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Del club a la Selección

6/07/2021 - 

VALÈNCIA. El que más o el que menos tiene ahora ese punto de ilusión con la Selección Española de fútbol, aunque siga mirando, de reojo, a su club del alma, porque por muy españoles (y muchos, que añadiría Rajoy) que nos sintamos, quienes así se vean, uno siente el tirón emocional más fuerte con su equipo, el de sus amores y desencuentros. Es bonito estar junto a tu hija o hijos, a tu pareja, a tus familiares de toda índole, viendo a la Roja, padeciendo los aciertos y los errores de quienes hubiésemos elegido para nuestro equipo ideal y quienes no hubiésemos llevado nunca; la cuestión es que la selección saca el técnico que llevamos dentro, ya lo sabemos, y también saca pasiones a quienes están desencantados con sus clubes, porque el fútbol debe ser alegría, por encima de todo. Por eso, cuando gana la selección, la fiesta es un “subirse al carro de las celebraciones”, echarse unas risas, poner una anécdota más en nuestro diario existencial, en el que, en su margen, escribes que estabas en no sé qué bar, con no sé quién. Desde mi punto de vista, las victorias de los clubes se viven de otra manera: lo que es anécdota con la selección (de la que luego nos vamos sintiendo muy orgullosos cuando cruzamos media palabra con cualquier persona de otro país), con los clubes se transforma en experiencia personal, en marca de identidad. El grito de enfado, en un caso, es siempre de reproche por los seleccionados; en el segundo, es una mezcla de frustración y esperanza, que arranca de muy adentro de ti.

Un gol de la Roja se vive con alegría, súbita, espontánea y, en cierto sentido, fugaz salvo si estás en los últimos minutos del partido y padeces. Un gol en tu club lo saboreas más, te tranquiliza más, si el resultado te lo permite: hay un punto de satisfacción algo más continuo, algo más duradero. Pero no solo eso: cuando ves jugar a la selección y ves una gran jugada lo primero que piensas (si no es Gayá, claro) que si ese jugaba antes en el Valencia CF, que si ojalá lo ficháramos, que si yo lo traía con los ojos cerrados...pero cuando está jugando tu club entonces piensas: “van a venderlo”, o cosas como que no sabes cuánto te darían por él, si se cansa de estar en tu club, que si lo formamos aquí pero se quiere ir a otro club para ganar algo... Y eso lo haces transfiriendo un “patiment” generacional, que va mucho más allá de esa celebración ocasional con diferentes personas. No, no es lo mismo ni lo será nunca, porque a la selección siempre vas con ánimo de sentirte superior, mientras que con tu club esa sensación se desvanece, salvo si eres del Real Madrid, claro, porque ahí te sientes muy superior a todo el mundo (empezando por el presidente), pero esta vez, dentro de la selección nacional, no han considerado que lo seas y que los tengas, y eso ofende, como la duda. Y ahí es cuando salen las venganzas y los ajustes de cuentas y el seguimiento a la Roja se quiere convertir en un constante derrocamiento al hereje seleccionador, que ha osado en querer juntar a unos jugadores, con un perfil más de club que de selección, solo porque desde la unidad es más fácil afrontar un campeonato de estas características. Y a pesar de todo, hay muchos medios que siguen, a la primera de cambio, haciendo alusiones al equipo florentinesco, porque es como hacer presente una ausencia que nadie echa en falta, pues ni tan siquiera se trata de nombres, sino de instituciones, que alargan su sombra en un afán de querer eclipsar todo aquello que pueda poner en un segundo plano la grandiosidad de su escudo como club.

Pero esa sensación de sufrimiento, de arañar el césped, es más de club que de selección lo que pasa en este país es que entendemos que nuestro corazón no puede tener dos amores por igual o al menos con la misma intensidad: la Roja va a jugar una semifinal de la Eurocopa, pero el valencianista está mirando primero qué dice Bordalás a lo largo de esta semana de inicio de pretemporada, qué flauta suena entonando fichajes que, como todas y todos sabemos, son imposibles, etc. No se trata de sacar pecho de nuestro españolismo o de criticarlo, sino de equilibrar emociones, sentimientos, identidades: uno no “se hace” de la Roja, ya que o te engancha o no te engancha; el problema es cuando tú quieres hacer de la selección un cortijo más de tu poder como club, ya que es como querer apropiarse de su grandeza y por ahí el valencianismo, frente al madridismo, por ejemplo, no pasa, ni pasará, porque creemos que los jugadores de nuestro club se harán más grandes vistiendo esa bonita equipación nacional; sin embargo, hay quienes creen que sus jugadores hacen más grandes a la selección: pobres, aún no saben qué es ganar y disfrutar las cosas desde la humildad y la unidad. Lo malo, es que el valencianismo le está gritando esto mismo a Meriton, con escaso éxito, porque confunden unidad con sometimiento y humildad con humillación. Creo que también le debo a esta selección de Luis Enrique purgarme de esta sensación tan agridulce con mi club. Bueno, eso y otras cosas que ya todo el mundo sabe y que tanto me han hecho disfrutar: pequeños detalles que te hacen disfrutar, en tiempos de penuria y con la selección de excusa.

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