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Bombeja Agustinet! / OPINIÓN

¿De qué llenará Quico el nou Orriols?

22/12/2020 - 

VALÈNCIA. Cuando el segoviano De Frutos marcó el 2-1 ante la Real Sociedad en el 87’ el levantinismo estalló de júbilo… en bares y casas. Es el clásico momento en que abrazas y besas a desconocidos, si estás en la grada. Mientras el partido se encaminaba hacia el enésimo empate a uno (sumar de uno en uno vale menos que nunca) yo especulaba con que en un Orriols hasta arriba, llevando en volandas al equipo, no se nos escapaba la victoria. Dicen que la acústica ahora es brutal, que el “poble granota” aún rugirá más si cabe. Valdano ya lo advirtió en una columna que conservo recortada, tras los primeros partidos sin público: el nivel de los futbolistas no es el mismo sin la exigencia ni la recompensa de las gradas. Y aunque la intensidad ha aumentado progresivamente, pese al vacío ambiental, el argentino tenía toda la razón. El factor hinchada no es baladí en el fútbol. Nada baladí. Jamás lo fue, aunque algunos parecieran desearlo. Algo de eso sabemos, en el Ciutat.

Hoy me preguntaba otras cosas. Por ejemplo: ¿de qué pensará llenar Quico Catalán el nou Orriols, cuando esto pase, si sigue con su política de rodillo antidemocrático, con las juntas de accionistas cocinadas y la mayoría de los patronos de la Fundació controlada por el propio club? La política de atarlo todo bien atado, alejándose cada día más de su promesa de hacer un club de todos, es poca astuta. Sin embargo, la realidad es inequívoca: cada día las estructuras de poder del Llevant UD están más y más blindadas, sin otro objeto que reafirmar ese absolutismo presidencial, ahuyentando así el consenso favorable entorno a su figura.

De seguir con esta dinámica, la historia es de sobra conocida: Catalán acabará generando descontento donde había adhesión, de forma creciente. Y más pronto que tarde (porque en el fútbol nunca sale todo bien) la situación provocará una inestabilidad social de la que se resentirá el club. Alarma la escasa sagacidad para perpetuar la paz social en sintonía con el crecimiento social y deportivo. Es una pena que este proceso se venga agudizando sin que nadie entre consejeros, altos cargos ejecutivos o patronos advierta al presidente. La cosa pinta mal. Quico se equivoca.

Es una pena, además, porque deportivamente, tras semanas complicadas, el presente blaugrana es esperanzador. Ya hay quien desliza que sólo han cambiado los resultados, pero este Llevant es esencialmente distinto al que bailaba al ritmo de Campaña. En la forma de jugar y, sobre todo, en el como: como un equipo, gregario, solidario. El partido 100 de Paco López en el banquillo granota en Primera fue ilusionante, ante un rival superlativo. El Llevant plantó cara, tuteó al rival y fue superior por momentos.

Hay que seguir así, con humildad y sin sacar pecho. Hay que alcanzar una regularidad que permita ser competitivo en una Liga igualadísima, tras 14 jornadas: sólo dos victorias separan descenso y plaza europea. El Huesca podría ser el trampolín con el que escapar hacia arriba y alejarse de la quema.


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