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análisis | la cantina

El maestro que levantó el mayor club de Europa

11/06/2021 - 

VALÈNCIA. Uno de los tipos más gruñones que te puedes encontrar en una pista de atletismo es Pepe Ortuño. Pero este cascarrabias es, en el fondo, un hombre que se emociona con los clásicos del cine y que se deja transportar por todo tipo de música al que, simplemente, le gusta soltar las verdades a la cara. Un tipo de 68 años que ha decidido dar algunos pasos atrás en los diferentes cargos que ostentaba en su deporte para disfrutar de la jubilación a un ritmo más pausado. Y así, más tranquilo, con algunas ocupaciones menos, contempla su gran obra: el Playas de Castellón, uno de los mejores clubes de Europa.

El Playas de Castellón disputa este fin de semana, en La Nucia, el final de la Liga Joma y la Liga Iberdrola, dos competiciones en las que este año tendrá difícil llevarse el título y que tiene muchas papeletas para ser derrotado por el FC Barcelona y el Valencia CA. Pero los años le han demostrado a Ortuño que no es bueno arrasar, que una derrota de vez en cuando redimensiona y pone en valor aquello que, a base de tantas victorias, acaba dándose por hecho.

Lo más curioso es que el arquitecto del mejor club de Europa fue una birria como atleta. Ortuño nació en Yecla, a los nueve años se mudó con su hermana pequeña y su madre a Castellón, donde el padre llevaba ya un año y medio trabajando como camionero. En los años 60 el atletismo en Castellón era algo residual y lo poco que había se concentraba en el Castalia OJE, pero cuando Pepe tenía 17 años el padre de uno de sus amigos, Marino Ferrer, era el presidente de la Cultural Deportiva -hoy un club de pesca- y les animó a formar una sección de atletismo. “Yo era muy negado para el deporte y alguno me dijo que no era capaz ni de correr 3.000 metros sin pararme. Y, a ver, sí que era capaz. Despacio, pero era capaz”, recuerda.

Al Castalia no le molestó este nuevo equipo. Hasta que empezaron a perder contra ellos. Y entonces les pusieron en una encrucijada, apuntarse al Castalia OJE o marcharse de la instalación. Y como ninguno de ellos simpatizaba con las juventudes franquistas, se largaron y, a las afueras de Castellón, construyeron una pista de 200 metros para entrenar y, mientras, en el instituto, a todos los chavales que veían con condiciones les decían que se apuntaran.

A los dos o tres años llegaron dos profesores de INEF, Fernando Úbeda y Enrique Beltrán, que se convirtieron en los primeros entrenadores con algo de formación. A ellos se les unió Pepe, quien, con 18 años, entendió que iba a ser más fácil hacer carrera como técnico que como atleta.

Un grupo inmobiliario de la época, Citosa, se decidió a patrocinarles y eso les permitió salirse de la Cultural. Poco después, en 1981, Francisco Miralles y Ortuño fundaron el Club Atletismo Castelló, que nació con el apoyo de Pepe Prades, que era el presidente de la Federación Provincial.

De aquellos años modestos, añora la estrecha relación que tenían con los padres de los atletas. “Eso se ha perdido”, apunta. El primer presidente fue José Sanz. A Ortuño, el cascarrabias, nunca le gustó el boato ni se sintió cómodo con los formalismos y prefirió trabajar en la trastienda. Su orgullo es ser el director técnico de un equipo que fue creciendo hasta alcanzar la élite nacional y, después, la internacional. Marta Gallén, una velocista internacional, fue la primera presidenta que le dio un impulso considerable al club haciendo un esfuerzo por buscar todas las ayudas posibles. Hasta entonces eran el típico equipo ascensor que subía un año y al siguiente descendía otra vez.

Pepe Ortuño con Víctor Ruiz, Rubén Gómez y Enric Peñalver

Ortuño, licenciado en Magisterio, trabajó todos estos años como maestro de Educación Física. Durante 37 cursos estuvo empleado en el colegio Izquierdo, y los últimos en el colegio Diputación, el mítico vivero de atletas castellonenses.

El club creció pero siguió un tiempo a la sombra del Larios, plagado de estrellas, y del Valencia CF. Ortuño, al ver que no podía competir en el mercado de fichajes, optó por una vía alternativa, contratar a atletas jóvenes a los que el director técnico les auguraba un gran futuro. Cuando cuajaban, muchos de ellos decidían no moverse y continuar con el Playas de Castellón, que desde hace años lo preside Toni Escrig.

También decidieron que un técnico de Castellón controlara cada sector: Toni Simarro se encargó de los lanzamientos; Manoli Alonso, de las pruebas combinadas; Claudio Veneziano, de los saltos; Héctor Bellmunt, de la velocidad y las vallas junto a Carlos Hernando, padre de la heptatleta Bárbara Hernando, y él, del fondo y mediofondo.

Un día le hicieron una entrevista y Ortuño, en su línea de no callarse lo que piensa, soltó que si un patrocinador privado apostara por ellos, el club podría dar un gran salto de calidad y pelear por todo. Una semana después estaba en las pistas del Gaetà Huguet y le sonó el teléfono. Una mujer le dijo que era la secretaria de José Manuel Llaneza y que el vicepresidente del Villarreal quería hablar con él. Llaneza le dijo que había leído la entrevista y que había visto que podían ayudarles. Ese fue el impulso definitivo para que el Playas de Castellón pudiera hacer algún fichaje de más poderío que le llevara a proclamarse dos veces campeón de la Copa de Europa de clubes.

Ortuño llevaba la dirección técnica, entrenaba a su grupo de atletas, fundamentalmente marchadores y fondistas, y hasta se encargaba de la comunicación y las redes sociales. Siempre fue ave nocturna y por la noche, con la calma, le gustaba quedarse trabajando y haciendo sus cosas hasta las tres o las cuatro de la madrugada. Al día siguiente se ponía el despertador a las diez de la mañana, pero siempre amanecía antes porque se despertaba o porque alguien que le necesitaba le llamaba a primera hora. 

Por eso ahora, cumplidos los 68, ha decidido que ha llegado el momento de salirse de la federación española y de la valenciana, para centrarse exclusivamente en la dirección técnica del club y en su grupo de atletas, donde tiene a corredores como Víctor Ruiz, Rubén Gómez o promesas tan esperanzadoras como Pedro García Palencia o Nara Elipe.

Pepe mira atrás y se enorgullece de ver en qué se ha convertido aquella primeriza sección de atletismo en la que él apenas era capaz de correr tres mil metros sin pararse. Dos títulos de campeón de Europa, siete siete más en categoría sub20 y 221 trofeos de campeones de España en diferentes categorías, incluidas las últimas once Ligas en hombres, un título que, sospecha Pepe Ortuño, le puede arrebatar el FC Barcelona este fin de semana.

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