El camarote de los hermanos Marx

VALÈNCIA. A Paco López le hubiera encantado contar con menos equipaje en el inminente arranque de la pretemporada. Hay demasiado excedente y la asfixia financiera obliga a remangarse para ajustar cuentas y solventar el perjuicio que supone haber cerrado el ejercicio presupuestario con déficit por primera vez en la era Quico Catalán. A día de hoy, el riesgo a no poder inscribir a alguno de los jugadores fichados o a los que han renovado sus contratos es real. Este escenario no es nuevo, pero sí se ha agravado con respecto a los veranos anteriores. ¿Habrá solución? Por supuesto que sí. Las secuelas son otra historia. El Levante está en el vagón de cola y le toca ir a la recuperación. No es el único, hay unos cuantos más.

La realidad es que el fútbol español no está para tirar cohetes, pero ese escenario global no es excusa para ocultar la realidad y mirar hacia otro lado. Lo de la ausencia de público y todo lo que conlleva la explotación del estadio es complicado de aguantar y debilita las arcas de cualquier club. Además, en el caso granota se intensifica ese peaje, ya que ha afrontado la reforma de un Ciutat que aún no ha podido rentabilizar como le hubiera gustado. Estas reglas del juego han aparecido así y hay que convivir con ellas; en Orriols y en el resto del planeta fútbol. Las salidas de Toño, Rochina y Doukouré son pequeños pasos (sobre todo las de los dos primeros al poder liberar sus elevadas fichas), aunque en el caso del ‘3’ haya tocado pagar (180.000 euros) para ejecutar la opción de rescisión unilateral de su contrato.  

La semana pasada afirmé que me gustaba el fichaje de Soldado (me reafirmo en mi pensamiento), pero es indudable que la operación en el aspecto financiero es cuestionable. El movimiento de desembolsar el medio millón de euros de la cláusula por su libertad, adelantándose a otros equipos de tu ‘misma Liga’ además de debilitar al propio Granada, es de reconocer, sin obviar que el delantero valenciano renovó el pasado 17 de mayo con el conjunto nazarí hasta 2022, por lo que previamente hubiera podido llegar libre. Lo de su contrato para un jugador de 36 años vuelvo a decir que si entra dentro de los parámetros del club, pues adelante, aunque comprendo que sea difícil de entender viendo el boquete sin subsanar. Deportivamente es necesario un futbolista de su perfil, con mala leche y nervio. Os pido una cosa, aunque sé que cuesta, dejemos a un lado su pasado valencianista y esos gestos desafiantes que dedicaba a la afición cuando estaba en el rival. Ahora va a defender nuestra camiseta, que hable en el terreno de juego.  

Vamos a seguir haciendo números. Enric Franquesa llega para ocupar la vacante que ha dejado Toño con la misma etiqueta que llevaba Clerc en su mochila cuando aterrizó en el verano de 2019: el mejor lateral izquierdo de Segunda División. Me ha ganado con su discurso en redes sociales cuando se anunció su fichaje hasta 2025. Lo digo, sobre todo, por lo de la palabra EQUIPO (lo pongo en mayúsculas como él) que resaltó en su mensaje de agradecimiento. Un concepto que para Paco es esencial. El Levante acordó con el Villarreal la compra del 50 por ciento de los derechos federativos de este zurdito de 24 años de Sant Cugat del Vallés por 400.000 euros. Franquesa, que ha estado cedido por el Submarino en el Girona, ya brilló en el préstamo del curso 2019/20 en el Mirandés donde compartió vestuario con Malsa, con el que ahora se reencontrará. Por aquel entonces ya estaba señalado en rojo en la libreta de la dirección deportiva. Hay mucho nivel en el costado izquierdo de la retaguardia. Ahí veremos lo que sucede con Clerc. No digo tanto por el mercado actual, porque creo que no es una demarcación que genere un traspaso lo suficientemente suculento para amortiguar la desescalada económica, sino porque acaba contrato el próximo 30 de junio de 2022.

