VALÈNCIA. El 15 de abril de 2012 fue un día nefasto para el deporte valenciano. Ese domingo, el Valencia CF se descalabró en Cornellà, como tituló un cronista, y el Español le endosó un 4-0 incontestable. Ese mismo día, por la noche, el Valencia Basket, que había superado en las semifinales de la Final Four al Lietuvos lituano, cayó en la final de la Eurocup ante el Khimki ruso (77-68). Pero muy pocos saben que ese día fue providencial para la salud del deporte valenciano porque antes de aquella derrota del equipo de Velimir Perasovic, a mediodía, Juan Roig, propietario del club, y Juan Antonio Germán, que era el director de Relaciones Externas y Mecenazgo de Mercadona, le hicieron una confidencia a Cristóbal Grau, el entonces concejal de Deportes del Ayuntamiento de València: “Vamos a apoyar el Maratón de Valencia”.
Los que se iban a convertir en puntales de la Fundación Trinidad Alfonso estaban ese día lejos del mecenas. Juanmi Gómez, que hoy es el director, estaba volviendo cabizbajo de Cornellà como un aficionado más, y Elena Tejedor, que fue la mujer en quien confió Juan Roig para poner en marcha este proyecto, se encontraba en París con Paco Borao viendo el maratón. Elena, una mujer cordial y con mucho carisma, le había contado un cuento a Borao para mantener el anonimato del patrón. Semanas atrás abordó al presidente de Correcaminos y únicamente le dijo que iba en representación de unos hombres de negocios que podrían estar interesados en invertir en el Maratón de València. La prueba había levantado el vuelo después de que mi amigo Toni Prósper, que había mamado el atletismo desde joven y que había intuido años atrás el bombazo de la carrera a pie en València y en España, propusiera en Divina Pastora patrocinar esta y otras muchas carreras, y así fue como el maratón elevó su presupuesto, empezó a traer a corredores cada vez más rápidos y el censo empezó a crecer llamativamente.
En 2012, el teléfono de Juanmi no tenía WhatsApp, pero le entró un SMS de Elena Tejedor en el que le informaba de que el propietario de Mercadona ya había comunicado al Ayuntamiento su interés por entrar en el Maratón de Valencia, aunque aún quedaban dos años de patrocinio de la aseguradora y tenían que esperar.
Meses atrás, el 29 de noviembre de 2011, Juan Roig se había quedado un rato mirando la portada de Las Provincias. Ahí estaba la fotografía de la salida del maratón que se había disputado el día anterior. Y fue en ese momento cuando entendió la fuerza del deporte popular, el sacrificio de miles de personas que, robándole horas a su vida, lograban preparar una carrera de 42,195 kilómetros, un desafío mayúsculo.
Los responsables de este nuevo proyecto aún tardaron un par de meses en anunciarlo. Mientras estuvieron metiendo la nariz en el mundillo atlético para saber dónde pisaban. Juanmi conocía Correcaminos porque es amigo de los hermanos Egea -todos son socios y en un par de ediciones corrieron todos juntos el Maratón de Valencia-, pero querían aprender más y quedaron con mucha gente, como los representantes de Cárnicas Serrano, con Carmen y Abelardo Serrano -hijos de Blas Serrano, fundador de la empresa y maratoniano-, y con el director de marketing, Álex Salvador.
Las reuniones se iban improvisando. Elena y Juanmi bromeaban con que su despacho era la Volkswagen Tourang que tenía el hoy director de la fundación, y cuando alguien decía de visitarles, les emplazaban en una oficina del Mercadona de Tavernes Blanques, donde está el cuartel general del imperio de los supermercados. Eran los tiempos en los que, antes de esas entrevistas, buscaban en internet quién era la persona con la que se iban a reunir. “Y mira ahora en qué se ha convertido esto”, recuerda divertido Juamni Gómez sobre una fundación que empezó gastando 500.000 euros y que el último año invirtió diecisiete millones.
En el verano de aquel 2012, Paco Borao y Alfredo de Ibarra, que entonces era el gerente de Correcaminos, les pidieron ayuda para patrocinar el Medio Maratón porque tenían la idea de traer a València a Leonard Patrick Komon, que ese año arrasó con los récords del mundo de 10K y 15K, para intentar romper la plusmarca universal de medio maratón “Yo no sabía ni de qué hablaba, no tenía ni idea de atletismo, y luego encima no vino”, rememora Juanmi sobre aquel momento que les involucró en el primer proyecto de la Fundación Trinidad Alfonso: el medio maratón. “Aún no éramos nada. Nos apoyábamos en una agencia externa, Aftershare, y solo estábamos Elena, con dos trabajadores de Mercadona, pero que trabajaban para Mercadona, y yo. Y en enero de 2013 entró Julián Lafuente, que es el director de comunicación”.
Cuando llegó aquel medio maratón, Paco Borao les animó a llevar al patrón a ver la carrera. Ellos le decían que podían intentar que fuera a la meta, pero el presidente de Correcaminos insistía en que no, que tenían que llevarlo a la salida. “Paco nos vio tan asustados, que llegó a decirnos que si nosotros no nos atrevíamos, que él le mandaba una carta”. El caso es que el 21 de octubre de 2012, Juan Roig acudió a la salida, un lugar siempre cargado de energía, en el cruce de Serrería con la avenida del Puerto. “Y flipó. Flipó con el deporte popular. Y luego fue a la postmeta y le encantó ver llegar a los corredores. Y entonces fue cuando le dijo a Elena que quería más, que quería hacer más cosas”.
