Hoy es 13 de octubre
VALÈNCIA. Nos encaminamos hacia el final de un año que sonaba muy bien por aquello del 2020 pero que baja la persiana dejando a su paso un rastro de tristeza, muerte y debacle económica que pasará a engrosar las páginas más negras de la historia.
Hacer un símil entre lo que nos está costando transitar este túnel tan largo y la actualidad ‘futbolera’ no es fácil... salvo que seas del Valencia CF. Sí hay, obviamente, una diferencia importantísima porque la pandemia se ha llevado por delante un ingente número de vidas que el fútbol, afortunadamente, no se ha llevado pero el valencianista recordará 2020 como un año vivido entre tinieblas al ver su Club convertido en un barco fantasma que navega a la deriva.
Una vez destruida una organización deportiva que funcionaba de manera razonable, el año nuevo arrancó entre malos resultados deportivos y un endurecimiento creciente de la tiranía accionarial que dinamitaba las estructuras existentes para gobernar la entidad desde el más absoluto desprecio a sus aficionados y el más insondable desconocimiento de lo que tenía entre manos. Rompieron la complicidad que debe existir en un Club de fútbol entre los servicios médicos y los futbolistas persiguiendo, como único y obsesivo objetivo, todo aquello que destilase el más mínimo aroma a Marcelino y Mateu. Quisieron quitarse de en medio a Paco Camarasa y a uno de los readaptadores más apreciado por la plantilla y sólo les detuvo una `revuelta´ del vestuario que anotaron en su "cuaderno de la venganza" a la espera de un momento idóneo para ejecutarla a sangre fría. Dejaron bien claro en sus publireportajes internacionales cuáles serían las cualidades del buen entrenador colocando la sumisión y obediencia al ‘amo’ por encima de cualquier cualidad competitiva y así, el equipo fue languideciendo hasta estrellarse de manera estrepitosa en una vergonzante eliminatoria ante el Atalanta que nos sacó los colores en Europa y abrió la puerta a nuestra particular pandemia. Mintieron a los futbolistas sacando pecho con la no necesidad de poner en marcha un ERTE que más tarde sí implementarían para, de paso, convertir la COVID 19 en la gran coartada con la que dinamitar el equipo. Mintieron a los aficionados filtrando los defensas centrales que llegaría para sustituir a Garay, mintieron al Director Deportivo que rastreó el mercado para conseguirlo y dejaron expirar el plazo sin reemplazar al hombre más importante de la línea defensiva. Mantuvieron en el banquillo a un proyecto de entrenador que nunca debería haberlo ocupado hasta que el ambiente irrespirable del vestuario y la penosa puesta en escena sobre el terreno de juego condujeron al cese, pero el equipo ya estaba roto y Voro no pudo, esta vez, mejorar las prestaciones de un grupo que se sentía estafado por los dirigentes y desnortado por la inoperancia de un imberbe técnico que había desactivado los recursos que Marcelino les había inculcado a ‘pico y pala’ y... como colofón a su obra maestra, anunciaron a varios jugadores que no seguirían en el Valencia a las puertas de un partido crucial para conseguir la clasificación europea. Así se cerró la temporada 19-20: sin Champions ni Europa League, con los futbolistas siendo subastados y con una pretemporada por delante en la que el propio Anil Murthy ejercería de Director Deportivo parapetado en Miguel Ángel Corona cuyo único mérito para seguir en el Valencia había sido hacerse el ‘sueco’ cuando, por dignidad, dimitió quien lo había traído.
La contratación de Javi Gracia dejó entrar en el Club una tímida luz de esperanza por tratarse de un entrenador medianamente solvente pero... sólo se trató de un ‘apaño’ ante la imposibilidad de contratar al novato designado por Jorge Mendes. Gracia fue engañado como los fueron todos los valencianistas que sí creyeron que el vaciado del vestuario se vería compensado con la llegada de nuevos futbolistas hasta que el cierre del mercado abrió los ojos a los más ‘entregados’. No sólo no llegaron refuerzos, que eran absolutamente necesarios, sino que los que habían quedado en el vestuario se encontrarían una mañana con la noticia de que no había dinero para pagar sus fichas y el entrenador tenía que andar más pendiente de cierre de mercado y de calmar a un vestuario enfadado que de preparar un equipo para competir. Cuando parecía que nada peor podría llegar, el Club traspasaba a Kondogbia pese haber filtrado a diestro y siniestro que el jugador africano no saldría si no pagaba su cláusula pero ya todo parecía posible después de ver cómo habían regalado y malvendido a otros jugadores.
Con un entrenador que se ha quedado a regañadientes, con un equipo francamente debilitado, con los peñistas desahuciados de su local por haberse atrevido a disentir y con una esperpéntica Junta de accionistas en la que sólo se pudo escuchar las mentiras de Anil Murthy... se nos va 2020. El equipo a un punto del descenso y la mediocridad más absoluta campando a sus anchas en una institución histórica. Ojalá el partido de Los Cármenes mejore la clasificación y cerremos el año con una victoria que nos aleje unos milímetros de ese abismo que cada día se nos acerca más amenazador.
Digo adiós a este asqueroso 2020 desde el más sentido recuadro a Bernardo España, a Juanito Sol y a todos los que nos han dejado esperando que el año nuevo traiga aires más respirables. En lo referente al Valencia CF, visto el panorama actual, todo parece indicar que cualquier cambio sólo puede ser a mejor pero... con estos ‘mequetrefes’ al mando, nada hace presagiar un 2021 mucho mejor.