VALÈNCIA. Escribir antes de que se juegue un partido supone asumir unos riesgos. Pero es algo que me toca hacer cada domingo en estas páginas de Plaza y es un reto que acepto tan agradecido como encantado. Por eso, y pese a que el Valencia me pueda dejar en evidencia a lo largo de esta jornada, soy optimista de cara al partido de Liga ante Osasuna. Más allá de lo que pueda suceder en Mestalla ante el Madrid la próxima jornada, que de eso seguro habrá tiempo para hablar largo y tendido, el encuentro ante Osasuna es la primera piedra de toque para ver si este arranque liguero es realidad o ilusión. El icónico estadio de El Sadar es uno de esos campos en los que se dice aquella manida frase de “donde se ganan Ligas”. Para el Valencia, el de Pamplona es uno de esos recintos en los que no se puede fallar si el verdadero objetivo deportivo es continuar creciendo.
Llevo varios días de debate con mi entorno sobre si el Valencia es un serio aspirante o no a pelear por un puesto en la Liga Europa. He escuchado que “estamos muy lejos de la Champions”, de acuerdo, y también eso de que “por delante de nosotros hay otros equipos como el Madrid, Barça, Atlético, Sevilla o Villarreal con plantillas mucho mejores”. También estoy de acuerdo. Pero ojo, que tampoco se confíen. Ni que se duerma nadie. Como decía años ha mi amigo Javier Plana: “aquí el más tonto hace relojes y le sobran piezas….”. Yo lo tengo claro. El Valencia es el aspirante a entrar en la Liga Europa, plazas que ocupan la Real Sociedad y el Betis por derecho propio. Para mí, Europa empieza en Pamplona. Veo al equipo de Pepe Bordalás dispuesto a pelear por una de esas plazas que dan derecho a regresar al viejo continente. Porque, además, la Real y el Betis seguro acusarán el desgaste de una competición que te obliga mucho en cuanto a viajes, concentración, falta de descanso y un largo etcétera…
El Valencia de Bordalás compite. Y ese es el mejor punto de partida de esta temporada que ha comenzado a ilusionarnos. Es el factor decisivo que invita al optimismo. En los primeros encuentros de Liga hemos visto a un equipo que se activa desde el silbato inicial del colegiado y que va a por su rival con la determinación de un fundamentalista. Los goles han llegado en el arranque de cada encuentro. Ese ansia de victoria, esa ausencia de duda, era algo de lo que andábamos huérfanos en Mestalla las dos últimas temporadas. En los tres primeros encuentros del campeonato, el Valencia ha salido a ganar. Nada de especular. Los goles han llegado en el arranque de cada partido. Por eso, y de cara al choque ante Osasuna, se respira cierto aire de confianza en el valencianismo. Si tuviera que poner un signo en la quiniela, me la jugaba al X2. ¿Qué es posible que se pierda?. Sí, pero estoy convencido de que si eso sucede, se venderá muy cara la derrota. Veo a este Valencia incapaz de hacer un ridículo.
Hay dos aspectos en los que me apoyo para fundamentar esto de lo que escribo. El primero es la intensidad con la que el Valencia afronta los partidos. El equipo juega a un ritmo tremendo. Se presiona y se corre como en los tiempos de Rafa Benítez. Y eso es gracias a una buena preparación física. Porque el Valencia, en la figura de Javier Vidal, tiene a un entrenador tan exigente como cualificado, para exprimir al máximo a cada integrante de la plantilla. Con un grupo de futbolistas tan jóvenes, porque no olvidemos que la media de edad del Valencia es la más joven del campeonato, no hay ningún problema en encontrar una buena respuesta por parte de los chicos a un trabajo rígido y severo. Los Correia, Alderete, Marcos Andre, o Mamardashvili, por ejemplo, están en el momento ideal para hacerse un nombre en el panorama futbolístico. Estoy seguro que aceptan con agrado el aprendizaje a diario en Paterna.
El segundo aspecto a tener en cuenta es el liderazgo que Pepe Bodalás ejerce en el vestuario. La plantilla cree en su entrenador y en sus métodos. A los futbolistas se les ve con la moral a tope y con muchas ganas de mostrar todo lo que llevan dentro. Es cierto que el técnico ha dado galones a futbolistas como Carlos Soler y Gayà, que centran el protagonismo de la España futbolística después de los partidos con la selección. Pero ellos responden ante las directrices de un entrenador que ha logrado cosas tan complicadas como recuperar a Guedes para la causa. Para un entrenador, tener el control del vestuario es fundamental. Pero más importante todavía es que tus futbolistas, como máximo responsable de la plantilla, crean en lo que dices y en lo que hacen. Y ese es el mejor aval que Bordalás posee en la actualidad.