Ese año, en 2012, el huracán ‘Sandy’ obligó a suspender el Maratón de Nueva York, que se celebra siempre el primer domingo de noviembre. Y Elena y Juanmi, dos personas que entonces no sabían nada de este negocio, preguntaron, todo ingenuidad, si no podían coger a los atletas de élite que se habían quedado sin correr en Nueva York y traérselos a València. “¡Qué románticos éramos al principio”, exclama el director en su despacho dentro de esas oficinas blancas y amplias que disfrutan con vistas al Parterre.
La Fundación Trinidad Alfonso comenzó a construirse en 2013. En febrero se desarrolló el primer plan estratégico y el equipo empezó a crecer. En verano inauguraron, al fin, las oficinas en la antigua senda de Senent. Y surgió la idea de crear unas becas para los deportistas valencianos. Un día se enteraron de que Alejandro Blanco iba a ir a València para dar una charla en La Petxina con motivo de la candidatura de Madrid 2020 en la que estaba inmerso Raúl Chapado, hoy presidente de la RFEA. Elena y Juamni llamaron a Cristóbal Grau y le preguntaron si les podía facilitar una reunión con el presidente del COE. El edil les dijo que eso era muy complicado, pero les propuso un truco, hacerse los encontradizos llegando por sorpresa a su despacho a una hora determinada. Y así fue. Como no había mucho tiempo, fueron muy directos: “Mire, don Alejandro, estamos planeando dar unas ayudas a los deportistas y nos gustaría tener una alianza con el COE”. Juanmi recuerda aquel ‘atraco’ con mucho detalle y cómo Alejandro Blanco llamó a Ricardo Leiva, el Director de Deportes del COE: “Cogió y le dijo que le iba a llamar un chico, y entonces se giró y me preguntó que cómo me llamaba, y le pidió que me echara una mano. Así empezó nuestra alianza. Alejandro nos puso los pies en el suelo, dijo que tuviéramos mucho cuidado con las bases y que fueran lo más objetivas posibles”. De aquellas primera becas se beneficiaron diecisiete deportistas. Hoy, diez años después, ya son 150, algunos de ellos olímpicos.
La presentación de la flamante Fundación Trinidad Alfonso se produjo en la sala VIP de la Fonteta, un lugar poco apropiado, con unos techos bajísimos y un espacio reducido. Fue entonces cuando crearon diferentes líneas de actuación: eventos de running, una línea para deportistas (FER), deportes de niños y jóvenes, y una línea de eventos no relacionado con el running. Ahí se comenzó a construir la estructura. El siguiente hito, uno del que está especialmente orgulloso Juanmi Gómez, es el circuito 5K del río. “Nosotros no hemos inventado la pólvora, todo el mundo corría ya en el río, pero fue bueno para ayudar a ordenar el tráfico. En aquel momento se me quedó algo grabado. Vino alguien y nos preguntó si habíamos hablado con la oposición. Nos extrañó mucho, pero nos dijo que teníamos que hablar con todos porque era un proyecto de la ciudad. Fue un consejo magnífico y aún recuerdo la reunión con Joan Ribó, que entonces estaba en la oposición, y su mano derecha, Sandro Pons, que es arquitecto, y fueron los que más nos preguntaron. Cuando salió elegido Ribó -13 de junio de 2015-, le mandamos un correo para informarle de que estábamos a punto de acabar la obra, que fuera a verla. Los periodistas que nos acompañaron en la visita le hicieron preguntas en la línea de que era una herencia del pasado, y entonces el alcalde más o menos vino a decir que no podía reprochar nada porque en su momento le preguntaron y dijo que le parecía bien”. La irrupción de la Fundación Trinidad Alfonso en el ecosistema sacudió el deporte valenciano. Fue, como describe el director, como sacar una lampara al exterior en una noche de verano. Todo el mundo acudía a ellos a pedir ayuda.
El maratón cayó en sus redes en 2014 y el resto ya es historia. Récords del mundo de medio maratón y 10K, 30.000 inscritos, algunas de las mejores marcas en el maratón y una ciudad volcada con la carrera. Pero hay algo que a Juanmi le enorgullece más: “Es ver cómo crecen los deportistas que empezaron con nosotros en Vivero. Como David Cantero o Claudia Conte, que además es una gran estudiante. Si lograran alcanzar los Juegos ya sería la leche”.
Durante nueve años, Elena Tejedor se convirtió en la imagen de la Fundación Trinidad Alfonso. Hasta que, hace un año, Juan Roig la reclamó para aprovechar todo su talento en la cúpula de Mercadona. Juanmi Gómez, que hasta entonces había vivido felizmente a su sombra, se convirtió en el relevo natural y tuvo que dar un paso al frente. Habían perdido a su gran guía y él se encontró el reto de sustituirla, pero ya no eran ellos dos y un par de ayudantes ocasionales, ahora cuentan con un equipo compacto y que funciona como un reloj, y como dijo entonces uno de ellos, uno de los más futboleros: “Ahora que no está Elena, toca jugar como Benítez, bien juntitos…”.