VALÈNCIA. El Hércules CF, tras la reciente destitución de su entrenador Lluís Planagumà, acumula ya 25 años sin que un mismo técnico pueda completar dos temporadas en su banquillo.

El último preparador que sobrevivió a la inestabilidad crónica del puesto fue el valenciano Quique Hernández, quien en la primera de sus tres etapas en el banquillo logró comenzar y finalizar las temporadas 1992-93, en Segunda B, y 1993-94, en Segunda.

Desde entonces ha sido imposible que el Hércules le diera continuidad a un proyecto deportivo con un mismo entrenador más allá de unos pocos partidos o, en el mejor de los casos, de una temporada y media, a pesar de que se lograran éxitos deportivos.

De hecho, en el último cuarto de siglo solo en cuatro ocasiones el entrenador que comenzó y acabó la temporada inició la siguiente, aunque con escaso margen de maniobra, ya que acabó siendo destituido a las pocas jornadas, como fueron los casos de Carlos Granero, Juan Carlos Mandiá, Esteban Vigo o Lluís Planagumà.

La inestabilidad en el banquillo del Hércules aún fue a más desde la llegada a la cúpula de la entidad del empresario alicantino Enrique Ortiz, bajo cuya gestión el equipo ha tenido una media cercana a los dos entrenadores por temporada.

Solo en las últimas seis temporadas en Segunda B, el Hércules ya ha contado con nueve técnicos distintos, sin contar con el próximo relevo de Planagumà.

Precisamente, el entrenador catalán se había convertido en el elegido para romper esta inercia, ya que el consejo y la dirección deportiva veía en él a un técnico capacitado para liderar un proyecto a largo plazo "en cualquier categoría".

Con su renovación en el pasado mes de julio, Planagumá rompió una tendencia de siete años sin que un entrenador, tras haber completado un curso entero, tuviera continuidad en el siguiente, pero la mala racha inicial del equipo, que sumó un punto de doce, precipitó su salida.