VALÈNCIA. Cuando has estrellado un balón en el travesaño, tienes a un jugador más en el campo, vas 1-0 en el 97', juegas en casa y no te llevas los tres puntos se te queda la cara de bobo. Normal. Pero una cosa es lo que se te retuerce en el hígado y otra muy distinta lo que pasa el filtro de la razón. Porque, visto con calma y cierta distancia emocional, el empate en Mestalla se antoja justo, ante los méritos de unos y otros. El penalti que materializó Melero en el 97', aunque hay que atreverse a pitarlo, es claro. Lo señaló, por indicación del VAR, el mismo trencilla que en el 73' decidió desvirtuar el derbi, al expulsar a Roger con una segunda amarilla muy rigurosa. Entre las dos que vio apenas sumaban una; el ariete había hecho pocas faltas, ninguna violenta. También dibujó una tijera de brasileño de Torrent que la rodilla de un defensor desvió del camino del gol. Coquelin, sin embargo, que repartió a diestro y siniestro para intentar compensar la superioridad granota en la medular se marchó a su casa de rositas. La expulsión del Pistolero fue frustrante porque en ese momento el partido, que había tenido alternativas muy claras, parecía escorarse hacia Orriols.
Campaña (con la inestimable colaboración de Bardhi y Rochina) y Vukcevic secaron a Parejo, pero el Llevant, como acostumbra, sangró en los laterales, sobre todo el de Miramón. En la primera mitad Paco López trató de restañar la herida cambiando de lado a Rochina y a Bardhi, por la mayor inclinación al sacrificio defensivo del macedonio. Sirvió de poco. Gayà, de lo mejor del partido, se construyó un chalet con paellero en aquella banda. Y ¿por dónde si no podía llegar el gol mestallista? Rodrigo embocó con su astucia habitual la asistencia milimétrica del de Pedreguer. Miramón, lento y tímido, se resignó a contemplar el desaguisado.
Algunos con altavoz decían que el ritmo fue bajo. Creo que es porque sin ambiente se tiene esa sensación engañosa. El ritmo, en justicia, fue sorprendentemente alto y ambos equipos se lo dejaron todo sobre la hierba. Quizá incluso los entrenadores lo forzaron, al tener la opción de los cinco cambios. Tras tres meses de dramas y fin del mundo, pocos esperaban un partidazo así. Seguro que no lo comparten muchos del Valencia, para quienes sólo fue otro mal encuentro de los suyos, que tenían que haber ganado 4-0 sin bajar del autobús. Es un problema de expectativas y realidad. El Valencia no pudo firmar un gran partido porque el Llevant fue superior tácticamente, jugó bien sus bazas y se impuso por momentos.
Hay algunas claves que explican que las cosas fueran así: Campaña, pese a dos sustos en la salida de balón, se marcó uno de sus mejores encuentros del curso. Marcó el tempo, corrió hasta el calambre, distribuyó con criterio y se permitió algunas asistencias de fantasía. López dispuso a sus jugones en triángulo para desbordar una y otra vez a la medular blanca, mientras Vukcevic se multiplicaba para reducir el campo. No es que la percusión por banda izquierda fuera cosa de broma, que no lo fue, ni mucho menos, pero el Llevant ladeó el partido hacia sus intereses atascando la sala de máquinas del Valencia. La otra fue la disposición en acordeón. El Llevant lanzaba contras con muchos efectivos (llegó a desperdiciar una llegada en tromba de cuatro para dos) pero conseguía replegarse rápido y juntar mucho sus líneas en defensa de cuatro más cuatro. La alfombra táctica desplegada por López compensó la superioridad en quilates de la plantilla rival.
Para hacer daño de verdad, a los levantinos les faltó claridad en el último pase. Y definición, claro. Aunque el Valencia pecó de lo mismo, ciertamente. Hubo opciones claras para ambos, que podían haber decantado la balanza. La sensación era que quien marcara primero se llevaría los puntos. Y el gol de Rodrigo en el último suspiro fue un atobón insoportable para los granota que, sin embargo, jamás tiraron la toalla. Menos aún al ver que el Valencia cedía terreno, entre exhausto y temeroso. Melero marcó el penalti con sangre fría. La que le faltó en el 92', cuando tuvo un testarazo franco en el corazón del área que regaló ingenuamente a Cillessen. Y los granota aún acabaron el derbi pisando área rival.
El Llevant sigue sin ganar en partido oficial en Mestalla desde 1937. El Valencia lleva catorces temporadas sin hacer realidad el anhelo aquel del que aún hace gala algún imprudente: "yo quiero que el Llevant esté muchos años en Primera; así tenemos seis puntos seguros". Algún día pasarán, una cosa y la otra. Por el momento este empate sabe a victoria para los blaugrana, desde luego.
ValènciaCF 1-1 Llevant UD
UNO A UNO: Aitor (7); Miramón (4), Vezo (8), Postigo (7), Clerc (6); Bardhi (6) (Toño (5)73'), Campaña (8) (Pablo (6) 83'), Vukcevic (7) (Radoja (5) 73'), Rochina (7) (Melero (6) 60'); Roger (7) y Morales (4) (Mayoral (5) 59').
—Paco López (8).
GOLES: 1-0 Rodrigo 89'; 1-1 Melero 97' (pen.)