tenía tiempo y que necesitaría demasiado tiempo para contarle. "Bueno, hazme un resumen", dijo. Dicho y hecho. De entrada, lo que queda de un club histórico, hoy convertido en sociedad histérica, ha tenido la brillante idea de congelar el precio de los pases, que seguirán costando el mismo dinero que se pagaba cuando el Valencia jugaba en Europa. A continuación, se ha decidido renovar al entrenador por dos años, en una operación donde las partes han acabado felices y comiendo perdices. Todos ganan. Baraja saca los dos años de contrato que se merece porque se la jugó y 'Meriton' se asegura tener el escudo humano necesario con el que sacar pecho si toca y al que poder engañar si se tercia. Hay más. A comienzos de julio, nadie sabe qué ha sido de Lay Hoon. Hace un mes que la presidenta partió hacia su país y desde entonces, ni se conoce su paradero, ni su fecha de regreso. Barra libre. Al fondo hay sitio. Ahí aparece Miguel Ángel Corona. Con el VCF excedido en su 'fair play' por unos 15 millones, el director deportivo que planificó el plantel que se quedó a dos goles de descender a Segunda, ahora tiene la misión de gestionar un enrevesado 'Sudoku' con la vista puesta en dos temporadas (este verano y el siguiente), con dos premisas claras: subastar y vender todo lo que pueda y gastar menos que un ciego en novelas. "Hemos venido a empoderarnos y el resultado nos da igual". 

Hay más. Mucho más. Un día se decide pagar 5 millones de euros por un central que no es titular cuando su club de procedencia insiste en que no había condición de compra obligatoria. Al otro, ves cómo Kluivert, que era el jugador que tu entrenador quería retener, se va a un segunda fila de la Premier. Al siguiente, asoma Sergi Canós en media prensa local porque el chico sueña con la camiseta ché y al siguiente deja de sonar. Otro día el nombre es Pepelu y horas después de que explote la bomba en la cara de Quico Catalán, nadie sabe si el Valencia pondrá toda la tela marinera encima de la mesa o si se ahorrará la panoja mediante pagos fraccionados, dejando al jugador colgado en el altar. Al siguiente el tema es Facu y un contrato que los agentes del jugador interpretan de una manera y el club de otra (¿?). Al otro el Mallorca vende a Kang In Lee, el que iba a ser la estrella de la 'Youth Policy', en una operación que debería servir para meterse debajo de la cama hasta 2059.

¿Buenas noticias? Cero al cociente y bajo la cifra siguiente. Durante semanas, se perpetúa el nombre de Mamardashvili. Un día suena para el Bayern, como antes sonó para el Chelsea, para el Inter, el Sevilla o el Villarreal, pero la verdad es que no ha llegado ni una sola oferta en firme por el georgiano, que es la carta ganadora de 'Mister Tragaderas' en el mercado. Otro día suenan las alarmas porque se está subastando a Yunus Musah en una operación que está siendo retransmitida en directo, tuit a tuit, pero donde nadie acaba de poner los 15 'palos' necesarios para llevarse a un jugador que quiere salir como sea del club. Y un día, puede que no muy lejano, alguien tendrá el valor de abrir el melón de Cavani, que hace un año fue el as de bastos de 'Meriton' y este verano tiene pinta de cuatro de copas. Cobra cinco millones brutos, le queda una temporada y habrá que ver qué tipo de sonrisa le pone Corona para decirle justo lo contrario que le dijo el pasado verano. 

Asustado, más blanco que la teta de una monja al escuchar mi relato, mi amigo me volvió a preguntar. "¿Pero habrá pasado algo bueno en el Valencia, no?". Respiré profundo, tragué saliva y le comenté que, hace unas horas, se ha dado un pequeño paso para el Valencia CF, pero uno gigantesco para el fútbol español. 'Libertad VCF' ha presentado una petición para nombrar un consejero independiente. La Ley del Deporte (artículo 67) reconoce esa figura y su elección democrática por los socios y los pequeños accionistas. Ahora que la afición del Atlético de Madrid ha demostrado que las acciones se pueden comprar pero los sentimientos no, el movimiento de 'Libertad VCF' supone una declaración de intenciones ante la que los políticos y el CSD no podrán ponerse de perfil. Llevará tiempo, demasiado quizá, pero saldrá adelante. Será clave para que los aficionados tengan alguien que vele por los intereses del club y no por los de la SAD. Uno con voz, voto y capacidad para fiscalizar gestiones ruinosas. Un freno de mano necesario para cualquier propiedad. Algo serio en '13 Rue del Percebe'.