VALENCIA. Dos victorias ramplonas en Liga ante dos de los peores equipos del torneo y dos goleadas ante un equipo sin un sólo jugador de nivel para jugar en el colista de España sirvieron para que más de uno sacara las carcasas, los tambores y gritará bien fuerte que el Valencia CF había vuelto. Demasiado optimismo por unas victorias lógicas y de escaso bagaje para un club como el valencianista. Algunos parecieron olvidar en los últimos días que el equipo era undécimo de la Liga y que sólo ha pasado una ronda en la segunda división europea. Un drama deportivo para el proyecto que se presuponía.
El mejor análisis del partido jugado en Mestalla lo hizo el técnico rojiblanco Erneste Valverde. El extremeño reconoció que el encuentro fue muy igualado hasta el gol y que las mejores oportunidades hasta ese momento habían sido de los valencianistas. Esa fue la realidad.
Los de Neville tuvieron enfrente a un equipo mucho mejor de lo que había tenido en los últimos cuatro partidos. Un equipo bien trabajado y que sabía bien que sus opciones pasaban por hacer un partido fuerte en defensa. Los leones vinieron a esperar y a buscar sus momentos. Los valencianistas volvieron a estar espesos en la creación. Solo los chispazos de André Gomes le dieron verticalidad, si se le puede llamar así, y por ahí llegaron las buenas ocasiones blanquinegras.
Primero una cabalgada de Cheryshev, muy flojo el ruso otra vez este domingo, la dejó pasar con magia el portugués para que Negredo tuviera una de esas oportunidades que jamás debería fallar y que este año el vallecano se ha hinchado a fallar. A cinco metros de la portería, a su pierna buena y la reventó por encima de la portería. Sólo tres minutos después, André se marchó de hasta cuatro jugadores antes de que Etxeita le hiciera un penalti clarísimo que Gil Manzano no vio. El arbitraje fue horrible. Malísimo. Pero ese no es el principal problema de este Valencia CF.
El principal problema es que está lejísimos de ser algo parecido a un equipo. No tiene ningún plan. Juega a impulsos. Tácticamente es un desastre y en defensa la situación es dramática. Y eso es lo que volvió a pasar. Que no se aprovecharon las oportunidades. Neville cambió de nueve y el que entró también falló. Alcácer, al que algunos encumbran para enterrar a Negredo falla tanto como el madrileño y al final ninguno hace lo que debería hacer un delantero de un Valencia CF competitivo.
Sabin Merino cazó un cabezazo sin ninguna marca, con Mustafi como espectador vip y ahí murió el Valencia CF. El castillo de naipes levantado entorno a las últimas cuatro victorias se derribó con violencia. Parejo volvió a hacer un error de esos que enervan a la grada de Mestalla al intentar un taconazo en el centro del campo que Mikel Rico adivinó y entregó para que Munaín definiera el partido. Dos goles en tres minutos. Sólo dos después, Aduriz hizo el tercero que por respeto no celebró.
Mestalla se vació. La Liga se terminó para los valencianistas, si es que en las últimas semanas de verdad había existido algún atisbo real de reacción y Neville volvió a sentirse frustrado. Por décima vez en doce partidos al frente del club valencianista en Liga. En cualquier entidad su puesto estaría discutido, sin embargo en Valencia se habla de su renovación. Reacción no hay y lo peor es que parece que arriba tampoco están muy concienciados de ello.