Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. El Hércules CF, sin opciones de pelear por el ascenso a Segunda División, ha consumado un nuevo fracaso deportivo en Segunda B a pesar de la fuerte inversión realizada en su plantilla y de los cambios introducidos en su banquillo durante la primera mitad de la actual temporada.
El conjunto alicantino, que cumple su séptima campaña consecutiva en la categoría, récord histórico de continuidad en Segunda B, ya ha garantizado recién estrenado el mes de marzo, que seguirá, en el mejor de los casos, a un peldaño del fútbol profesional y peleará en lo que resta de competición por no caer a la Segunda División RFEF.
Tras el fracaso deportivo del pasado curso, en el que la pandemia evitó posiblemente el descenso a Tercera División, los máximos accionistas del club, Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez, anunciaron un cambio radical y renovaron casi todas las áreas de la entidad en lo que se llamó “nueva cultura de club”.
El primer paso fue entregar el mando deportivo a Carmelo del Pozo, quien tras varios meses de dudas y negociaciones, aceptó el cargo tras asegurarse plenos poderes en su parcela.
Tras modificar el organigrama técnico de arriba abajo con profesionales de su confianza, Del Pozo entregó el mando del primer equipo a David Cubillo, quien había rozado el ascenso con el Marbella.
El director deportivo, con un presupuesto próximo a los dos millones de euros, récord en la historia del club en Segunda B, diseñó una plantilla prácticamente nueva.
El técnico segoviano mezcló jugadores con amplia trayectoria en el fútbol profesional, como Pedro Sánchez, Javier Acuña o Jon Erice, jóvenes prometedores, como Kevin Appin, David Sánchez, y veteranos en la categoría, como Tano Bonnin, Armando Ortiz o Moisés García, entre otros.
Del Pozo señaló como prioridad, desde el primer momento, arrancar bien para situarse en cabeza y así cubrir el primer objetivo, que era estar entre los tres primeros para entrar en la pelea por el ascenso y, de paso, garantizar la presencia como mal menor el próximo curso en Primera RFEF.
Tras un buen comienzo, ya que el Hércules, aunque sin brillo, se mantuvo en la segunda plaza con fiabilidad, el discurso del club mutó a partir de enero de pelear por el ascenso a Segunda a entrar en la nueva categoría ante la enorme superioridad del Ibiza, líder del grupo que se disparó en puntuación.
Un empate ante el Alcoyano y la derrota ante el Atzeneta provocaron la destitución de Cubillo, con el Hércules en la segunda plaza, y ese fue el comienzo del fin del equipo.
Alejandro Esteve, ayudante de Cubillo, fue designado como primer entrenador pero el equipo solo fue capaz de sumar un punto de seis, lo que multiplicó dudas y nervios en la cúpula del club.
El Hércules se encomendó a la figura de Manolo Díaz, un técnico con prestigio formado en la cantera del Real Madrid, para asegurar por lo menos la presencia en la Liga RFEF, pero tras sumar cuatro puntos en sus dos primeros partidos, el equipo volvió a hundirse.
Falló en el momento clave ante el Villarreal B, rival directo ante el que perdió su plaza entre los tres primeros (2-1), y el Atlético Levante lo descabalgó definitivamente del ascenso esta pasada jornada (0-1).
Ni siquiera la plaga de lesiones que ha asolado al equipo durante la temporada, casi todas musculares y derivadas de los continuos cambios de superficie para realizar los entrenamientos, es coartada para el fracaso del proyecto.
Tanto el director deportivo como los entrenadores que pasaron por el banquillo elogiaron en todo momento la calidad y profundidad de una plantilla que ha estado muy lejos, en el momento clave, de lo que se esperaba.
Ahora, el Hércules, en la segunda fase de la competición, está obligado a clasificarse entre los dos primeros para entrar en la Liga Pro por la puerta de atrás y no prolongar su caída hasta la cuarta categoría del fútbol español, algo sin precedentes en su casi centenaria historia.