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VALENCIA CF

El hombre de las mil caras

25/11/2018 - 

VALÈNCIA. Qué difícil es hacer de todo. Y, sobre todo, lograr hacerlo bien. Hay un francés bajito que transita por el centro del campo del Valencia CF que lo consigue y, además, con la facilidad del que lo convierte en una rutina. Ya le puedes pedir que te recupere un balón en una zona comprometida, que te distribuya con la visión de juego del organizador más pintado o que, incluso, exhiba el atrevimiento suficiente (y no menos importante la calidad técnica) de lanzar una ´ruleta´ en la frontal del área para dejar a un compañero en una posición de peligro. 

Él es Francis Coquelin, uno de los pocos pupilos de Marcelino García Toral que genera unanimidad alrededor de su figura. El viernes se cumplieron dos meses desde su vuelta, aquel 23 de septiembre en el Estadio de la Cerámica, seis meses después de su rotura del Tendón de Aquiles que abatió la moral de un equipo que se encontraba en pleno despegue para escalar hacia la clasificación matemática de la Champions League. Y en solamente media hora, tras saltar al terreno de juego de forma ´obligada´ para sustituir al expulsado Parejo, sorprendió a propios y extraños con el rendimiento del que estuviese todo el verano trabajando con el grupo.

Trece encuentros acumula en su haber desde entonces, en los que ha tenido suficiente para discutirle el puesto a un Geoffrey Kondogbia mermado físicamente y reforzar su papel de hombre para todo y para todos: 397 pases buenos, 71 balones recuperados y sin haber visto ni una sola tarjeta, lo que refuerza la habilidad que tiene para guardar su posición y trabajar para el equipo con una limpieza difícil de encontrar. Además, por si eso dejase un regusto pobre, ha llegado a jugar fuera de su posición en escenarios de auténtica enjudia como Old Trafford y, con solamente 27 años, se encuentra en uno de los mejores momentos de su trayectoria deportiva.

Y, para completar un ´combo´ que no deja lugar a dudas sobre la valúa futbolística de Francis, entran en juego esas variables que no aparecen registradas en medidores de rendimiento ni entran en los planes de cualquier analista técnico. No se cuantifican, pero pesan más que muchas otras en el barómetro del reconocimiento popular: el compromiso, la garra y la pasión. 

Ese carácter ganador que exhibe cada fin de semana con la zamarra del Centenario y que despierta la nostalgia de la afición valencianista, que ven en él un referente de los antaño, de aquellos que remiten a las épocas doradas del club y que, en un panorama futbolística en el que los petrodólares reinan con soberbia, brillan cada vez más por su ausencia. El hombre de las mil caras está consiguiendo algo que se antojaba complicado hace unas semanas: que el Valencia pase a tener solamente una de esas caras, la de la victoria.

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