VALÈNCIA. Seguimos esperando la vuelta de la Liga con cierta ansiedad, por aquello de llevarnos un partido de fútbol a la retina, y con cierta incredulidad -por lo menos por mi parte- por la cantidad de incógnitas que todavía envuelven su vuelta ya que parece imposible creer que en un colectivo de más de mil personas no se encuentre contagios y tampoco sabemos cual será el protocolo a implementar en el probable caso que estos aparezcan. En cualquiera de los casos tengo hambre de fútbol, de goles y de ‘polémica futbolera’ como el que más. Quiero ver cómo le ha sentado la cuarentena al Valencia y, fundamentalmente, ver si -ojalá así sea- será capaz de remontar posiciones en la clasificación como para ganarse en once jornadas lo que no consiguió hacer en veintisiete y poder así volver a escuchar el himno de la Champions en Mestalla. Pero la confinación también ha servido para recibir informaciones y , también, no pocas conjeturas acerca del equipo de la temporada 20-21 y, de momento, creo que no puede ir mucho más lejos que de conjeturas sin saber el escenario económico en el que se verá el Club en función de dos variables: que termine o no la Liga con la repercusión que ello tendría en la ‘caja’ y la clasificación o no para la Champions que supondría un ingreso extraordinario para la planificación deportiva y la propia estabilidad económica del Valencia CF.
Con esos dos importantísimos condicionantes el trabajo de la Dirección Deportiva se antoja muy complicado y dudo mucho que se pueda acometer, sin despejar dichas incógnitas, fichajes importantes que puedan comprometer las cuentas a medio y largo plazo. Pero hay cuestiones que se pueden abordar y entre ellas la , para mí, más importante de todas en materia deportiva: la decisión sobre el banquillo. Porque Albert Celades tiene contrato en vigor pero... ¿Es el catalán el técnico apropiado para el banquillo valencianista? Yo creo que no. El entrenador actual del Valencia es un técnico honesto y trabajador -que no es poco a la vista de algunas adquisiciones de Meriton desde que se hicieron con el control accionariado del Club- pero, desde mi humilde punto de vista, ni tiene el bagaje necesario para un banquillo como el de Mestalla, ni es el perfil de entrenador que necesita el Valencia. En cuanto a su bagaje... es cierto que ha habido casos en la historia del fútbol que han saltado con éxito escalones de cuatro en cuatro: Pep Guardiola o Rafa Benitez irrumpieron en clubes muy importantes sin el rodaje preceptivo y... triunfaron, pero no dejan de ser la excepción que confirman la regla. Ejemplos ha habido muchos en la historia del propio Valencia que evidenciaron una precipitación que incluso ha podido perjudicar la carrera de entrenadores que, estando capacitados, se atragantaron con el postre sin haber degustado el primer y segundo plato. En lo referente al perfil de entrenador atendiendo a su filosofía futbolística, veo francamente difícil que un equipo como el Valencia pueda tirar abajo la puerta de los poderosos sin hacerlo desde una fortaleza defensiva que Celades no ha sabido trabajar hasta el momento y, con riesgo a equivocarme, creo que no la ha sabido trabajar porque él tiene otro fútbol en su cabeza y carece de la cultura defensiva necesaria para convertirla el religión a inculcar en la cabeza de sus futbolistas como un credo irrenunciable.
Bien es cierto, y es el argumento de quienes hacen votos por su continuidad, que Celades se encontró con un equipo concebido para algo muy distinto a lo que él tiene en la cabeza pero no ha podido convertirse en un valor añadido a la propia plantilla que es la verdadera valía que tiene un buen entrenador y no ha sabido aceptar una herencia futbolística que no era para nada despreciable. ¿Podría mejorar sus prestaciones construyendo un equipo de ‘jugones’ a su medida? Puede ser que sí, pero entiendo que el Club debe saber antes que nada qué equipo quiere ser y, después , elegir al entrenador adecuado con independencia de qué representante se lo ‘venda’. Con el mayor respeto al técnico del Valencia, he visto muy poco en él como para hipotecar la filosofía de un equipo en un salto alocado al vacío fundamentado en el talento de un entrenador que está por ver. Me parece un riesgo excesivo.