Y sobre Roger Brugué, por mucho que sea uno de los talentos que ha brillado en Segunda B con el Nàstic, además de que haya llegado con la carta de libertad bajo el brazo, su incorporación a futuro (ha firmado por cuatro temporadas y en principio se marchará cedido en la primera a un equipo de Segunda) choca con lo del “debe importante de la cantera” que trasladó Quico Catalán hace unas semanas en su comparecencia pública. También es verdad que este argumento se podría extrapolar con Soldado, que sobre el papel torpedearía la progresión de Cantero, o en el caso de Franquesa por Toni Herrero, que en su día fue internacional con las inferiores de la selección y que será uno de los puntales del filial de Alessio.

Para los que no le habéis visto en acción, Brugui, como se le conoce en el mundillo futbolístico, es un enganche zurdo que ha actuado a banda cambiada en Tarragona, escorado en la derecha, para aprovechar su poderío en las diagonales. Su posición natural es por detrás de una referencia y ha lucido el ‘10’, dorsal de jugador franquicia. No tengo nada en contra de él (hablo más de apostar que de DNI ya que el catalán tiene 24 años), que ojalá sea la leche y la rompa más pronto que tarde en el Levante, pero empiezo a pensar que ese discurso de la factoría que pregonó el presidente, que fue autocrítico, que entonó el mea culpa, acabe quedándose (una vez más) en un brindis al sol. Es necesaria esa identidad que te ofrece el futbolista criado en la casa. Ese hambre de comerse el mundo. Esas ganas de comprobar que su trabajo desde la base tiene sentido. Además sería un mensaje claro y tranquilizador para los que vienen desde más atrás. No olvidemos que el Juvenil A ha sido por primera vez en la historia campeón de su grupo en División de Honor. Es una generación tremenda, no la echemos por tierra por favor.

Sin Toño, Rochina, ni Doukouré y con los fichajes de Soldado, Franquesa y Roger Brugué, el Levante 2021/22 de Paco López, otro que comenzará sabiendo que solamente le queda esta temporada que se avecina de vinculación, arrancará las pruebas médicas con 32 jugadores con ficha de primer equipo: Aitor, Cárdenas, Koke Vegas, Miramón, Son, Coke Andújar, Clerc, Enric Franquesa, Vezo, Róber Pier, Postigo, Duarte, Vukcevic, Radoja, Malsa, Campaña, Melero, Bardhi, Pablo Martínez, Pepelu, Arturo Molina, Blesa, De Frutos, Roger Brugué, Ferni, Hernani, Morales, Dani Gómez, Cantero, Sergio León, Roger Martí y Soldado. Un problemón. Con futbolistas que no entran en los planes del cuerpo técnico y hay que buscarles salida sí o sí, y otros (de los importantes) que se marcharán para que los números dejen de estar tiritando. Esto no debe ser como el camarote de los hermanos Marx donde cabía absolutamente todo. Es público que se escuchan propuestas por todos. Hay más necesidad que nunca. Lo de “sin malvender”, a saber; más o menos como lo del “debe importante de la cantera”, focalizado, sobre todo, en el eterno culebrón de Pepelu. Me mantengo, aunque me fastidia, en que no formará parte de la plantilla definitiva. Y estirar más la cuerda no ayuda a ninguna de las partes.

Hay muchísimo lastre para empezar la decimosexta temporada en Primera División. Hay en juego dos partidos: el de la gestión de vestuario de Paco, consciente de que va a ser una pretemporada con incertidumbre hasta el final y que de nuevo no tendrá una plantilla corta como siempre ha repetido que le gustaría, y el de los despachos, el de la ‘operación salida’, con mucha plancha todavía para estos dos meses de encrucijada. Lo que no se puede permitir el Levante es volver a consumir un porcentaje de la partida de gastos en rescisiones. ¿Lo conseguirá? No tengo mucha fe, para que os voy a engañar. Temo que volvamos a ser una ONG y empecemos a conceder cartas de libertad a cascoporro ante la imposibilidad de encontrar una solución mejor. Al margen de reducir la tripulación actual de 32 pasajeros, con fichas disparatadas, inapropiadas para su estatus en el proyecto deportivo y que condicionan la masa salarial, es imposible no recordar que este equipo necesita urgentemente incorporar a un central.