Ser granota siempre tuvo algo de pelear a la contra, como ser Bukowski. Una de las grandes obras del escritor norteamericano, Run with the Hunted, fue traducida al español con la expresión que ahora toma como título esta sección para repasar, el día después, el último encuentro del Llevant. Sí, lo que vendría a ser la clásica contracrónica
VALÈNCIA. Ser granota siempre tuvo algo de pelear a la contra, como ser Bukowski. Una de las grandes obras del escritor norteamericano, Run with the Hunted, fue traducida al español con la expresión que ahora toma como título esta sección para repasar, el día después, el último encuentro del Llevant. Sí, lo que vendría a ser la clásica contracrónica.
En los últimos años se han escrito ríos de tinta sobre la necesidad de salvar la crónica futbolística de su aguda decadencia. En este frívolo mundillo que nos ocupa, con el paso de las temporadas, crece el interés por todo aquello que lo envuelve en detrimento del fútbol en sí mismo. Parece más importante la expectativa generada durante toda la semana ante el partido que el propio partido, su dinámica interna, sus claves y protagonistas o los porqués del resultado, que son los ingredientes principales de la crónica, si es buena. Eso y estar bien escrita, por supuesto. Se puede escribir en caliente, minutos después del pitido arbitral, desde el pupitre del estadio. O dejándolo reposar todo unas horas, como haremos nosotros.
A caballo entre lo uno y lo otro –entre el fútbol y su envoltorio– alargaremos el match day, aunque haya resultado de infausto recuerdo, como mínimo hasta el día después, paladearemos el postpartido, recrearemos las emociones, trataremos de diagnosticar las luces y sombras del equipo, para discernir qué se puede esperar del futuro.
El sábado que viene en esta misma página, en este mismo periódico, publicaremos la primera contracrónica de una temporada ilusionante por la forma en que acabó la anterior, por la consolidación de aquella plantilla, por la llegada de grandes refuerzos —Aitor, Prcic, Dwamena, Moses, Vukcevic— y porque todos los inicios siempre lo son. En el fútbol, de forma cíclica.
Si durante once partidos en Primera Paco López convirtió al Llevant en el mejor equipo de la competición con 25 puntos, ¿de qué será capaz el de Silla, con una plantilla mejorada y preparada por él desde el inicio? Esa es sin duda la gran pregunta que se hace el levantinismo ante este inicio liguero. ¿Es posible seguir practicando el fútbol del final del curso pasado? Y sobre todo: ¿hasta dónde nos llevaría algo así?