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Año Berlanga

5/03/2021 - 

VALÈNCIA. Este 2021, que hace solo un par de meses nos parecía que iba a ser un año extraordinario solo porque lo comparábamos con el infausto 2020, se cumplen cien años del nacimiento de Luis García Berlanga, el director de cine más importante que ha dado en su historia la ciudad de Valencia. Con motivo de tan magna efeméride, la Generalitat Valenciana y el Ministerio de Cultura han declarado este como el Año Berlanga.

Como corresponde a un homenaje berlanguiano (adjetivo que la Real Academia de la Lengua incluyó en su última actualización), en el mes de marzo no se han concretado demasiado en qué consistirán las actividades programadas a tal efecto. Las autoridades no han decidido si Valencia se engalanará como Villar del Rio, el pueblo de Bienvenido Mr. Marshall, si se instaurará un día para que los valencianos sienten un pobre en su mesa o si, por el contrario, la Nacional III se rebautizará con el nombre del cineasta. Solo una institución valenciana se ha adelantado a tales fastos y ha comenzado el Año Berlanga por todo lo alto. Naturalmente estoy hablando del Valencia CF, club del que el director de El verdugo era seguidor.

El Valencia siempre ha tenido algo de berlanguiano. Baste recordar los tiempos de Paco Roig y sus incendiarias soflamas en los medios de comunicación contra cualquiera que fuera en contra de sus intereses, o la tendencia de Soler de blindar con contratos a gente que le parecía muy válida y a la que despedía en cuanto se le pasaba la euforia, muy en la línea de actuación propia de los marqueses de Leguineche. Pero, como en la filmografía del maestro, ese caos ordenado, en el que todo el mundo habla a la vez y se suceden las situaciones absurdas, fue creciendo de manera exponencial con la llegada de Meriton Holdings para controlar el club. En esta temporada, el delirio ha llegado a las más altas cotas del surrealismo folclórico, al convertir un club de fútbol en una empresa gobernada por gente que no tiene la más mínima idea de gestión deportiva, establecer una férrea censura para silenciar las voces disidentes y destrozar definitivamente un equipo campeón para convertirlo en un proyecto de broma. Como en las películas de Berlanga, el Valencia resuelve esos conflictos de la manera más disparatada, ya sea organizando una videoconferencia, ya sea mandando a Singapur a su presidente para que reciba instrucciones de las fuerzas vivas de la entidad.

La puesta en marcha institucional del Año Berlanga no ha pillado desprevenidos a los rectores del club. En una escena de tintes berlanguianos, Anil Murthy pidió una reunión urgente con el President de la Generalitat y, al acudir al encuentro, lo hizo con las manos vacías, sin papeles, planos ni proyecto alguno para desencallar la situación del Nou Mestalla. Al parecer, Lim mandó a Murthy a la reunión repitiendo la frase que José Isbert le dice a Nino Manfredi cuando ambos acuden al ministerio a solicitar que la plaza de verdugo pase de suegro a yerno: “Vamos, que por entrar no te comprometes a nada”.

El Príncipe de Johor.

Por el momento, el último homenaje del Valencia a su aficionado más ilustre ha sido la aparición sorprendente del Príncipe de Johor, un tipo con aspecto de macarra de discoteca y nombre de frase exclamativa de Chiquito de la Calzada, que responde al patronímico de Tunku Ismail idni Sultan Ibrahim. Johor es un pequeño estado del tamaño de la provincia de Cáceres, cercano a Singapur, del que el príncipe es heredero. Y, como todo miembro de la realeza que se precie, tiene sus caprichos, que no son irse de fiesta como Froilán, sino encargarse de equipos de fútbol. Por lo visto, tan insigne personaje participaría en la gestión deportiva del Valencia con la más absoluta generosidad para expandir su imperio, abrir sus alas y avanzar en nuevos desafíos, según sus floridas palabras. Si reclamábamos un sucesor de Mateu Alemany, ya lo tenemos aquí, aunque sea de esta manera tan exótica. Lástima que, en lugar de ser del sultanato de Johor, no proceda del imperio austrohúngaro.

Como decía Berlanga cada vez que acababa de filmar un plano: “¡Vaya cagada!”.      

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