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Contra todo yunque

8/03/2023 - 

La última vez que charlé con Pedro Catalán fue en la avenida del Puerto, cerca de Serrería, a un paso del viejo Camp de la Creu, donde tocó la gloria el Llevant FC desde que se inauguró en 1922. Sin embargo, aunque la vida lo vinculó estrechamente al Grau de València, los Catalán provienen de nuestra tradición gimnastiquista, a través de su padre, Pedro Catalán Hurtado, abuelo del actual presidente. Tenía un aspecto magnífico y se lo dije. Y se mostraba optimista y vital, como siempre, con el atenuante del maldito cáncer. Hablamos del Llevant, claro. Como dos aficionados de la calle, con sus filias y sus fobias, con su visión de las cosas desviada por los impulsos del corazón. Como si yo no intentara ser un columnista reflexivo. Como si él no fuera uno de los puntales determinantes del Llevant del siglo XXI en el que hemos hecho realidad nuestros sueños en blaugrana como nunca antes. Pedro Catalán es el dirigente más decisivo, junto a su hijo, el presidente Quico, desde Pedro Villarroel y uno de los más importantes de nuestra historia.

Siempre me llevé bien con él. Siempre fue amable, educado, cortés. Me lo encontraba a menudo bajo los soportales de J. J. Dòmine, cerca de su oficina. Siempre se mostró respetuoso con mis columnas. A veces lo saludaba y ese día yo había criticado la gestión de su hijo en prensa. Jamás me lo afeó. Jamás tuvo un mal gesto, un comentario despectivo, el mínimo ánimo censor. Jamás. Nunca lo hablé con él, pero sospecho que estar en el mismo barco, frente a la llegada de Sarver, en aquellos complicados días estivales, nos puso en sintonía. Él fue esencial para que hoy el Llevant UD, con sus virtudes y sus defectos, sea nuestro (un poco nuestro al menos) y no de un inversor extranjero.

Tiempo habrá de repasar su trayectoria levantinista, pero en el club existe una foto suya celebrando el ascenso de Vallejo, hace 60 años. 16 años más tarde, en 1979, aparece por vez primera en una directiva, junto a otros nombres que serían también decisivos en el futuro de la entidad, como Ramón Victoria o el propio Villarroel. Pedro Catalán llegó a ser presidente en funciones. Con tal cargo presenció el Llevant-Salamanca (2-0) de la campaña 2000-01, aunque siempre prefirió la sombra. Esa humildad no debiera solapar su importancia capital en el crecimiento del club, sobre todo desde 2009, colaborando estrechamente con la gestión de Quico.

El cáncer es un demonio incansable pero Pedro le plantó cara con determinación. Ganó años de vida para disfrutar de su familia, sus amigos y su Llevant.

El levantinismo es hoy más pobre. Por la calidad humana que perdemos con su marcha y también por su inteligencia y su templanza como hombre fuerte del Consejo. Hombres como él aparecen muy de tanto en tanto. Menos aún en el mundo del fútbol. La de Pedro Catalán es una pérdida superlativa. Hoy somos un club más débil, menos sensato, no tan ambicioso. Pero superaremos su pérdida. Como hicimos en el pasado, cuando se marcharon otros grandes levantinistas que nos convirtieron en lo que somos. Porque este es nuestro secreto: siempre nos reiventamos, contra todo yunque, contra toda adversidad, para volver a mirar avant. Sempre avant. Como él entendió mejor que nadie.

Descansa en pau, Pedro. I que en maig pugam dedicar-te el sext ascens a Primera.

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