VALÈNCIA. Que Las Palmas y Eibar no aflojen no entraba en el guion. No al nivel de fiabilidad en que están, al menos. Desde que empató merecidamente en Orriols, la escuadra insular ha ganado cinco partidos, ha empatado dos y ha perdido uno, sumando 17 puntos de 24 posibles. En las ocho últimas jornadas el Eibar ganó seis veces, empató en Orriols y perdió en Cartagena: 19 de 24. Por la racha sin perder en Liga, desde que cayó Nafti, da la sensación de que el Llevant es el más potente de los candidatos, pero en los mismos partidos el Llevant ganó tres y empató cinco: 14 de 24. Es decir, cedió tres ante la Unión Deportiva y cinco ante los armeros.
Desde que Calleja se sentó por primera vez en el banquillo blaugrana hasta hoy el Llevant, si gana en Butarque, habrá recortado 4 puntos con los canarios y habrá perdido uno respecto al Eibar. No quiero ni pensar en no ganar. ¿Tienen Eibar y Las Palmas plantilla como para mantener este pulso con los granotes post-Nafti? La respuesta es tajante: no. Aún siendo plenamente consciente del nivel de Gaizka Garitano y García Pimienta, capaces de sacar lo mejor de cualquier equipo, como Luis García o Paco López.
¿Y Calleja? Parece que desde el triunfo en Menditzorroza hasta hoy, incluyendo la Copa, y contra rivales de entidad (Alavés, Eibar, Sporting, Granada, Atlético de Madrid + Figueroa) el Llevant ha firmado una progresión notable en su fútbol, pese a la espesura de ideas ante los de Ipurua; la sanción, absolutamente injustificable, de Iborra; los errores persistentes (a veces grotescos) en defensa y la falta de pegada para concretar ocasiones y superioridad. Para ser justos, estas adversidades, estructurales o puntuales, se dan en todos los candidatos al ascenso. Mi pregunta siempre es la misma: con la mejor (y más cara) de las plantillas de Segunda ¿no debería aspirar el Llevant a estar un punto por encima, liderar la tabla y, progresivamente, generar una creciente ventaja sobre sus perseguidores? ¿No es jugar con fuego que no sea así? Mi opinión es de sobra conocida: sí. Lo cual no está reñido con valorar el trabajo de Calleja y el esfuerzo del equipo, más aún tras la imagen ofrecida en los últimos encuentros y especialmente en la primera parte ante los colchoneros.
Quién sabe. Quizás todo sea cuestión de forzar un cambio de mentalidad, quizás sólo dependa de que la plantilla asuma un punto más de ambición, que ponga una marcha más, que sea consciente de que el empate penaliza, al nivel que están los rivales (y los que se sumarán a la pelea por el ascenso directo: el Granada seguro y, quizá, el Alavés). Lo que parece evidente es que algo hay que hacer porque este ritmo se antoja insuficiente para conseguir el único objetivo: el ascenso directo.