GRUPO PLAZA

MADE IN CV / Carlos Sánchez

«El diseñador debe proporcionar nuevos estímulos o corremos el riesgo de que la gente se acomode»

| 28/09/2018 | 6 min, 16 seg

VALÈNCIA. El diseñador atraviesa por un momento profesional en que sus proyectos han alcanzado una mayor visibilidad. También una etapa en la que realmente hace lo que siempre soñó: diseñar. Ejemplo de ello son los trabajos realizados para la nueva edición de Valencia Disseny Week, que se celebra del 18 al 21 de septiembre.

—Llegas ‘tarde’ al mundo del diseño,  ¿por qué?

— Lo cierto es que siempre quise estudiar Bellas Artes pero por circunstancias personales me vi obligado a dirigir mi futuro hacia un ámbito que nada tiene que ver con el diseño. Trabajé bastante tiempo como funcionario de Correos porque tenía una responsabilidad familiar que no podía dejar de lado en esos momentos. Ya con 28 años comencé mis estudios en la Escuela de Arte y Superior de Diseño (EASD) de València.  

—Siempre te ha gustado la ilustración.

—Más bien me ha interesado el cómic. Curiosamente, cuando tenía diez o doce años, coincidí con Paco Roca en la academia de dibujo Lázaro de Patraix. Allí nos hicimos bastante amigos y presentamos una propuesta conjunta al concurso de logos para Barcelona 92’. En esos años llegamos a colaborar en algún que otro cómic pero nos distanciamos; Paco siguió su camino hasta convertirse en un referente nacional.

Lea Plaza al completo en su dispositivo iOS o Android con nuestra app

­—Hoy en día trabajas especialmente el diseño en su vertiente gráfica. ¿Siempre ha sido así? 

­—Al entrar en EASD València mi intención era especializarme en diseño gráfico, pero me decanté por el diseño de producto. Uno de los motivos fue familiar: mi suegro trabajaba en la industria y vi allí una salida profesional clara para la edad que tenía. También es cierto que al terminar mis estudios no me moví lo necesario  —o no supe moverme— en el ámbito del diseño de producto como para consolidar un futuro profesional en esa área. Al margen, este sector en la Comunitat Valenciana está muy enfocado hacia el mueble y yo estaba más interesado en otros objetivos que aquí no encontré.

­— Haber comenzado ‘tarde’ en el diseño, ¿ha tenido más ventajas que inconvenientes?

­—Ambas cosas. Soy de la generación del primer salón NUDE, un momento en que los estudios en torno al diseño atravesaban una época de cambio. Era un momento de gestación de lo que ahora es el diseño en la Comunitat Valenciana, una fase que creo que todavía no ha concluido. Teníamos a los mismos profesionales que hoy en día son gurús, pero era un ámbito un poco inexplorado. A escala de empresa, llegabas a una compañía, decías que eras diseñador y te miraban raro. Si los empresarios hoy en día no están todavía concienciados sobre el valor del diseño... ¡imagina hace veinte años!

Comenzar a estudiar con esa edad te da un punto de madurez; entiendes un poquito más la vida laboral cuando sales. Cuando eres joven, al abrirte al mercado de trabajo, sean cuales sean tus estudios, normalmente careces de cualquier referencia y no sabes bien cómo moverte. Con mi edad tenía menos vergüenza a la hora de presentarme y entendía mejor mi entorno en lo que se refiere a las relaciones humanas. Al final, un buen diseñador debe ser también un buen comercial. Cuando estudiaba, tenía compañeros con una destreza admirable y que por las circunstancias que sean no han llegado. Creo que por no haber tenido esa iniciativa. 

También tuve la suerte de formarme en una escuela donde no solo te enseñaban a ‘dibujar’, sino también a realizarte como diseñador integral. Tú puedes ser muy bueno gráficamente, pero en mi opinión, lo que vale de un diseñador es la generación de la idea. Creo mucho en el concepto de esa idea. He visto muchas cosas que estéticamente no me han gustado pero que el concepto que encuentras detrás es bestial. En todos los proyectos que presento busco que exista detrás un respaldo conceptual. En ese sentido, me agrada que mis diseños no sean fáciles.

­—¿No sean fáciles en relación a quién?

­—Creo que desde hace un tiempo estamos poniendo las cosas demasiado fáciles a la gente. Desde el mundo del diseño debemos provocar la generación de un esfuerzo de pensamiento, que el público no se quede en la epidermis de ese diseño. Si a la gente no la hacemos pensar, al final se acomoda e idiotiza. Es necesario darles nuevos estímulos.

­—Pero también quieres que tu trabajo llegue a la mayor cantidad de gente posible... 

­—Correcto, pero eso no significa que tengamos que darle a la gente lo que quiere. Creo que es necesario facilitarles a través de nuestro trabajo una cierta ‘educación’ que permita que abran los ojos. No es suficiente con arañar la superficie; es imprescindible que ese trabajo provoque un esfuerzo en materia de pensamiento, tanto a escala visual como de concepto. En este sentido van algunos de mis proyectos más recientes, como el cartel para la próxima edición de PechaKucha Night València y los Encuentros EAD —en colaboración con el Colegio de Diseñadores de Interior de la Comunitat Valenciana— o el cartel y web para el sexto Encuentro Nacional de Asociaciones de Diseño. Intento dar la misma importancia a cada uno de los proyectos que me llegan, sean de la escala que sean. No entiendo que existan trabajos de treinta minutos o de treinta días.

­—¿Con los últimos proyectos podemos decir que has salido de la cueva en el sentido de tener un perfil menos anónimo?

­—Por las circunstancias personales de las que hemos hablado antes he pasado por fases en las que tenía que trabajar para comer, desechando opciones como nuevos estudios o prácticas. Pasado un tiempo tuve la oportunidad de montar Creatias, un estudio donde incluso dábamos servicios de imprenta. Pero llegó un determinado momento donde no me sentía a gusto, así que abandoné ese tipo de encargos para dedicarme a lo que quería desde pequeño: ser diseñador. Ahora es cuando empiezo a disfrutar realmente de lo que es mi trabajo.

­—Uno de los proyectos más recientes y con una mayor visibilidad es la identidad creada para el barrio del Grau de València.

­—Como sabes, la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV) se encuentra en el Grau y tenía un proyecto en colaboración con Las Naves y distintas asociaciones para dar visibilidad a un barrio histórico, con significación propia, que está bastante dejado de la mano de Dios. Me ofrecí porque me gusta trabajar en proyectos con repercusión social, incluso de manera altruista. Al igual que comentaba Diego Mir en una entrevista anterior en Plaza [número 46] creo que los diseñadores debemos anclar nuestro trabajo también sobre la reivindicación social.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 47 de la revista Plaza

next