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El arte de no dar

18/01/2022 - 

VALÈNCIA. Ante el defecto de pedir, está la virtud de no dar: supongo que esto será lo que debe estar pensando el equipo de Lim en Valencia, al menos aquellos que están al frente de la parcela deportiva. No es bueno atender a las peticiones de quien está dirigiendo el activo más importante de la empresa, porque, entonces, como ocurriera con Marcelino, llega a creerse más importante que el propio propietario de la misma. Y eso sí es pecado.

Entiendo que reflexiones como estas deben de estar justificando las actuales estrategias deportivas, porque si no es así, veo complicado entender cómo se está procediendo: cuesta pensar que todo pasa por el hecho de coger los muchos ofrecimientos que se deben hacer de futbolistas y, con eso, formar una base de datos de posibles refuerzos (o mejor: fichajes), sin orientación alguna, sin identidad clara. Y a un representante le basta con retomar intereses del pasado para volver a tentar al Valencia CF con la posibilidad de llevarlo esta vez allí, aunque antaño pesara más el interés económico y el club valencianista no colmara las expectativas del jugador y del representante en aquellos días. Aquello ya da igual, claro.

Algo me dice a mí que Bordalás ya contempla su salida del Valencia CF a final de la temporada (su contrato así lo estipula) si esto sigue de esta misma manera. Pero parece que Meriton piensa que siguen habiendo miles de entrenadores con ganas de entrenar a este club (supongo que gracias a la historia que tiene y que es anterior a su llegada) y otros miles de futbolistas dispuestos a ponerse en esta camiseta. Por supuesto que los hay, lo malo es preguntarse si ellos tienen nivel profesional para hacerlo. Y esto, Meriton, ni se lo cuestiona.

La verdad es que los rivales con los que vas a competir por algo se están reforzando notablemente: basta con ver a la Real Sociedad cómo ha llevado a Rafinha y se especula con el bueno de Juan Mata. Y el Sevilla, con Tecatito y la posible llegada de Martial; por no hablar del Barcelona o del Atlético de Madrid, que están a otro nivel, o los refuerzos que están sonando para otros equipos que, sin embargo, están jugando y rindiendo mucho mejor que este Valencia CF de Bordalás. Tú, de momento, has sacado a tres futbolistas (que te aportaban poco, sí) y no has metido a ninguno y si viene alguien es porque habrá un cuarto o un quinto jugador que salgan (Wass y Vallejo suenan). Es decir, si ya era corta la plantilla, tanto en efectivos como en jugadores con capacidad para elevar la competitividad y el nivel, pues ahora tienes menos: hasta cinco futbolistas menos y una posible incorporación. Esa es la estrategia lógica, claro que sí.

Algún día me encantaría escribir que quizá estábamos casi todos equivocados y que los de  Meriton, cuya política de gestión no acabamos de comprender, eran unos auténticos visionarios, pero lo cierto es que veo cómo en tiempos de crisis hay un montón de equipos que, a base de trabajar muy bien, han crecido económica y deportivamente y nosotros no dejamos de menguar, de hacernos más pequeños. Y tal es el punto de caída en picado que nos cuesta un mundo llevarnos a un futbolista, reserva, de un equipo de media tabla. A esto aspiramos y ni tan siquiera llegamos a cumplirlo. Ojo con el dato, porque habla del nivel que tenemos.

Lo normal en estos casos es que el Valencia CF y su dirección deportiva tuvieran un control exhaustivo del mercado internacional y nacional y ya estuvieran completamente atados los refuerzos, libres de contrato de cara al año que viene y los refuerzos necesarios dentro de esta ventana de invierno. Lo normal en estos casos es que alguien viese un Haaland por descubir y, por una cantidad muy inferior por la que se trajeron a Marcos André, se fichara y en tres o cuatro años venderlo por una millonada (esto es lo que hace el Dormund) y así ir saneando el club, las cuentas y sin debilitar realmente al equipo, ya que se mantendría una columna de futbolistas de nivel y, mientras, se iría trabajando en sus sustitutos. Eso sería lo normal y lo correcto. Y es lo que no se hace.

Ahora mismo, lo que está ocurriendo es que hay unos señores que están esperando a que un representante les llame, les diga que tienen un chico muy bueno (que es lo que dicen todos), joven, que la va a romper y con eso tenemos suficiente para que se hable de incorporarlo. Pero, como además el chico valdrá un dinero… pues tampoco nos vale, porque el Valencia CF no tiene para pagar un fichaje superior a 200.000 euros. Y esta es una realidad tangible, se pongan como se pongan y saquen los nombres que saquen. Y es por esto por lo que Bordalás está hasta las narices de los que tienen la sartén por el mango: primero, que digan nombres a la prensa que él desconoce; segundo, que él proponga jugadores con un coste bajo y que le digan que es inviable pero que, por otro lado, vendan humo con futbolistas que son, incluso, más caros; tercero, porque, al final, se trata de alargar la historia para que no venga nadie si puede ser y así nos seguimos evitando el gasto que supone mejorar (y mira que no es difícil) esta plantilla.

Lo que más me quema de todo esto es esa propensión que tienen algunos, coronados con el poder de su posición en la parcela deportiva, de filtrar nombres e informaciones de todo tipo y así ir alimentando el ánimo del valencianismo con unas esperanzas infundadas. Me parece hasta cruel actuar así: lo lógico sería salir, dar una rueda de prensa y explicar con claridad y rotundidad lo que hay. Porque aquí son todo especulaciones, pero realidad hay una solo en este asunto: el Valencia CF está arruinado de tal manera que no puede sostenerse por sí solo. Y hay unos responsables de esta catastrófica situación, que tampoco dan la cara. Esa es la única razón de por qué el Valencia CF deja a sus espaldas tantas sospechas, tantas dudas, tantas contradicciones.

Bordalás ¿Acaso no lo sabías ya? Entiendo que sí, pero no quisiste creértelo plenamente. Ahora que ya lo has probado, solo pedirte que redobles esfuerzos, que des con la tecla para hacer que este equipo juegue mejor, es decir, que si decides apostar por la defensa, que sea solvente y eficaz y no un coladero. De todo lo demás, el valencianismo de absuelve, estoy seguro.

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