Bombeja Agustinet! / OPINIÓN

El caso Morales y la inflación en Orriols

18/01/2021 - 

VALÈNCIA. El caso Morales tiene mucho que ver con la inflación de fichas que sufre el Llevant (también otros clubes, en realidad). En ese contexto, el encorvado extremo siente que sufre un agravio comparativo. Es preocupante porque, por una parte, se trata de uno de los futbolistas levantinos más emblemáticos del siglo XXI y, por la otra, genera una dificultad añadida en la gestión de plantilla, ya de por si complicada por el alto número de veteranos. La veteranía es una bendición desde la madurez, pero puede convertirse en un problema de vestuario si el futbolista no acepta la cercanía del ocaso. El Llevant, además (con una media de edad de 29 años, por ejemplo, ante el Fuenlabrada), se resiente en los tramos finales de los partidos, pese a que la gestión de los cinco cambios le está viniendo de perlas a Paco López para capear ambos temporales. Le permite dar minutos y dosificar esfuerzos.

Morales encajó de muy mala gana la ampliación de contrato de Campaña. Le pareció desmesurada (¿por qué él y no yo?), algo que en el club sabían desde el presidente al utillero. Yo, aunque pueda comprender esta clase de enojos, entro en combustión con los celos entre futbolistas por ver quién es el amo del gallinero. Más aún cuando la entidad granota hizo el enorme esfuerzo de mantener al Comandante en Segunda, tras el descenso, e incluso de aceptar, con la ayuda de un entorno mediático genuflexo (como el de Campaña por cierto) el relato de que él lo hacía todo por el escudo, aunque cobrara el doble que el segundo mejor pagado y no tuviese ofertas mareantes.

Es cierto que la renovación de Campaña fue un error. Quico Catalán creyó que sería una gran renoventa (como Iborra, Lerma…) que nunca llegó porque se inflacionó una barbaridad su valor real de mercado, que jamás estuvo por encima de 10-12 millones. Así, con la inestimable contribución del entorno mediático afín al futbolista, se creó la necesidad de una cláusula de 60, “por si acaso”, y de un sueldo astronómico en sintonía. Por 30 millones iba a venir media Europa a por él. Hoy el caso Campaña está enquistado y también, como consecuencia de esa operación inconclusa, el caso Morales. Además, ayer se sabía que se prolonga la baja del sevillano, cuando parecía que estaba a punto de volver. La pérdida de su target es la devaluación de un activo del club. Los que lo elevaron a los altares pusieron en valor su fútbol sin atender a sus defectos, algo que sí ponderan los directores deportivos que pueden acometer su adquisición. En descargo de Catalán, quizá este culebrón hubiese podido tener un final feliz, sin pandemia. Feliz sin inflación. Una felicidad de 10-12 millones más los 10 que se hubiesen dejado de pagar por la ficha y el agravio con Morales desactivado.

La inflación en el seno del club, en todo caso, ni es nueva ni llega con Campaña. Este problema es más viejo que el sol, en el fútbol y en la vida, y empeoró con la política de ofrecer años como incentivo para venir a Orriols, algo que se ha revelado contraproducente: por una temporada a buen nivel te acabas comiendo tres malas, en muchos casos. O tienes que hacerte cargo del coste de las cesiones. Siempre sale caro.  Mucho más eficaces son los contratos y emolumentos por rendimiento, que es básicamente lo que el Llevant ha ofrecido a Morales y por donde van las cosas de cara al futuro. Precisamente ahora, se queja el capitán, que le toca a él. Pues sí, ahora. Siempre es un buen momento para apretarse el cinturón y las crisis empujan a ello. Sólo confiamos, los levantinos (y espero que Morales), en que no se aplicará la racionalidad para su renovación y se volverá a las andadas a las primeras de cambio. Eso sería terrible.

Dicen que Morales no quiere más dinero, sino más certezas por parte de Paco López, algo que no puede pedir, ni él ni nadie. Ni siquiera él. Hará bien López, en beneficio del Llevant, en dosificar a Morales para extraer su mejor rendimiento, como viene haciendo, evitar su irregularidad e incentivar su inteligencia para adaptarse a las circustancias de sus 33 años, ahora que ha perdido desborde y punta de velocidad. Morales puede (y debe) ser una leyenda del Llevant. Que ponga de su parte y cierre esto cuanto antes. Sería una pena que se eternizara y que, al final, el granota de a pie se viese obligado a optar entre él y el club. Ese punto suele ser de no retorno. Y no está muy lejano. El tiempo juega en contra de Morales. Y nuestra. Podemos perder más que un futbolista diferencial. Podemos perder un icono.


Noticias relacionadas