VALÈNCIA. La gimnasia rítmica ha ido desescalando hacia los tapices. Atrás quedan los meses de confinamiento por la pandemia global de la covid-19. Regresan los entrenamientos y se enfocan los nuevos objetivos y se esperan los calendarios o las ventanas que permitan conocer cuándo volverán a competir; de fondo, si no hay cambios, el campeonato de Europa en Ucrania, previsto para noviembre.
Por lo pronto, representantes de la Comunitat Valenciana como Polina Berezina y Noa Ros en el Colonial Sport de Alfafar; María Añó, en el Centro de Alto Rendimiento de León; y Ana Gayán, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, vuelven a expresarse en los tapices. Figuras como Polina y Noa cuentan su experiencia estos meses en declaraciones al Proyecto FER.
Desde el momento en que los deportistas de alto nivel pudieron reencontrarse con una cierta actividad, Berezina y Ros retomaron la práctica de su deporte en escenarios alternativos. Polina se ejercitó en los pabellones de Guardamar del Segura y Torrevieja. Noa volvió al pasado y se entrenó en las instalaciones del club Mabel de Benicarló, los tapices en los que inició su carrera en la rítmica cuando era apenas una niña.
"Tras dos meses de confinamiento en mi domicilio, recuperar los entrenamientos en un recinto deportivo fue un alivio. Volver a manejar mis instrumentos de trabajo me aportó ilusión y optimismo. Trabajar en los pabellones de Guardamar del Segura y Torrevieja me vino muy bien como transición hasta el regreso definitivo al Colonial Sport de Alfafar. Me ha permitido mantener la forma y mejorar determinados aspectos en el manejo de los aparatos", señala Polina.
Por su parte, a Noa Ros, el trabajo en el Mabel de Benicarló le generaron grandes sensaciones. "Pese a que tenía que hacer una hora y media al día en coche (45 minutos por la mañana, otros 45 por la tarde), volver al club de toda mi vida me emocionó. Primero, por remontarme a mis inicios, a mi niñez. Y después, por tener la impresión de recuperar parte de mi vida tras dos larguísimos meses en casa", apunta la gimnasta de Coves de Vinromà, "muy agradecida a Manola Belda, mi primera entrenadora, por todo lo que se ha preocupado durante el periodo de cuarentena".
El regreso de ambas gimnastas al Colonial Sport de Alfafar, donde se entrenan día a día desde enero de 2019, se hizo efectivo el pasado 25 junio. Otro impacto emocional. Más de tres meses después de tener que despedirse de estas instalaciones de forma precipitada, volvían al lugar en el que combinan sesiones exigentes y maratonianas con retos y sueños. "Lo echaba de menos, la verdad. He vuelto con muchas ganas y con mucha motivación", comenta Polina. Por su parte, Noa Ros experimento "una sensación de libertad. El poder volver a saltar sobre una tarima, el ver volar de nuevo a los aparatos, el reencontrarme con un complejo espectacular y compartir, de nuevo, vivencias con mis compañeras… Todo me generó una mezcla de emociones", señala Ros.
Cuestionadas sobre si habían cedido mucho terreno durante todo este proceso, Berezina admite que, tras tanto tiempo fuera de tu hábitat natural, "siempre se pierde algo; por ejemplo, en el control de los aparatos, en la amplitud de los movimientos, o en la precisión de los lanzamientos. No obstante, no creo que tarde mucho en alcanzar, otra vez, el nivel anterior a la pandemia". Mientras, Noa Ros, señala que donde más ha notado ciertos desajustes "es en la trayectoria de los lanzamientos. Durante la cuarentena, esto lo hacía en el jardín de mi casa, pero claro, no es lo mismo", apunta la castellonense.
Polina y Noa ya miran hacia el campeonato de Europa, previsto en Ucrania a finales de noviembre. En el torneo individual, sólo habrá una española. En principio, los focos apuntan a Polina, pero ni Noa Ros ni María Añó, protagonista en la publicación de mañana, se resignan. La última palabra será de Alejandra Quereda, la seleccionadora nacional. La jefa del tapiz.