Más atrevimiento

VALÈNCIA. Eliminar al Getafe en Copa relanza la apuesta futbolística de Calleja y despeja dudas entre el levantinismo. Si el míster venía reforzado más por los resultados que por su fútbol, ahora aún más, justo antes del derby preciadista frente el Sporting, esa entidad que tras eliminar a otro Primera, el Rayo, necesita una victoria de prestigio, como imponerse al imbatido Llevant de Calleja, para dar un puñetazo en la mesa y acercarse a las plazas de promoción de ascenso, tras seis temporadas vagando en Segunda, entre ellas la última, la peor de la historia de los guajes del Molinón. El Llevant, por su parte, con un triunfo, se metería líder provisional por primera vez en la temporada, en el primer partido del año.

“Sei bella come un gol al 90”. Ya sabemos qué representa un gol en el 90’ y más aún si sirve para certificar un pase a octavos de Copa. El entusiasmo invadió un Orriols que vibró y empujó como nunca, como siempre, tras una segunda parte eléctrica. En la primera, el once de Calleja, como en tantos otros partidos, ofreció un fútbol ramplón de posesión sin profundidad, de pases y pases sin verticalidad ni espacios. En la segunda fue todo lo contrario: se cedió la posesión y se explotó la verticalidad, lo que hizo generar mucho peligro, pese a que los goles llegaron a balón parado, algo que parecía una asignatura pendiente. Hubo entrega, determinación, ilusión y, por momentos, a rachas, calidad. Todo eso siempre se transmite a la grada que responde con creces. Hubo incluso atrevimiento por parte de Calleja que acabó el partido con un 4-4-2 y dos puntas natos, algo poco habitual en el míster.

••• Wesley Moraes. Cuando un futbolista se deja hasta el último aliento y no le salen las cosas, a veces un grada sabia puede tener paciencia y llevarlo en volandas en busca de un cambio de fortuna. Así se ha comportado Orriols con el brasileño. Por eso todos estallaron de júbilo cuando Wesley marcó el gol de la victoria para cerrar una racha nefasta de cara al gol, porque el gigante nunca escatimó el sacrificio ni la generosidad con sus compañeros. Machaquemos una vez más la idea que ya conocen todos los lectores de esta columna: a este equipo no le hacen falta más atacantes; lo que necesitan sus atacantes son más balones al área, centrados desde las bandas, interiores, como sean. Y quizá más atrevimiento, como ante el Getafe.

••• Iborra. Orriols necesitaba un futbolista como Iborra, el amigo que todos quieren tener en plena tangana, un tipo que siempre da la cara para ayudar a un compañero, que transmite al equipo rival, a los árbitros, al entorno y a la propia afición que el respeto al escudo levantino es innegociable. Y además Iborra es incapaz de empujar a un trencilla. Quien no lo sabe tras tantos años de carrera no entiende nada de esto. Los árbitros siempre exigen respeto a su trabajo, difícil y complejo, pero en situaciones como la intolerable sanción al de Moncada se muestra soberbios e implacables, gregarios, sectarios, en el peor sentido del término. Aunque sea a costa de insistir en un error grave. “No hi ha pitjor burro que el qui no vol deprendre”. Pues eso. El refrán valenciano es atribuible al estamento arbitral, que podría demostrar, en casos como este, su voluntad de comportarse con justicia, de corregirse, de enmendar. Sin embargo prefiere marginarse del mundo del fútbol, caer mal a todos, seguir en su torre de márfil, por encima del bien y del mal. Y a la RFEF de Rubiales, de quien dependen los árbitros, parece que le guste mantenerse, ella y sus árbitros, en este estatus elitista y vergonzante.