VALÈNCIA. Les va a parecer una chorrada sin ningún fundamento, pero les aseguro que es un gesto que de alguna manera lleva implícito toda una forma de ser y de querer al Valencia de una forma genuina y admirable. No, no hablo de un máximo accionista que vive en Singapur y que no parece conocer nada todavía cómo se mueve el fútbol europeo por muchos billetes que tenga en su cartera. Me estoy refiriendo el abrazo de José Luis Gayà con Paco Alcácer en ese cuarto gol de la selección española que marcó el delantero valenciano a centro medido y conocido por el carrilero también valenciano. Y ese tanto llevaba escondido en sus entrañas una complicidad especial y un guiño destacado a todo cuanto ha nacido de Paterna y en las caras de ambos futbolistas destacaba un guiño de complicidad especial, un guiño de amigo a amigo que desembocó en una alegría francamente interesante, en una forma de vivir el fútbol que jamás se podrá entender desde un lejano Singapur.
ES LO NORMAL
Y miren, tengo claro ahora, que a la vuelta de la esquina tenemos un partidazo contra el Barça en el Camp Nou este mismo sábado, y a mi ingenuamente me gustaría sentir de nuevo esa amistad y esa implicación entre nuestros jugadores. Y miren, les voy a ser franco, el fútbol es un deporte que se disfruta como cualquier otro deporte y en el que un compañero de verdad es más importante y más cercano que el dueño de la empresa que está siempre a miles de kilómetros de distancia. Y es por ahí, por ese abrazo entre Gayà y Alcácer, por esa implicación a lo bestia por donde podríamos enfocar como aficionados el futuro de este desdibujado Valencia y a empezar a creer que el fútbol al fin y al cabo es otra cosa, que el dinero te puede hacer sonreír, pero que la felicidad de verdad en este absurdo y querido mundo del fútbol puede estar lejos del dinero de un aficionado despistado y alejado. Repito lo que ya he comentado. Ese abrazo entre Gayà y Alcácer esconde mucho más que un simple abrazo entre dos jugadores profesionales. En ese abrazo hay magia, algo especial, y ese algo especial es el que debería copiar el Valencia actual para dejar de ser una especie de monigote en manos lejanas.
ESTO DE UN DEPORTE
Sí, tengo claro y lo conozco desde hace muchos años que en este deporte manda de forma inexcusable el dinero y la gente que mueve y protagoniza esa movimiento de dinero. Pero no debemos equivocarnos ni olvidar que al fin y al cabo este deporte es en su fuero interno un deporte del que disfrutan a lo bestia miles de niños que alguna vez, en su fuera in terno, soñarán con ser esa especia de Gayà que le dio ese pase magistral a Alcácer para que un par de sonrisas nos recordaran que este deporte no es solo dinero y más dinero en movimiento. Este deporte, como cualquier otro, tiene la magia propia de un juego singular, y esa magia no te la moviliza un saco de millones en tu cuenta.
A POR EL BARÇA
Vale, sí, tengo claro que no tenemos a Alcácer en nuestra filas pero de cara al inmediato duelo contra el Barça yo si les pediría a los jugadores que recuperaran la sonrisa por practicar un juego divertido y que les enamoró desde niños y que sientan en su interior un montón de sensaciones que parece que han abandonado desde hace bastante tiempo. El fútbol, como cualquier deporte, es divertido y por eso es fundamental recuperar esa sonrisa en todo y en cada uno de los partido que tangas por delante. Y vale, sí, igual riendo y disfrutando igual cosechas una derrota justa contra el Barça... pero eso en el fondo a mi me da igual. Miren, si mis jugadores disfrutan y sonríen jugando a fútbol a mi me habrán ganado para siempre. Una derrota con una sonrisa en la cara sería un precio casi entrañable de conseguir en este duelo. Y oigan, si encima va y ganamos... mi sonrisa se convertirá en una carcajada repleta de alegría e ilusión.