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Y es que realmente, desde que PacoLópez tomó las riendas, no se recuerda un Llevant tan indolente y perezoso, con una actitud alarmante que ya se vio en el Camp Nou en Copa: sin intensidad y sin carácter
El empate, aunque escaso, es una bendición para un equipo que sigue en plena reconstrucción, nostálgico aún, 18 partidos después, del tiempo de Lerma y Lukic
En una de esas Campaña se marcó su eslálon. Con un requiebro de cintura dejó atrás a dos rivales y con un caño, a un tercero. Avanzó como Pedro por su casa y le señaló a Morales con el índice dónde iba a ponerle la bola al hueco para que se la dejara en la puntera a Mayoral, en boca de gol.
El partido deja algunas enseñanzas para la Liga: Mayoral (no sólo por el gol y la cruceta) puede ser un delantero superlativo para este equipo; Doukouré y Prcic deben ser impotantes en la medular; Aitor es un portero de garantías. Y confirma de nuevo el gran temor: la fragilidad de la zaga, que podría mermar las inmensas posibilidades de este equipo.
El Llevant triunfó en el Bernabeu. Con justicia. Con VAR. Fue mejor que el Madrid. Y le acompañó la suerte. No es menos cierto que también tuvo opciones para golear y humillar. Y acabó sufriendo lo indecible
Esa nostalgia tristona de los portugueses se ha apoderado del levantinismo, tras cinco partidos sin ganar y tres derrotas consecutivas. Si esto sigue así en breve hará acto de aparición el pánico. ¿Qué fue de aquel Llevant que enamoró con su fútbol a final de la temporada pasada y que frente al Betis pareció anunciar que todo seguía igual?
De poco sirve tener dinamita arriba, trenzar jugadas peligrosas, hacer buen fútbol e incluso ser efectivos de cara a portería si se regalan los puntos a base de concatenar errores, si el tempo de los partidos se pone cuesta arriba cada dos por tres por fallos remediables
Nadie dijo que Paco López fuera perfecto. Y sin embargo, mientras lo parecía, jamás jugó con un pivote medular tan atrevido como el que formó ante el Espanyol: Campaña y Bardhi. Ambos tienen virtudes destacables pero el trabajo de zapa no es una de ellas. El once granota rayó, tal vez, la insensatez.
La soberbia y la temeridad de ese personaje altanero y chulesco que gobierna los destinos de nuestro fútbol se cargó un derbi que, disputado en condiciones ambientales óptimas, habría dado bastante más de sí...
Morales, tras el gol, diseñó una estampa para la historia. Besó el brazalete: escudo y Senyera. Envolvió el éxtasis levantino en la fidelidad a unos colores y a una idea. Ingenia goles de fantasía que se buscarán durante décadas en Youtube y sabe llegar como nadie al alma de su gente. Con su sonrisa de braquets y su cara de chico que nunca rompió un plato. A lomos suyos el Llevant se hace grande.
Ser granota siempre tuvo algo de pelear a la contra, como ser Bukowski. Una de las grandes obras del escritor norteamericano, Run with the Hunted, fue traducida al español con la expresión que ahora toma como título esta sección para repasar, el día después, el último encuentro del Llevant. Sí, lo que vendría a ser la clásica contracrónica