Hoy es 13 de octubre
VALÈNCIA. Aunque conozco el “paño” y soy capaz de intuir ciertas sinergias, no deja de sorprenderme que, después de todo lo acontecido en el último verano, aún haya quien cargue las tintas contra Javi Gracia a cuenta de la situación del equipo. Vaya por delante que ni tengo el gusto de conocer personalmente al entrenador del Valencia ni tampoco creo que sea un entrenador top. Por lo poco que hemos podido ver hasta ahora... no estamos ante el nuevo Simeone pero tampoco ante un novato como Albert Celades. Hecho este inciso sí creo que el técnico navarro está aplicando el sentido común en un entorno en el que este brilla por su ausencia. El comité de expertos que dirige el Club lo dejó ‘colgado de la brocha’ en un vestuario en el que tiene un once inicial aseado para competir pero sin grandes pretensiones y una segunda unidad muy precaria para pelear por los puestos altos de la tabla en los que debería habitar de manera sostenida el Valencia CF y, por si todo esto no fuese suficiente, vio salir a Kondogbia por la puerta de salida con la competición iniciada. Con todo y con ello Gracia ha sabido generar en el vestuario un clima propicio para la competición a pesar de las limitaciones y haciendo de la necesidad virtud, ha sido capaz de generar -cuanto menos de momento- el hambre necesaria para que el grupo no baje los brazos. Gracia busca desesperadamente el equilibrio en el terreno de juego y los jugadores ponen su mejor intención pero falta experiencia y fútbol para mantener el tipo en determinados partidos y hay momentos en los que las piernas tiemblan por una responsabilidad desmesurada que recae sobre los hombros de chavales que todavía no están suficientemente curtidos para soportarla. Vender o regalar la columna vertebral del equipo acarrea consecuencias y estas pueden terminar siendo altamente perjudiciales cuando, en lugar de buscar repuestos contrastados para recomponerla, limitas toda la búsqueda de soluciones a las paredes de la Ciudad Deportiva. Porque... pese a que los inventores del fútbol moderno que han desembarcado en el Valencia CF nos quieran hace creer que toda esta metamorfosis se corresponde con un decidido cambio de política deportiva sustentado en el fortalecimiento de la cantera, lo bien cierto es que no existe política deportiva alguna y que no nos encontramos ante el atrevimiento de un entrenador valiente que apuesta por los canteranos desde la convicción de estar añadiendo valor competitivo al equipo sino que, simple y llanamente, ha tenido que otorgar categoría de titular a varios futbolistas que juegan porque no tiene otra cosa.
Dicha situación, además a las inherentes a la propia competición como son las lesiones, las sanciones y la Covid 19, deja a Javi Gracia con tan escasas alternativas que apuesta por la contención para tratar de cerrar la portería a la espera de un par de contragolpes que le permitan optar por la victoria. Y es verdad que todo es susceptible de ser mejorado pero... ¿de verdad hay quien cree que con este equipo puede jugar con ciertas garantías a otra cosa?
Sinceramente pienso que no sería sensato mandar al equipo como el Séptimo de Caballería a una conquista alocada del área rival con los mimbres de que dispone y también pienso que el plan de Gracia contra el Atlético de Madrid no difería gran cosa con el desplegado en Anoeta con la diferencia que el equipo de Simeone supo ahogar cualquier iniciativa de contragolpe valencianista y los de Imanol Alguacil fueron más permeables. No hay más cera que la que arde y aunque -repito- todo es mejorable, tenemos que poner los pies en tierra y medir muy bien medido hasta dónde somos capaces de llegar sin demasiados ejercicios de ‘onanismo futbolero’.
Habrá encuentros en los que sí será posible mandar en el juego pero... seamos realistas, en lo que llevamos de temporada no hemos podido presenciar un partido completo en el que el Valencia haya mantenido el control de partido.
¿Quieren echarle la culpa a Javi Gracia?. Perfecto. Cada uno es libre de opinar lo que le parezca pero si, de paso, se mira hacia al palco para reclamarle al verdadero responsable lo que el equipo necesitaba en verano y sigue necesitando ahora, la justicia puede acabar viendo la luz.