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Cuestión de nombres

5/02/2021 - 

VALÈNCIA. Los nombres que nos han sido dados o los que adoptamos por voluntad propia pueden marcar nuestro destino, nuestra forma de relacionarnos con los demás y con la sociedad. No es lo mismo llamarse Pepe que Zwentibold, aunque la gente, cuando te conoce, no repare en cómo te denominan. En el fútbol pasa lo mismo y, desde que la mercantilización extrema de este deporte ha obligado a los futbolistas profesionales a inscribir sus nombres en el dorso de las camisetas, los nombres han quedado asociados directamente a una forma de ser y de jugar. Un portero que se llamase, por ejemplo, José Luis Perales, tendría más posibilidades de cantar, en el sentido futbolístico de la palabra, que alguien conocido como Cañizares. Pero si eres un defensa y te llamas Nacho Vidal, lo normal es que nadie intente hacerte un caño.

Del mismo modo, los nombres pueden marcar el carácter de un equipo, En la década de los 80, se juntaron en el Real Madrid cinco jugadores que se apellidaban García que conformaron un equipo menos elitista de lo acostumbrado en el club blanco. Aquella generación, impulsada al primer equipo por los problemas económicos, logró su mayor gesta al alcanzar la final de la Copa de Europa, quince años después de la última aparición en el partido decisivo de dicha competición, para perder en los minutos finales ante el poderoso Liverpool de Clemence, Souness y Dalglish. El Elche, ya a primeros de este siglo, tuvo un ataque rápido y eficaz, que fue bautizado como “la delantera de la ambulancia”, no por esas cualidades, sino porque la formaban Nino y Nano.  El Málaga, hace solo tres temporadas, también conformó un ataque con aroma a desodorante, al hacer jugar juntos a Rolán y Rolón.

En el Valencia de mediados de los 90, un equipo aguerrido y pleno de testosterona, se alinearon Penev, Poyatos y Viola, futbolistas cuyos nombres apelan a los más raciales atributos masculinos. Solo faltaba en aquellos tiempos que el equipo hubiera fichado a Gustavo Poyet, jugador del Zaragoza que habría formado un cuarteto ideal para penetrar las defensas rivales. Una década después, el gran Valencia de primeros de siglo se basó en lo que se conocía como “la triple A” (Ayala, Albelda y Aimar), todo un símbolo de la insistencia de aquel conjunto por ser el primero en todas las clasificaciones.

El Valencia actual, el del desahucio progresivo de Meriton, ha dado un paso decisivo en este mercado de invierno para entrar en ese selecto grupo de equipos del club que serán recordados por su nomenclatura. Este Valencia no podía haber fichado a jugadores como Vencedor, prometedor centrocampista del Athletic, o al australiano Brillante, ahora en la liga griega, porque no habría correspondido a su espíritu.

En ese sentido, el mercado invernal ha sido de lo más divertido. El primer jugador del que se habló fue Florentino, mediocentro del Mónaco, un futbolista cuyo nombre ya remite directamente al poder, al dinero y, sobre todo, huele a madridismo. No sé, yo no me acostumbraría a tener un Florentino en el Valencia, como seguramente a los madridistas también les sonaría raro que el director de juego de su equipo se llamara Paco Roig.

Luego llegó el frenético final de mercado que nos trajo tres nombres de lo más curioso: Ferro, Oliva y Cutrone. Ferro, al fin y al cabo, transmite cierta seguridad, un defensa de hierro, carencia que hemos soportado en esta temporada, condenados a sufrir con el acompañante en el centro de la zaga de Gabriel Paulista. Oliva nos reconcilia con la tierra, por muy uruguayo que sea, aunque si la cosa sale mal siempre podemos acabar llamándole “Aceituna”. Y de Cutrone poco hay que decir, porque se explica solo. Un frente de ataque Maxi-Cutrone sería la delantera basura por excelencia, el superlativo al que nos confina Meriton con su gestión. Además, Cutrone llega al Valencia para sustituir a Sobrino, “el Fernando Torres de andar por casa”, según la sabia definición de Álvaro Cervera. Solo hay que esperar que el delantero italiano no acabe siendo “el Corradi de andar por casa” porque, en tal caso, además de cutre sería un desastre para el equipo.

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