VALÈNCIA. El baloncesto, como todos los deportes, es presente. Hace años le leí a Julián Quirós, hoy director del ‘ABC’, una frase que me encantó: “Un periodista vale lo que vale su último artículo”. Creo que refleja perfectamente cómo es nuestro oficio. Un día, arriba; al siguiente, abajo. Por eso, los pocos que siempre escriben relatos brillantes son los grandes del periodismo. En el deporte no es muy diferente. El deportista un día está en lo alto y al siguiente lo tiran abajo. Y sólo unos elegidos brillan casi todas las noches.
Mi último artículo sobre el Valencia Basket femenino fue muy crítico. A algunas y algunos les molestó su crudeza. Pero no sé escribir de otra forma. Me quedé varios días meditabundo porque entendí que podía haber hecho daño a algunas jugadoras. Y no sé si eso es justo o injusto. A mí no me gusta herir a nadie. Pero el espíritu crítico, por mi forma de entender el periodismo, es innegociable. Eso hace que sea difícil que caigas simpático, pero ya hace muchos años que dejé de intentar ser amigo de los protagonistas del espectáculo. Estamos para contar lo que pasa e interpretarlo. Y si eso te genera antipatías, mala suerte. Imagino que va en el sueldo.
A raíz de ese artículo, y no digo que fuera por lo escrito, ni mucho menos, el equipo reaccionó. Luego, además, Esteban Albert se encontró un trébol de cuatro hojas e incorporó a Alina Iagupova al equipo. La ucraniana es, probablemente, con Leo Fiebich, la jugadora más decisiva de la Liga. El caso es que desde entonces, desde que llegó Iagupova, casi todo han sido victorias. La culminación de esa racha fue la conquista de la Copa de la Reina.
La Copa coronó también a la reina Leticia. Leti Romero salió de Huelva como la MVP de la competición. Aunque yo siempre creo que esto de los MVP siempre encierra algo de injusticia. Y casi siempre los gana quien más anota. Para mí no fue más determinante la base canaria, que lo fue, que Queralt Casas. La escolta catalana realizó una de las mayores exhibiciones defensivas que recuerdo. Su marcaje a Leo Fiebich, y ya hemos hablado del estatus de la alemana, fue modélico, insuperable.
En general, pienso que el Valencia Basket salió campeón del Palacio de Deportes Carolina Marín por sus prestaciones en defensa. Tremendo el trabajo también de Iagupova. O el de Hempe. O el esfuerzo y la inteligencia en las ayudas de Fingall. Y todo eso, esa línea casi continua durante tres partidos, con una velocidad de crucero inalcanzable para el resto de equipos -y más con el despropósito de los horarios-, me lleva a pensar que el verdadero MVP de la Copa fue Rubén Burgos. Su papel ha sido clave. Primero, semanas atrás, dándole la vuelta al presente -vuelvo al inicio-, a aquel presente trufado de derrotas, desapego y escasa implicación en muchas jugadoras. Creo, y así lo hice saber, que fue el momento más crítico de la carrera como entrenador del valenciano. Él argumentó que todos los años se cruza alguna crisis en el camino y que hay que tener paciencia para sortearla. Pero creo que ninguna fue tan profunda como la de este año, que acabó con Bec Allen y Claudia Contell fuera de la plantilla. Igual que creo que tuvieron mucha suerte, y algo de acierto, con el fichaje de Iagupova a esas alturas de la temporada, cuando solo suelen quedar los restos.
Pero es innegable que Burgos, un excelente gestor de grupos, ha conseguido, semana a semana, volver a ganarse la confianza del equipo. Sólo así es posible defender con la intensidad, el compromiso y los automatismos que exhibieron en Huelva.
Burgos, que ha alimentado desde el primer día el perfil de hombre modesto, profesional al servicio de una causa mayor, que es el club, poco ambicioso en lo crematístico -aunque el último verano se produjo una mejora cuantiosa-, parecía durante años que era un aprendiz notable. Pero llegados a este punto, es justo llegar a la conclusión de que estamos ya ante un excelente entrenador. El técnico se deja el cuerpo y el alma por exprimir hasta la última gota de sus recursos, y no hay más que ver cómo se va consumiendo físicamente a medida que avanza la temporada para entender su implicación en el proyecto.
El valenciano, además, ha demostrado ser un tipo muy inteligente. Creo que la gestión del éxito también ha sido modélica, mostrándose muy comedido en las celebraciones y cediendo todo el protagonismo, tanto físicamente como por sus declaraciones, a las jugadoras. Si él es generoso con ellas, ellas lo serán con él. Y a Burgos, francamente, si es listo, y lo es, le viene mucho mejor tener a la plantilla a favor que salir en el centro de las fotos o echarse flores que sólo van a alimentar su vanidad.
Pero, ojo, este artículo está escrito antes del Valencia Basket-Perfumerías Avenida, decisivo para decidir quién acabar primero en la liga regular y, de esa forma, amarrar la primera plaza para la próxima Euroliga. Y no conviene olvidar que uno vale lo que vale su último partido… ¿O no?