opinión

Basura en Arabia

3/01/2020 - 

VALÈNCIA. Siento una curiosa fascinación por las estadísticas absurdas, esos datos que no aportan nada práctico a la vida pero que pueden servir para completar una conversación o para que alguien se sorprenda de la cantidad de estupideces que puedes llegar a memorizar. La última que he leído explica que los países ricos generan mucha más basura que los pobres, aunque luego la reciclen y la acaben convirtiendo en energía o cosas productivas. Así, en Europa, Dinamarca o Noruega  tiran el triple de porquería que Rumanía o Polonia. Lo mismo ocurre con las personas: cuanta más pasta tienen, más consumen y, por lo tanto, más desperdicio generan.

Esta inútil estadística me ha hecho pensar en la Supercopa de España, el invento de Rubiales para generar basura, en este caso en forma de clásico, al que no ha tenido más remedio que invitar al Valencia como campeón de copa. Pero no por que el torneo sea ridículo, teniendo en cuenta que sus reglas cambiaron a mitad de competición (cuando Valencia y Barcelona ganaron copa y liga, respectivamente, todavía pensábamos que la Supercopa era una competición entre los dos campeones nacionales), ni porque se traslade a uno de los países donde mayor represión política hay, contra las mujeres, los homosexuales o los disidentes (a los que llegan a trocear en sus propias embajadas), ni siquiera porque se ha demostrado que no le interesa a las televisiones generalistas, que no han pujado por ofrecerlo, sino porque he escuchado comentarios sobre la conveniencia de que el Valencia tire este torneo a la basura, es decir, acuda con un equipo menor o, directamente, no dispute la competición con el mismo espíritu que lo hace en la liga o la Champions.  

El Valencia irá a Yeda solo, pues dudo que haya locos seguidores que se peguen la paliza de viajar a Arabia Saudí para animarlo en un torneo al que le estamos pillando bastante manía. Y es el hermano pobre de la competición, el equipo que nadie espera que la gane, en primer lugar porque le amargaría el clásico a Rubiales y en segundo porque su tirón mediático es muy inferior al de sus rivales. Es el pobre y, como tal, no puede tirar a la basura una competición que, en el caso de los poderosos, solo le darán valor si la ganan. Y, para el Valencia, ganarla sería como hacerle un calvo a Rubiales, la vieja empresa que forman el Madrid y el Barça, los medios de comunicación nacionales y los saudíes que se van a gastar sus petrodólares en ver cómo triunfan Messi, Suárez, Hazard, Joao Felix o Sergio Ramos.

Pero lo cierto es que la Supercopa es un torneo menor, tanto que muchas veces nos olvidamos que tenemos una (el único título que ganó Cúper en Valencia) cuando sacamos pecho de los trofeos conquistados, que no tiene, ni mucho menos, el mismo valor que una copa, una liga o una Champions y que, por una cacicada federativa, vamos a recibir una miseria de dinero por participar, comparado con lo que percibirán los invitados que no se ganaron su derecho a jugarla sobre el terreno de juego. También lo es que llega en un momento complicado de la temporada, después de una plaga de lesiones devastadora, que ha hecho que casi toda la plantilla haya pasado alguna vez por la enfermería, con el equipo inmerso en dos competiciones muy exigentes y a punto de comenzar otra en la que defiende el título, que se juega en Arabia Saudí, donde las condiciones climáticas y ambientales no favorecen precisamente la salud de los jugadores, y que los rivales son de postín, es decir, que necesitarás hacer dos encuentros perfectos para conquistarla. Y si, según Marcelino, Lim pidió tirar la copa a la basura la temporada pasada, por lógica, aunque sea disparatada, querrá “supertirar” la supercopa en esta campaña.

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