El Levante entra en fase crítica pero Calleja mantiene la confianza

VALÈNCIA. El Levante de Javi Calleja ha pasado de estado de depresión a un estado del todo crítico. Dos puntos de los últimos 18 posibles, tres derrotas consecutivas -ante Andorra, Racing y Eibar- por primera vez desde la llegada del técnico al banco de Orriols y nueve goles encajados en tres citas. Y eso incluso con casi todos sus efectivos disponibles en Ipurúa, a donde el equipo viajó con uno de los partes más reducidos después de padecer un cúmulo brutal de lesiones. Calleja ya no tiene el 'escudo' de las ausencias, que calaba en el seno de la entidad de Orriols como uno de los evidentes motivos de las turbulencias. Aún con este dibujo, Calleja cogerá al equipo ante el Valladolid este próximo sábado porque mantiene la fe de la dirección deportiva.

Eso sí, el de la próxima jornada ya es un duelo donde el entrenador empieza a jugársela. En casa, frente a un Ciutat enfurecido por la marcha deportiva del cuadro granota que podría dictar sentencia si se cosecha un mal resultado. Otra noche de decepción o con un resultado abultado como los dos últimos podrían hacer sonar voces discordantes en el Consejo. La tesitura económica del club, eso sí, no está para 'fiestas' de despidos fulminantes, finiquitos de impacto y contrataciones de técnicos de la solera con la que el propio Calleja aterrizó en la ciudad. No es una decisión fácil, pero el preparador de Alcalá de Henares está más en el foco que nunca, aunque él mismo declaró en Eibar que se siente con el respaldo del club y no teme por su puesto.

Un hipotético despido de Calleja, que habrá de conseguir resultados antes de comer el turrón, dejaría tocada, además, la figura del director deportivo, Felipe Miñambres, principal valedor de Calleja tanto en su contratación el pasado curso como en su ratificación tras no conseguir el ansiado ascenso. Aún así, la clasificación para la promoción ya había asegurado el puesto al madrileño de no ser por una ruptura por su parte del contrato. No lo hizo, le costó arrancar, logró estabilizar a los suyos en la pomada del ascenso de categoría y, ahora, vive sus horas más bajas en busca de un puñetazo sobre la mesa que solucione la zozobra de su vestuario. Entre los 'suavizantes' de la responsabilidad, para ejecutivo y entrenador, está la brutal reducción del coste de plantilla de una plantilla encogida.