VALÈNCIA. El viernes se juega el intrascendente partido ante el Rayo Vallecano que pondrá punto y final a una temporada para olvidar en Orriols. Sin embargo, lejos de ser todo malo, el curso nos ha dejado alguna nota positiva en forma de nombres propios. Cárdenas, Morales, Roger, Pepelu, incluso Pubill y la llegada de Felipe Miñambres son sin lugar a dudas motivos de esperanza para soñar con que el paso por el infierno de la Segunda División no se alargue más allá de la próxima temporada, y no caigas en el olvido como Zaragoza, Racing de Santander o Deportivo de la Coruña.
Con muchas salidas claras, ahora es momento de retener a tu columna vertebral y armar desde ahí el grupo que tenga la responsabilidad de volver a la élite nacional más pronto que tarde. Pero todavía quedan muchas decisiones por tomar, entre ellas la más importante. ¿Quién capitaneará el barco? Miñambres debe decidir cuanto antes quién va a ser el entrenador para la 22-23 y pese a que han sonado nombres como el de Vicente Moreno o Luís García Plaza, sería una falta de respeto no tener en cuenta a Alessio Lisci.
El técnico dijo en sala de prensa estar preparado y haber demostrado que puede entrenar en la élite. Y es cierto, el algodón no engaña. Con Alessio a los mandos, el conjunto granota está a un paso de cerrar una de las mejores vueltas de su historia en la Primera División que sin embargo no le va a dar para salvarse por el nefasto inicio de campeonato con la bravuconada de Pereira por medio.
Pese a ello, el equipo en la segunda vuelta ha sumado 24 puntos que podrían ser 27 si gana en Vallecas, es decir, un total de 54 puntos si hubiese sumado los mismos números al inicio del campeonato, pero se reaccionó tarde y mal. Primero con no satisfacer las necesidades que planteó Paco López y luego apostando por un experimento cuando no era el momento para ello.
Con todo ello, Alessio Lisci ha logrado lo inimaginable: hacer una vuelta de récord con una plantilla que no le permite jugar como a él le gustaría. El juego del equipo, el sistema y las reacciones desde el banquillo están condicionadas a los mimbres de los que dispone el técnico, por lo que ello hace pensar que si tuviese un equipo con las piezas que necesita podría sacar todavía más rendimiento a sus activos. El técnico ha convencido al vestuario de que había vida hasta el final, levantó un grupo hundido y sin rumbo, y les devolvió las ganas de luchar hasta el final (y casi lo consigue).
Valentía o no (porque los números le avalan), la decisión es cosa de Miñambres, que tiene que optar por dar la oportunidad a Alessio o buscar fuera lo que quizá ya tiene dentro. De momento, los hechos del director deportivo convencen a todo el mundo dentro del club, señal de que la decisión de traerlo parece acertada.